GOMEZ12102020

Un litigio sospechoso
Ernesto Hernández Norzagaray

Mazatlán.- Te lo explico muy claro, me decía una persona muy informada del litigio que sostiene el alcalde de Mazatlán, con los concesionarios del estadio de beisbol, imagínate que rentas una casa y firmas un contrato por un año y a los dos meses, se presenta el propietario para pedirte que abandones la vivienda porque se establecía que deberías tener limpia la fachada del inmueble y eso, desde su particular punto de vista, no se estaba cumpliendo.

     El inquilino le responde espera no veo sucia la fachada, no hay manera de que lo este, tengo apenas dos meses de ocuparlo y solo vivimos en ella mi esposa y yo. Pero, que te parece que ante tu postura irreductible para que me salga y la mía que no renuncio al contrato, sea un juez el que decida quien tiene la razón jurídica. No te sales, entonces, dice el dueño molesto. Y el del contrato dice no y decide ir al juez para hacer valer su derecho.

     Esta imagen es la que esta atrás del litigio por el estadio de beisbol que tiene ya más de un año en los juzgados de lo contencioso administrativo y en ese transcurso, contaminado por la pandemia, ha provocado retrasos porque los juzgados no operan al 100 por ciento, el reclamante ha intentado por la vía de los hechos invadir el espacio del concesionario lo que ha suscitado quejas administrativas, nos dicen que ya van dos, y el juez ha emitido sendas suspensiones por lo que el reclamante ha tenido que dar marcha atrás para de nuevo embestir jurídicamente con el fin de echar al inquilino que se ampara.

     El problema de origen es que, en el caso del estadio nos dice gente informada, existe un acuerdo entre el anterior gobierno municipal y el concesionario que aportó 80 millones, aunque hay quienes dicen que son cien, para dejar el estadio en el nivel mundial que tiene hoy y, claro, no fue de gratis, el concesionario exigió que se ampliará el usufructo y se acordó y aceptó que fuera de 25 años, ¿es mucho o es poco?

     Ahí existe un debate, cómo es un estadio de beisbol, y no un polideportivo, donde se pueden hacer otro tipo de eventos recreativos, el uso se circunscribe a la temporada beisbol que es a lo sumo de tres meses al año, con los intervalos en que el equipo de Los Venados va a otras plazas a jugar con los otros equipos, lo que reduce su utilización probablemente a mes y medio, y el resto del año, salvo cuando se celebran o celebraban las convenciones de los Testigos de Jehová, permanecía cerrado o parcialmente porque había que mantener personal administrativo y de mantenimiento, para que el estadio se conserve bien en beneficio del propio inmueble y los aficionados de dentro y fuera del municipio.

     Más aun, la pasada temporada de beisbol y la Serie del Caribe, fue un fracaso financiero por los topes de acceso y eso fue con cargo al concesionario, que no obtuvo ganancias y donde no se comprometieron las finanzas municipales salvo por la caída de ingresos por el boletaje vendido.

     Entonces ¿qué sentido tiene sostener este litigio que reclama recursos cada vez mayores de los contribuyentes cuándo se podría llegar a un acuerdo que superara ese “problema” de falta de mantenimiento del inmueble deportivo?

     Acaso, habiendo buena voluntad de las partes, ¿no se puede llegar a un acuerdo satisfactorio e ir a la siguiente etapa que es hacerlo rentable todo el año, y de esa forma superar el impasse que ha sido penoso e innecesariamente largo y cansado hasta el punto de que podría hacer inviable a que se rompa la larga tradición beisbolera de Mazatlán?

     Me explico, en el supuesto de que haya un fallo en contra de los concesionarios en todas las instancias jurisdiccionales que lo veo difícil por la existencia de una concesión legal, el equipo Venados es del concesionario pues es quien paga la nómina millonaria de la temporada, y está claro que quien tiene la nómina tiene el equipo, y este podría ser llevado a otra plaza. ¿Qué les parecería el equipo Venados de Tijuana o el de Venados de Durango?

     Sería escandaloso, así que ni siquiera el dueño, sino el encargado político del municipio, que es el alcalde, metido en esto con una insistencia superlativa y obsesiva lleva a pensar que lo que está en juego no son los intereses del municipio sino los del alcalde, y eso hace sospechar y se rumora fuertemente que ya tiene quien podría ser el siguiente concesionario del Estadio de Beisbol y estaría vinculado con el caso escandaloso de Nafta.

     Y eso, ya es otra historia, que se rumora en la calle y en los bebederos del puerto.