GOMEZ12102020

Tensión en el gabinete rochista
Ernesto Hernández Norzagaray

Mazatlán.- Cuén Ojeda, esta incómodo. El sentimiento de acotamiento y poca esperanza de que las cosas vayan a mejorar y continúe empeorando y termine, tarde o temprano, poniendo al Secretario de Salud, de no estar, ante la disyuntiva de sostenerse en el gabinete o dar la gracias al maestro Rocha Moya.

Y es que los agravios han estado a la orden del día y con visibilidad pública; no se han cuidado las formas, la discreción, el arreglo en el ámbito privado, ya no por lo hablado en campaña, sino por simple y elemental sentido de cohesión como grupo de gobierno.

A Rubén Rocha por momentos se le ve desesperado, mortificado como gusta él decir y, quizá, en un acto inconsciente busca salir de ese estado golpeando la mesa para demostrar que él es quien manda y nadie más, quedando para el anecdotario la expresión innecesaria por concluyente: “Yo no negoció con subordinados”.

Pero en ese intento de legitimarse en actos de autoridad, está el caso de Héctor Melesio Cuén Ojeda, y por debajo otros menores, invisibles, unos y otros, van perfilando al gobierno de la 4T en Sinaloa.

Aquel que viene de la esperanza, que le granjeó 624 mil votos a la coalición Morena-PAS, provocando el triunfo electoral más inobjetable en la historia sinaloense, pero que todavía está por verse si ese apoyo se traducirá en una mejoría del nivel de vida de los sinaloenses y, en particular, de los sectores más vulnerables.

En tanto, lo sabemos, el reloj con su tic tac, está haciendo el trabajo de balance y han transcurrido ya los primeros cien días de gobierno, los mismos que se le han ido a Rocha Moya,en buscar el acomodo y el equilibrio de las fuerzas morenistas.

Es decir, aquellas que vienen del reparto del poder político y el proveniente del fraccionamiento del poder que caracterizó al PRI en su mejor época y hoy sus grupos organizados buscan asirse desesperadamente al boom electoral de Morena.

Sólo con la gran diferencia de que el gobernador no controla todo, aunque ganas no le sobran, y como ejemplo más palpable está la rebeldía crónica del alcalde de Mazatlán, que va para largo, porque aun siendo asombrosa, es parte de una estrategia de posicionamiento político.

Y es que el futuro ya está aquí; para dentro de un año los aspirantes presidenciales deberán renunciar a los cargos públicos para buscar la candidatura interna y eso, al menos, enturbiara la atmósfera política con los alineamientos por uno u otro tirador de Morena.

Quizá eso explica la desesperación del gobernador Rocha Moya por no tener todavía los hilos del control político, pero también la desazón de Cuén Ojeda, quien quiere mantener ante todo una buena relación con Morena, y eso no necesariamente significa una buena relación con el titular del ejecutivo, sobre todo si la impotencia está vinculada a quienes podrían integrar la fórmula morenista al Senado de la República; y más si al factótum de la UAS se busca excluirlo.

Animarlo a que abandone la secretaria de Salud y, así, si hubo una promesa de parte de Rocha Moya para apoyarlo en una promoción senatorial, y luego el exrector salte a la candidatura de gobernador en 2027, quebrarla en mil pedazos.

Por eso Cuén Ojeda aguanta, asume estoicamente los golpes de la contradicción permanente, mirando a futuro. Él seguramente ha aprendido que en política la paciencia es un valor preciado; y mientras hay que comer sapos, aunque esto signifique una autocontención para no tener que mandar todo al diablo.

Cuén Ojeda seguramente lee cada uno de los movimientos del gobernador y observa el comportamiento de los otros actores, sabe que los desplantes de su “amigo” terminará generando fisuras y ese momento será suyo; es el único miembro del gabinete que tiene un partido, una universidad, un contingente numeroso para movilizar y crear problemas si fuera necesario; y además, tiene relaciones dentro y fuera del estado.

No es la mejor política, pero igual, no se está haciendo la mejor en el estado y ese escenario es el más propicio para la lucha subterránea.
Así, que Cuén Ojeda dirá: si tu aliado está desesperado y hace tonterías, la sabiduría popular recomendara: “déjalo, déjalo”, que las siga haciendo.

En política, diría Reyes Heroles, no hay vacíos.

Hay o no hay paciencia, hay o no hay sentido del ritmo del calendario político, de los tiempos electorales y los mensajes silenciosos de la propia condición humana.

Así, el llamado racional para todos sería guardar la calma y bajarle a la tensión, los ánimos de 2018 vienen cambiando y, pronto, lo veremos en la participación que habrá en la consulta popular de revocación de mandato, que podría arrojar producto de la polarización alimentada desde el poder: uno, participación social baja, menor a las que existen en las elecciones federales intermedias; y dos: un sector importante que podría utilizar la consulta para castigar al presidente.

Cierto, ya está cocinado el culpable mediático, los consejeros del INE, porque no bla, bla, bla…

Y lo explica el ánimo de polarización y de ahí los estragos económicos que trae consigo la inflación galopante.

Entonces, a mi juicio, esto podría cambiar los resultados los comicios del verano pasado.

Y eso habrá de generar nuevas oportunidades de juego y arreglo político, donde cada uno de los actores políticos pondrá sobre la mesa sus fichas.

Rocha Moya, con su desesperación por no tener el control político, está cometiendo el error de aliarse con quienes fueron adversarios y perdieron las elecciones pasadas, y lo hace, al menos en Mazatlán, buscando hacer contrapeso a sus “enemigos” internos.

Esto tiene perplejos a sus electores y compañeros de viaje. Aquellos que compraron y vendieron ilusiones, esperanzas, justicieras, pero también, a los de nueva hornada morenista que simple y llanamente ven que es un acto de injusticia con ellos, los que picaron piedra y todavía esperan ser llamados al carro de la nueva revolución cuatroteístas.

En definitiva, la incomodidad que trae Cuén Ojeda y, por momentos, pone en un dilema, habrá de dilucidarse en el mediano plazo, para ver cómo se acomodan las piezas, sea por los aspirantes presidenciales, o lo que resulte de la consulta de revocación de mandato.

Al tiempo.