Monterrey.- El término “intelectual orgánico” se debe al italiano Antonio Gramsci, fundador del partido comunista italiano, deforme en su físico, perfectamente normal en su pensamiento. Casi toda su vida la vivió prisionero por ello desde su celda escribió sus “Cuadernos de la cárcel” que guardan su teoría, a la que coadyuvan muchas otras de sus obras.
Gramsci afirma que cada clase social tiende a crear su propio grupo de intelectuales, la clase hegemónica dominante crea un tipo denominado “intelectual orgánico”, cuya función es la de organizar la función económica y el poder de la clase a la que están ligados orgánicamente. Además son portadores de la función hegemónica que ejerce la clase que representan, y para cumplir su misión, se infiltran en organizaciones culturales, en el sistema escolar, en los medios de difusión, en organismos civiles, y en los partidos políticos de la clase dominante, con el fin de asegurar el consentimiento pasivo de los dominados, y a veces -ya obnubilados los dominados- también lo promueven activamente con su familia y los otros dominados, convirtiéndose en “carteles de publicidad” de la “movilidad social” que les ha sido inculcada.
Los intelectuales orgánicos son también los organizadores de la coerción que ejerce la clase dominante sobre la clase dominada por medios poco éticos. Tiene también como función la de suscitar, en los miembros de la clase a la que están vinculados, una toma de conciencia de su comunión de intereses, y la de provocar en el seno de esa clase una concepción hegemónica es decir, el convencimiento de que son superiores, lo cual legitima su conducta coercitiva y discriminatoria.
Los “intelectuales orgánicos” son empleados por el grupo dominante para convencer a las masas dominadas de que el grupo hegemónico las conduce por el camino correcto; de que la clase dominante goza de prestigio y por ello merece su confianza; de que la coerción ejercida por el grupo dominante es absolutamente legal y que sus acciones disciplinarias son benéficas por lo tanto deben aceptarlas so pena de irse al infierno.
La clase dominante produce numerosos y variados “intelectuales orgánicos” con el fin de poder desempeñar su papel dominador y tener garantizada la dirección en todos los niveles de la sociedad, por ello se les encuentra en todas partes: en las agrupaciones religiosas, políticas, empresariales, sindicales, gubernamentales y hasta en organizaciones tan encubiertas como grupos motivacionales, artísticos, de “beneficencia”, deportivos…
La única manera de sustraerse de la letal influencia de los “intelectuales orgánicos” es adquirir conciencia del valor propio, hacer uso del libre albedrío y anteponer el bien común sobre el egoísta bien individual. La inculcación y la práctica de los valores de la democracia, son un buen principio.