“Sabes que algo está pasando, pero no sabes lo que es”
- Bob Dylan en Ballad of a Thin Man.
Monterrey.- El siglo XXI se presenta prometedor pero, a la vez, amenazante para el ser humano. El acelerado avance de la ciencia y la tecnología genera condiciones sociales, políticas, económicas y éticas en las que la interacción se da a distancia y en tiempo real.
Los avances tecnológicos y científicos, si no se administran y se valoran bajo un sentido humano, pueden ser la causa de una lamentable catástrofe.
Hoy más que nunca la población debe estar alfabetizada científicamente, es decir, con competencias y actitudes orientadas al conocimiento de la realidad.
En la escuela básica es importante enseñar a distinguir entre evidencia científica y opinión personal. Más que enseñar contenidos científicos extensos y, la mayoría de las veces, irrelevantes para el alumno, se hace necesaria una visión del mundo desde una perspectiva que permita al futuro ciudadano conocer las fuentes fiables de información científica y tecnológica y, de esta manera, saber utilizarlas en el proceso de toma de decisiones.
La generación de una cultura científica en la sociedad ya no puede esperar, soslayar esta tarea pendiente cuya ausencia ha ocasionado el predominio del conocimiento vulgar sobre el científico hoy más que nunca es un peligro para la humanidad. En cambio, educar con actitudes y habilidades para la ciencia permite generar ambientes que alejan al ser humano del dogmatismo, del fanatismo y de la superchería que hoy más que nunca se promueve desde los distintos medios.
Vamos a comentar algunos casos que ilustran la relevancia del pensamiento científico:
La gente dice “La estufa calienta” y por lo tanto expresa un conocimiento que le permite acercarse a la estufa, o a la calefacción si
siente frío. Este conocimiento vulgar no tiene ninguna trascendencia. Sin embargo el conocimiento de la segunda ley de la
termodinámica, muy ligado al anterior fenómeno, hará que quien lo posea no sólo se acerque a la estufa o a la calefacción para
calentarse, sino que podrá comprender y resolver una gran cantidad de problemas, desde el funcionamiento de un motor de
combustión interna hasta la evolución del universo.
El conocimiento de las leyes de la termodinámica sentó las bases para que el ser humano liberara energía utilizada para producir
satisfactores, mejorando las comunicaciones mediante locomotoras y barcos de vapor, y detonó el avance industrial con la
fabricación de máquinas térmicas primero, que funcionaban con carbón, después con derivados del petróleo, con energía eléctrica,
nuclear o eólica.
Poseer un conocimiento científico de las leyes de la ciencia, permitirá tomar conciencia de la importancia de la energía y de su
inteligente empleo en el hogar, en la sociedad y en la industria.
Miles de años antes de Pitágoras, era conocida la relación entre los lados menores de un triángulo rectángulo (los catetos) y su lado
mayor (la hipotenusa). Sin embargo, la demostración de esa relación sólo se da cuando surge un pensamiento matemático como el
impulsado por Pitágoras de Samos en la Grecia clásica. La demostración del teorema hecho por el genio de Samos y consignado
por Euclides en Los Elementos dice que el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma del cuadrado de sus catetos. Aristarco de
Samos, siglos después de Pitágoras aplicó el teorema al observar que la Luna en una de sus fases de cuarto menguante o
creciente se debía a que el Sol la iluminaba directamente y nosotros en la Tierra sólo veíamos la mitad por estar colocados a
noventa grados.
Entonces razonó de la siguiente manera: la Luna, el Sol y la Tierra son tres puntos que corresponden a los vértices de un triángulo
rectángulo. De esta manera la distancia entre la Luna y la Tierra es uno de los catetos, la distancia entre la Luna y el Sol es el otro
cateto y la distancia entre la Tierra y el Sol es la hipotenusa, por lo tanto el Sol está más lejos de la Tierra que la Luna, dado que la
hipotenusa siempre es mayor. Este razonamiento matemático también lo llevó a descubrir que el Sol es más grande que la Luna.
Pero lo más importante, se escudriñaron los cielos con una actitud laica y racional.
Parafraseando a Bob Dylan diremos: Es importante saber que algo está pasando y saber qué es y por qué está pasando.