GOMEZ12102020

Todos son iguales
Samuel Schmidt

Austin.- Uno de los elementos de la narrativa de la derecha opositora a Morena sostiene que no ha habido cambio alguno, ni en el gobierno ni en los elementos actuantes en el sistema; claman: “Todos son iguales”, como si resumieran la situación nacional. ¿Será que están acostumbrados a vivir en el gatopardo? A reformar todo para no cambiar nada.

Escuchamos que los políticos en el gobierno son iguales a los de antes, aunque algunos de esos siguen medrando en la política; todos son igual de corruptos y hasta una periodista afín al gobierno le reclama al presidente que no haya cumplido con la lucha contra la corrupción; pero no hay peor ciego que el que no quiere ver. Hay todo un esfuerzo para limpiar las aduanas, por ahí pasan armas, dinero sucio, precursores químicos para elaborar drogas, salen drogas y en general todo tipo de contrabando, desde mercancías hasta la infame y brutal trata de personas. Parece no contar para la crítica la lucha contra los empresarios corruptos que no pagaban impuestos. Pero las cosas son complicadas.

En una ocasión, cruzando el puente internacional de Ciudad Juárez a El Paso, el agente migratorio me dijo:
- ¿Usted tiene un programa de televisión?
- Sí
- ¿Por qué no meten a Salinas a la cárcel?
- No está acusado de nada.
- Pero está claro todo lo que se robó.
- Pues sí, son ladrones, no pendejos; y no hay pruebas para encarcelarlo.

No era el espacio para explicarle al agente de la migra la existencia del pacto de impunidad de la familia revolucionaria, por el que se protegía a los ex presidentes, sus cercanos y sus familiares; y el hecho de que son hábiles para no dejar rastros legales que demuestran su corrupción. Conocí a un priista que aligeraba la carga de peso de las maletas que llevaba, para pagar gastos de campaña; y hasta fue un senador honorable.

El reclamo es que no se lucha contra la corrupción, porque no están en la cárcel desde Peña hasta Salinas; pero esas críticas no toman en cuenta que el actual aparato judicial corrupto proclive a proteger (con dinero) a criminales y delincuentes, se requiere de pruebas sólidas, para que los casos no se caigan y el gobierno no pierda credibilidad; no se puede proceder trivialmente para agradar a la opinión pública; los casos de Lozoya y Robles son un buen ejemplo de lo complicado que es lograr evidencias de los actos de esos expertos en el engaño.

Queda el recurso de encarcelar políticos y mantenerlos encerrados mientras dura el gobierno, aunque luego un juez los deje salir y les devuelva lo incautado por falta de pruebas; es el caso de Elba Esther Gordillo, que pagó con falta de libertad su enfrentamiento con el presidente. De hacer eso en verdad que serían iguales.

Luego dicen que todos los periodistas son iguales y que reciben chayote.

El chayote era la práctica de comprar a los periodistas para que dijeran lo que los gobernantes querían que digan o guardaran los silencios requeridos. Había una periodista que investigaba políticos y luego les vendía el silencio.

Había diversos niveles de chayote. Estaba la relación con los dueños de los medios, que les daba contratos gigantescos con el gobierno y pago directo a ciertos periodistas; en ambos niveles se otorgaban concesiones para negocios; esto es lo que al parecer se ha terminado. Pero antes tampoco todos los periodistas eran iguales, por eso tenemos un alto número de periodistas asesinados, que luchaban por informar, mientras que los chayoteros muchas veces propiciaban el clima que facilitaba el silenciamiento de la prensa, para reforzar la impunidad del crimen autorizado.

Hay periodistas empleados por el sector público y como tales su papel es explicar lo que hace el gobierno; los hay en todos los sistemas y no puede considerarse chayote.

Corrupción y una prensa que no cumple con su papel de garante para asegurar la transparencia y la rendición de cuentas, son grandes obstáculos para la democracia.

En todos los sistemas hay corrupción, ni siquiera la eliminan en los sistemas totalitarios, donde se conoce la severidad de los castigos contra ella; muchas veces es una sentencia de muerte. En todos los sistemas hay periodistas torcidos, que se aprovechan de su papel social y posición política: un español vendía protección, cobijado por el poder de su periódico, y hasta película le hicieron. No se puede igualar el análisis de sistemas por la persistencia de fallas éticas y desviaciones morales e ilegales; esa igualación falaz desvía la atención de la esencia y naturaleza de los problemas que anclan el avance a la democracia.