Ha sido ampliamente documentado, desde el periodismo y la academia, que connacionales y extranjeros han intentado cruzar esta amplia frontera de diversas maneras y, en su intento, miles han perdido la vida, en la travesía, el cruce o al arribar a los Estados Unidos.
Quizá las muertes más paradigmáticas han sido la masacre de San Fernando (en 2010), cuando setenta y dos migrantes perdieron la vida a manos del crimen organizado; el asesinato de dieciséis migrantes guatemaltecos y tres mexicanos que fueron calcinados, presuntamente por policías estatales de Tamaulipas, en Santa Anita, Camargo (en 2021); o la llamada tragedia de San Antonio, Texas, hace apenas unos meses, donde murieron, por asfixia, al menos cincuenta y tres migrantes que iban escondidos en un camión que ya circulaba por territorio norteamericano.
Por la gravedad y frecuencia de los hechos, desde hace algunos años se han desarrollado diversas iniciativas para visibilizar la desaparición y la muerte de los migrantes. En 2013, por ejemplo, surgió Arizona OpenGis Initiative for Deceased Migrants, una iniciativa de organizaciones ciudadanas y autoridades que, desde entonces, desarrollan mapas interactivos de la localización exacta de los cuerpos de los migrantes. Esos Mapas de Muerte/Death Maps, como ellos les llaman, permiten buscar nombre y género del fenecido, la fecha del descubrimiento del cuerpo y la causa de la muerte.
Un año después de esa iniciativa, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) dio a conocer el Proyecto Migrantes Desaparecidos, surgido a raíz de los trescientos sesenta y ocho migrantes que fallecieron, en 2013, en dos embarcaciones en la costa italiana. Ese Proyecto recaba datos, a nivel mundial, de los migrantes muertos y desaparecidos, a través de fuentes oficiales, informes de Organizaciones No Gubernamentales, medios de comunicación y las propias entrevistas que realizan a migrantes.
El Proyecto Migrantes Desaparecidos pone esa información a disposición del público, a través de una base de datos que incluye diecisiete variables entre las que se encuentran: la fecha de muerte o desaparición, el número de muertos, desaparecidos o supervivientes así como nacionalidad y ruta migratoria.
En los datos de 2014 a 2021 del Proyecto Migrantes Desaparecidos se puede apreciar que, en la ruta migratoria US-Mexico Border Crossing, se han registrado 2706 incidentes, de los cuales sólo un incidente se refiere a la región del Caribe y da cuenta de la muerte de un migrante, de la desaparición de otros cinco y de siete supervivientes que fueron localizados cerca de Port Aransas, en Corpus Christi, Texas. En esos años, 495 incidentes se clasifican de la región centroamericana y dan cuenta de 531 muertos, 52 desaparecidos y 417 supervivientes.
El resto de los incidentes, 2210, se refieren a la región Norteamérica y entonces la cuenta se eleva y la situación se vuelve drástica: 3044 migrantes muertos, 20 desaparecidos y sólo 580 supervivientes. Lo que muestra que cruzar la frontera México-Estados Unidos sigue siendo muy peligroso para nuestros connacionales.
El Proyecto Migrantes Desaparecidos aún no da a conocer los datos del 2022, pero la manera en que El Paso Border Patrol Sector repelió, con balas de goma, hace apenas unas horas, la protesta de migrantes venezolanos deportados a Ciudad Juárez, advierte que la historia aún dista de modificarse.
Ante este panorama, en estos días elevemos una plegaria por el eterno descanso de los migrantes que han muerto intentando alcanzar el llamado sueño americano.
* Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte.