Mazatlán.- Entre el INE que presidía Lorenzo Córdova y el que hoy encabeza Guadalupe Taddei, hay una gran diferencia en su relación con el presidente López Obrador y el sistema de partidos.
El de Córdova, con una visión frecuentemente intransigente contra todo aquello que suponía violentar la ley electoral, la aplicaba sin ningún tipo de consideración, fuera el presidente o cualquiera de los partidos; en tanto, el INE de Taddei, aun continuando consejeros electorales de la época cordovista, está dando muestras de que la ley es importante, pero, también, permanecer a flote levantando el menor número de olas.
Y es que, sin duda, Córdova se tomó muy en serio su papel de árbitro y se hizo famoso por sacar la tarjeta amarilla a los infractores, lo que generó la animadversión en Palacio Nacional y en las cúpulas partidarias, aunque hay que reconocer que no todas las ganó y es que no fueron pocas las veces que el TEPJF enmendó la plana.
Y ahí está, para la historia.
En cambio, el INE de Taddei tiene la concepción de que hay que conciliar con el presidente López Obrador y su partido, no se molesten y para ello, busca las rutas lo menos accidentadas posible y, lo que hemos visto, en los tres meses que tiene en su mano la batuta del Consejo General ha sido más eficaz hacía afuera que hacia adentro del Instituto (al menos hasta antes del miércoles pasado).
Me explico: su operación entre los consejeros electorales fue poco eficaz para nombramientos decisivos: el de Secretario Ejecutivo; de los directores de organización electoral; capacitación y educación electoral; Registro Federal de Electores; de la Unidad Técnica de lo Contencioso Electoral; la Coordinación de Asuntos Internacionales; la unidad de igualdad de género; la dirección del secretariado; la unidad de vinculación con los organismos públicos locales, así como la Dirección de Administración…
El pasado miércoles la consejera presidenta puso a consideración del Consejo General del INE 10 de los 17 cargos que integran la Junta General del INE.
Felizmente Taddei logró consensuar con los miembros del Consejo General todos los arriba señalados, excepto, el más importante, el de secretario ejecutivo, que la mayoría pide que sea una mujer.
Y el éxito afuera empezó en una de sus primeras declaraciones cuando declaró que se reduciría el sueldo para ganar menos que el presidente, lo que fue festejado con bombo y platillo en Palacio Nacional, dado que fue el principal cuestionamiento de una estrategia mediática contra el INE de Córdova, como si solo fuera el sueldo y no las remuneraciones que recibe el titular del Ejecutivo, por el simple hecho de vivir en Palacio Nacional con su familia.
Luego Taddei convenció al resto de los consejeros electorales para que todos asistieran a Palacio Nacional y con ese gesto de cortesía mandar el mensaje de corrección política en el llamado nuevo INE, luego de una conversación distendida donde las partes convinieron su compromiso con la democracia.
Sin embargo, por simple lógica, lo que cada una de esas partes entienden por democracia distan de serlo, los consejeros del INE al margen de la definición personal en sus conceptos politológicos se deben a la Constitución y a su ley reglamentaria, en tanto, el presidente, técnicamente, está acotado por lo mismo pero, es un político con una práctica muy singular porque toma de está matriz lo que le sirve y lo que no, lo evade y, termina, imponiendo su propia visión política que fue el eje de la confrontación que sostuvo con el INE de Córdova.
En este argumento, lo peor que pudiera hacer el INE, es lo que está haciendo frente al arranque anticipado -o mejor re-anticipado, la exhibición empezó hace un año- es dar el visto bueno con medidas cautelares mismas que desde el primer día los punteros se han encargado de saltarse.
Claudia Sheinbaum, lo dijo, violentando el calendario electoral ha dicho en la plaza pública: “…he tomado la decisión de separarme del cargo… con el fin de llegar a ser la primera mujer en la historia de México en encabezar los destinos de la nación”, y Marcelo Ebrard, no se quedó atrás, cuando en una cuestionada expresión señaló que de ganar la elección constitucional crearía la “Secretaría de la Cuarta Transformación” y hasta le puso nombre de su primer secretario: Andrés López Beltrán, incluso, desafió, diciendo que esa sería la tónica de su campaña porque de lo contrario estaría haciendo “turismo político”. Y de eso no se trata.
O sea, se la ponen fácil a la oposición, para cuestionar ante los órganos electorales a los aspirantes a la nominación presidencial morenista y difícil al INE, si lo que quiere, es que no le hagan olas y lo orillen a tomar decisiones que lo lleven al cuestionamiento hecho desde Palacio Nacional al INE de Córdova.
Por lo pronto, la Sala Superior del TEPJF, ratificó las medidas cautelares de la Comisión de Quejas y Denuncias del INE, en una votación cerrada de cuatro contra tres magistrados, luego de las quejas presentadas por el PRD y MC y, eso visto en perspectiva, plantea un escenario complicado para Morena porque es prácticamente imposible que sus aspirantes se reduzcan en 70 días a su mínima expresión y “pateen solo el bote hacia adelante”.
No es casual que Mario Delgado haya salido a advertir a Marcelo Ebrard, ojo, no a Claudia Sheinbaum, que con su promesa de secretaría de la 4T “se pone en riesgo él, si más adelante quisiera aspirar a algo le podría traer malas noticias (sic)”, cuando lo cierto es que ambos están en la misma tesitura de violación a la ley y de actos anticipados de campaña que violenta el principio de equidad en la competencia.
En definitiva, en esta campaña anticipada, no sólo se encuentra en entredicho el apego de Morena y sus aliados a la ley sino, también, los propios organismos electorales y, en particular, del Consejo General que preside Guadalupe Taddei.
En los meses que lleva en el cargo seguramente tiene claro que no es lo mismo administrar una elección estatal a administrar una elección federal, llevar una elección de gobernador a administrar una elección presidencial y para que salga avante tendrá que “ensuciarse” y asumir postura ante los acontecimientos que están fuera de la ley.
Al tiempo.