Monterrey.- Cada etapa histórica tiene un subgénero de horror en boga. Zombies en la Guerra Fría, asesinos en serie en los años 70 y 80, monstruos espaciales en los 90, fanáticos de snuff y juguetes malignos a inicios de siglo, y hace unos años La Purga social.
¿Qué es La Purga? Un plazo de 12 horas sólo una noche al año, en la que el gobierno federal de un país, curiosamente Estados Unidos, permite que puedan cometerse asesinatos con total libertad y con total impunidad legal. Matar por poder matar y sin consecuencias. El paraíso de los resentidos, retraídos, rezagados y asqueados socialmente hablando.
Curiosamente los asesinos que acuden de casa en casa o se la pasan merodeando por las calles armados con bat de beisbol y hasta rifles de largo alcance, festejan a la manera de Halloween con máscaras que le dan un toque de arlequín a la acción. Las máscaras resultan muy ad hoc. George Bush Jr., la estatua de la Libertad y hasta Donald Trump.
Estos 3 personajes son por sí mismos, íconos de una sociedad estadounidense democrática que se ha encargado de solapar con esa misma democracia el derecho a tener armas, frente al derecho de la seguridad social. Una nación donde puedas comprarte armas en la tienda de enfrente o pedirlas por mensajería, porque para esa opción ha luchado tanto Charlton Heston desde la Sociedad Nacional de Armas.
La cuestión es que si cualquier estadounidense puede adquirir armas, ¿cuándo las podrá utilizar?
Para eso La Purga una vez al año. La total libertad para el asesinato pero, casualmente son los poderosos, los millonarios, los blancos, los que persiguen a latinos, asiáticos y afroamericanos.
Es decir que La Purga no es democrática sino que atenta contra las minorías. Es una purga social que pudiera tener tintes políticos detrás. Tan desorbitados, tan neciamente clasistas y rayando en el ridículo del reality show político como las declaraciones de Trump.
La Purga es el subgénero de horror de la eraTrump. Aquella con escenas de políticos haciendo declaraciones racistas, mientras gente perteneciente a las minorías caen muertos en manos de las autoridades y los minutos están contados para que haya revueltas en las calles y los actos vandálicos que iniciarán en barrios, frente a estaciones de policía, zonas comerciales y edificios públicos, llegan incluso a las puertas de la Casa Blanca.
Por supuesto, en mis últimas descripciones ya no hay ficción.
Según lo divulgado por varios medios internacionales, el departamento de seguridad condujo a Trump a un bunker de la Casa Blanca para resguardarlo.
¿Se habrá imaginado a los manifestantes con máscaras de su rostro?