PEREZ17102022

Un hombre convertido en Teorema
José Ángel Pérez

Monterrey.- En una sociedad misógina, donde aún las mentes más brillantes relegaban a la mujer a simples servidoras domésticas o sexuales del hombre, surge la figura de Pitágoras, griego que funda una escuela en Crotona, al sur de la hoy Italia, a mediados del siglo VI a. C. La Escuela Pitagórica, que se constituye en todo un centro de investigación sobre ciencia, matemáticas y arte, todo integrado.

Por los escritos de Diógenes Laercio, ocho siglos después, deducimos que Los Pitagóricos fueron desaparecidos violentamente de Crotona, por una sociedad que no comprendió la trascendencia de la matemática en el mundo real, una sociedad que aún estaba inmadura para realizar la conexión, que más tarde haría Platón, entre el mundo físico y el mundo de las ideas matemáticas.

Contrario a lo que sucedía fuera de Crotona, Los Pitagóricos aceptaban, ¡algo insólito!, a las mujeres en su escuela. La bella Téano, esposa de Pitágoras, fue una matemática que vislumbró desde siglos antes que Fibonacci, su famosa serie, base del número fi (φ=(1+√5)/3) y de la proporción áurea que une ciencia, arte y matemáticas.

Lo hecho por la Escuela Pitagórica en Crotona no desapareció con la quema de sus instalaciones y de algunos de sus integrantes, su pensamiento se traslada por todo el mundo griego, según lo escribió ocho siglos más tarde Diógenes. Esto evidencia que Pitágoras de Samos influye matemáticamente en Platón y filosóficamente en Aristóteles.

La imagen de Pitágoras se diluye entre la historia de la ciencia, de la filosofía, de las luchas sociales, del misticismo y del mito. Sin embargo, lo que no podemos soslayar es la figura de un sabio, de una escuela, de un grupo de hombres y mujeres que en el siglo sexto antes de Cristo sentaron las bases de un pensamiento fincado en la razón.

Tres siglos después, en Alejandría, Euclides inmortalizaría a Pitágoras con su Teorema en la proposición 47 del Libro Primero de Los Elementos y no sólo eso, el método deductivo fincado en la lógica y en premisas conocidas para demostrar la generalidad de las expresiones llamadas teoremas, no hubiera sido posible sin Pitágoras.

En la actualidad todo estudiante relaciona c^2=a^2+b^2 con Pitágoras. Sin embargo, éste teorema encierra mucha historia y sirvió de base, para el descubrimiento de los números irracionales, cuando en la Escuela Pitagórica se descubrió la inconmensurabilidad de la longitud de la hipotenusa de un triángulo rectángulo que era de √2 , con catetos iguales a uno. Varias historias que se pierden en el mito se han tejido alrededor de este hecho; la más difundida es la supuesta muerte del pitagórico Hippasus de Metponto, quien dicen que se atrevió a difundir la existencia de los irracionales fuera de la Escuela Pitagórica.

Estas historias que se tejen alrededor de los grandes hombres, como Hiparco, Eratóstenes, Hipatia, Téano, Galileo, Newton, Galois, Feynman, Bohr, Einstein, Mileva Maric, Marie Curie, Ada Loverlace y tantos y tantas figuras más de entre las que también nos acordamos de mi amigo José Luis Comparán Elizondo, y mi maestro Bernabé Luis Rodríguez Buenrostro, sean o no sean ciertas, las historias tejidas al lado de los grandes hombres y mujeres nos han servido para aderezar nuestras clases de Física y Matemáticas, desde la Escuela Primaria hasta el postgrado. Nuestros exalumnos las recuerdan e indirectamente también deberán recordar algo de las enseñanzas de su profesor de ciencia y matemáticas.