Tijuana.- La pandemia por COVID 19 ha dejado muchos muertos en el mundo y más de 70 mil en nuestro país. Demasiados muertos, más de los que se pudieron evitar. En eso creo que no hay ningún desacuerdo entre especialistas y sociedad en general. Lo que no sabemos es con exactitud cuánto luto dejará en los hogares a nivel internacional y nacional. Serán miles más. Lamento decir que hay quienes desean que los números se incrementen y todo para justificar sus posiciones políticas.
En la valoración de las consecuencias de la propagación de un virus desconocido y de sus efectos en los individuos y en una sociedad, hay al menos tres visiones: la de aquellos que piensan que sus efectos eran perfectamente evitables; la visión oficial del manejo de la pandemia y aquella que sostiene que es un invento para manipularnos y que el virus no existe; a esta última habría que añadir a los que pudiéndose quedar en casa, están hartos y deciden salir a hacer vida social.
En la primera visión se inscriben los críticos de las políticas oficiales que se instrumentaron desde principios del año para tratar de mitigar el impacto negativo en la sociedad. Los críticos han ido pasando por etapas en sus propuestas. Primeramente, insistieron en que la solución era la aplicación masiva de vacunas. Se trataba de aplicarlas por millones y con ello, decían, tener la fotografía de los infectados para “neutralizar” los contagios a través del confinamiento. Enseguida, insistieron que para paliar los efectos negativos, el gobierno debería contratar créditos internacionales para canalizar recursos a las empresas y que éstas estuvieran en condiciones de “apoyar” a sus trabajadores. Nunca explicaron bien a bien cuál sería el mecanismo para paliar el desempleo y sus efectos negativos y cómo posibilitar la subsistencia de sus trabajadores. La tercera propuesta fue que el confinamiento debería ser forzoso y por los meses necesarios. Debería hacerse como en los países europeos o aquellos que consideraban que era los punteros en la lucha contra la pandemia. Por último, la solución llegó con el uso del cubrebocas.
Con su utilización intensiva se evitaría el contagio. Estas fueron las recetas que incluso en últimas fechas seis ex secretarios de salud difundieron para terminar con la pandemia a nivel mundial en un plazo de seis a ocho semanas.
La segunda visión, de la que se derivaron las propuestas oficiales para enfrentar la pandemia y que fueron elaboradas a partir de un diagnóstico estructural, que incluía las condiciones socioeconómicas de México, la infraestructura hospitalaria y el estado de salud de nuestra población. A partir de ese piso, se decidió modificar la estrategia del proceso educativo, designar hospitales para atender a los enfermos por COVID 19, aplicar pruebas sólo a quienes mostraran síntomas y adoptar otras medidas internacionales como: el confinamiento “quédate en casa”, la “sana distancia”, lavado permanente de manos y al final, el uso del cubrebocas, pero bien empleado para no generar una especie de confianza excesiva, es decir, que no se pensara que sólo con portarlo ya se garantizaba la inmunidad. En un país de tremendas dificultades, con casi 32 millones de personas viviendo en la informalidad y un sistema de salud en crisis, los resultados no podían ser muy halagüeños. Por si fuera poco, la mayoría de la población con sobrepeso, con sus implicaciones en términos de salud. Con ese escenario, parecía imposible una estrategia exitosa. No estábamos en condiciones de confinar a la población, menos por un periodo tan largo.
Por último, la visión de los incrédulos: el COVID 19 “es un invento para manipularnos”. Nos quieren mantener aislados, para que “el gobierno haga y deshaga”. O es pura mentira de los medios de comunicación. Esa posición ha causado miles de contagios. Lo cierto es que estamos ante una tragedia de proporciones incalculables hasta el momento. La Organización Mundial de la Salud anuncia que hay un rebrote a nivel mundial y que en octubre se incrementará el número de defunciones. Ningún país ha podido cantar victoria y los que dicen fueron exitosos, viven situaciones incomparables respecto a países pobres como México.
¿Cuántos muertos más? Desgraciadamente miles, lo único que humanamente es posible hacer es contener un poco el efecto devastador de la pandemia.
*Investigador de El Colegio de la Frontera Norte. Correo electrónico: victorae@colef.mx. Twitter: @victorespinoza_
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