Monterrey.- Desde hace muchos años he tenido el privilegio de contar con la amistad de la persona a quien dedico estas líneas, un afable catedrático, que con su esfuerzo ha contribuido al fortalecimiento y prestigio de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Me refiero al profesor Miguel Ángel González-Quiroga. Añado que nuestros vínculos se han centrado en el interés compartido por la historia del noreste y en especial por la complejidad de los acontecimientos que implicó la conformación de la frontera entre México y Estados Unidos en este espacio regional, una inclinación que para él tiene un profundo sentido, al compartir sus sentimientos –y nacionalidad– con ambas naciones.
González-Quiroga hizo sus estudios en historia en la Universidad de Houston, Texas, y más tarde realizó una maestría en historia de América Latina en la Universidad de las Américas, en Puebla. Y aunque no continuó con la formalidad de realizar un doctorado, los resultados de su trabajo como investigador están más que sobrados para merecer virtualmente ese rango académico. En la práctica docente cotidiana se desarrolló dentro del Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL, a la cual acudía disciplinadamente desde su hogar, situado en la hermosa villa de Zuazua, a la vista de la serranía de Camaján. Y en esta institución cumplió su ciclo, jubilándose para ir a radicar a San Antonio. Desde allí sigue abundando en su conocimiento sobre temas de su interés cuyo resultado una obra fundamental, la cual ha sido la motivación para la redacción de estas líneas.
Pero antes de mencionar dicha obra, valga la mención de algunos de los estudios publicados por González-Quiroga, que en su conjunto demuestran el rigor y solidez que los caracteriza, y de los cuales mencionaré solo algunos. Entre ellos “Nuevo León durante la independencia de Texas” (2006) y ese mismo año en coautoría con otro buen amigo, Cesar Morado, “Nuevo León ocupado. Aspectos de la guerra México-Estados Unidos”. Participó como coeditor de “Veinte años entre mexicanos. Relato de una labor misionera de Melinda Ranckin” (2008), y en compañía de otro dilecto y respetado colega, Mario Cerutti, el artículo “Guerra y comercio en torno al río Bravo (1855-1867). Línea Fronteriza, espacio económico común”, en Historia Mexicana de El Colegio de México (1990), y el libro “El Norte de México y Texas” publicado por el Instituto Mora (1999). Igualmente, de su autoría es el artículo “La puerta de México: los comerciantes texanos y el noreste mexicano, 1850-1880”, también en Historia Mexicana del Colmex (1993). Se enumera igualmente en extraordinario capítulo “La patria en peligro: Juárez en Monterrey”, en una obra colectiva dedicada al Benemérito de las Américas (2010); “Los trabajadores mexicanos en Texas (1850-1865)”, para Cuadernos de Historia (1994); un artículo titulado “Conflict and Cooperation in macking of Texas-Mexico Border Society 1840-1880”, en un libro colectivo publicado en el 2010 por la Universidad de Duke, un trabajo que ya anunciaba un texto a mayor amplitud, que es justo el motivo de traer a colación a este magnífico historiador.
Efectivamente, me refiero al libro “War and Peace on the Rio Grande Frontier 1830-1880”, recientemente publicado por la Universidad de Oklahoma, y del cual Miguel Ángel me informó amablemente del progreso y culminación de la obra, y tuvo la cortesía de enviarme un ejemplar con una sentida dedicatoria, de lo cual me siento orgulloso de integrar a mi biblioteca. Aclaro que apenas comencé a leer este texto, por lo que no podría por ahora hacer una reseña de su contenido –que ya lo haré en una publicación especializada–, pero atisbo en sus páginas la paciente integración de toda una visión conceptual y temporal de un historiador profesional sobre un periodo clave para entender la génesis de la interrelación internacional entre México y Estados Unidos. Un libro que desde ahora se convierte en un referente obligado para entender el origen de la historia compartida entre ambos países. Enhorabuena por esta valiosa aportación de Miguel Ángel González-Quiroga, un hijo a mucho orgullo de las tierras nuevoleonesas.