Para abundar en los ejemplos que ilustran claramente la situación de estrés hídrico regional, menciono que, a finales de febrero del 2024, las presas importantes del estado se encontraban en niveles bajos: Las Auras en Tecate, a un 52.25 %; El Carrizo ubicada en la frontera Tecate-Tijuana, a un 55.54 %; y Abelardo L. Rodríguez en Tijuana, a un 48.66 % de su capacidad. Más ejemplos: los acuíferos importantes del estado se encuentran en déficit por sobreexplotación desde hace ya varios años, incluso décadas: los de la zona costa de Ensenada (incluyendo los del Valle de Guadalupe, Ensenada, Maneadero, Ojos Negros, La Trinidad y Santo Tomas), el de San Quintín y el del Valle de Mexicali. Sobresalen por su grado de déficit estos dos últimos casos, con -37.90 y -432.04 millones de metros cúbicos anuales, respectivamente.
Tal escenario adverso de crisis de agua derivado de la variabilidad climática y la gestión deficiente, se traduce necesariamente a una condición de estrés hídrico – mismo que algunos “asesores o gestores empresariales” del campo y la ciudad, con profundo desconocimiento del tema, aun se resisten a aceptar y tienden a distorsionar la realidad, afectando la percepción correcta de la situación hídrica actual.
Afortunadamente predominan los argumentos basados en el conocimiento técnico-científico con incidencia social, generado por especialistas y profesionales de universidades y centros de investigación. Con base en ello, es posible determinar que, por ejemplo, resulta de importancia primordial ampliar – en lugar de reducir, como ocurrió para el 2024- el presupuesto de la Conagua. Por otra parte, optimizar y priorizar inteligentemente, los fondos del Bono Verde para Baja California y, también, facilitar el acceso equitativo a fondos emergentes internacionales y coyunturales para enfrentar la sequía en la cuenca del río Colorado. Esto permitirá garantizar la gestión sustentable y sostenible del agua, de tal manera que se atiendan las necesidades urgentes de grupos sociales y productivos vulnerables y, de esta manera, alcanzar las metas de prosperidad y paz que merecen los habitantes de zonas urbanas, los actores que protegen los recursos naturales y el medio ambiente, los grupos originarios y los productores agrícolas usuarios del riego, quienes aunque históricamente han coadyuvado significativamente en la configuración del desarrollo regional y del estado de Baja California, se encuentran actualmente en una situación de constante incertidumbre.