Puebla.- Se cumplió lo esperado: lo importante no es tanto el debate, sino el postdebate. En el primero de tres debates presidenciales de este año la atención se la llevó el presidente de la República, con un reclamo: no se habló de sus logros.
El periódico más cercano al presidente, La Jornada, expresó el descontento de presidente. El miércoles 10 le dio la principal nota de su contraportada: “olvidaron logros de mi gestión en el debate”. El lunes 8 la Rayuela, especie de microeditorial de este periódico, aludía a la paternidad de una mujer, “¡claro que tengo padre!... si no ¿cómo estaría yo aquí?”
La declaración presidencial publicada el miércoles, y la minieditorial del periódico mencionado, se interpretaron como un reclamo de AMLO a la candidata de su partido, Claudia Sheinbaum. Algunos que se dicen enterados citan fuentes cercanas al presidente para confirmar la molestia presidencial y su causa.
Luego el jefe del ejecutivo negó contrariedad y distanciamiento respecto a su candidata. Señaló que la quiere “mucho, mucho, mucho”. Un cariño que ciertamente no implica que le haya reclamado y enviado un mensaje claro.
De lo que no hay duda es el lugar central que López Obrador tiene y quiere tener en la campaña. No parece estar cediendo espacio a su candidata ni a nadie.
El reclamo de que dejaron de lado los logros del gobierno obradorista (reclamo a Claudia, pues a nadie más le correspondía hablar de ellos) confirma lo ya sabido: él quiere estar en el centro de todo. Es el mensaje explícito de la portada de su libro más reciente, una multitud en la que solo se distinguen él, Claudia y Adán. Es el contenido del mismo libro, donde el autor habla mucho, y demuestra que escucha poco o nada.
Algo muy común: todos podemos estar atrapados por nuestro ego. En el caso de las personas con poder el problema puede adquirir dimensiones trágicas: lo que los griegos llamaban hybris.
Sobre eso escribió Carlos Montemayor: “Esa soberbia (la arrogancia y desmesura interior llamada hybris) los tornaba más seguros e ingenuos, más osados o tiránicos. Pero ciegos. Su propio destino ineluctable los cegaba con su luz interior.”
El ego y la hybris pueden tomar formas muy distintas. Presumir de la propia sencillez puede ser una perniciosa forma del primero. Sentirse con el apoyo de las mayorías como muy pocos en el mundo puede cegar, como a otros los cegó su poder militar o imperial.
* Profesor de la UDLAP.