Monterrey.- En su nuevo libro («Despachador de pollo frito»*), Carlos Velázquez retoma el viejo mito de que Paul murió en un accidente en 1966, y que su lugar lo ocupa un doble.
Como Los Beatles han sido una de los grupos más exitosos y mediáticos de la historia, a su alrededor han germinado las leyendas negras más disparatadas y fantasiosas que se recuerden, y todas las creemos.
Nuestra idolatría es un barril sin fondo: que se sentían superiores a Jesucristo, que sus discos tocados al revés contenían mensajes misteriosos, que Yoko Ono los separó, que a John lo mandó matar el gobierno norteamericano, que Lennon era homosexual, etc.
En su cuento “Paul McCartney for dummies”, Carlos (Torreón, Coah., 1978) convierte al doble de Paul en mexicano, mientras la cabeza del verdadero Macca reposa en un recipiente con respirador artificial.
El problema es que el doble termina su contrato y no se quiere ir. Para ello, es contratado un detective del país apodado Dr. Pooh. Su misión será secuestrar al falso Paul para que pueda ser sustituido por otro falso Paul.
Con ese motivo es introducido en la banda de Sir Paul como pianista. ¿El detective es músico? No, pero un chip incrustado en su cabeza soluciona el problema. Ese chip le permitirá tocar todas las rolas de McCartney, incluyendo las de su nuevo disco, aunque no lo haya escuchado. Así también funcionan los Pauls impostores.
La prueba de fuego para ser aceptado por el bajista zurdo es tocar algunas de sus melodías y la pasa sin problemas, aunque al principio toca algunas rancheronas para ver si a James Paul se le aflora el patriotismo nopalero.
Su afán por descubrir la verdadera nacionalidad del autor de “Yesterday” lo lleva a ordenarle “una montaña asesina de carne y frijoles sobre una isla de totopos asfixiados en catsup” (p.18), pero el ex beatle se zafa diciendo: “Oh no. I’m vegeterian” (ídem.).
La posibilidad de un McCartney mexicano no suena descabellada si recordamos que Sir Paul ha mostrado cierta predilección por nuestro país, pues fue suya la idea de grabar “Bésame mucho”, y en la canción “The Back Seat of my Car” cita a nuestra capital: “The laser lights are pretty / We may end up in Mexico city”, además de la que improvisó en el Foro Sol capitalino en 2010: “Shine A Light In México”. Finalmente, su baterista es el paisano Abraham Laboriel Jr., sobrino del cantante de Los Rebeldes del Rock, el “patito” Johnny.
Por cierto, eso del chip podría funcionar para “revivir”a John y a George Harrison para siempre, reemplazándolos cada cierto tiempo para renovar la imagen de los excelsos Greñudos de Liverpool, aunque ya no pudieran ser, nunca jamás, Los Cuatro Mosqueteros de la Reina. Mismo destino se podría aplicar a Ringo Starr quien este año alcanzará los 80.
El final de esta operación policiaco-musical es exitoso pues el Paul de pacotilla es sustituido por el otro impostor y en el proceso desempolvan toda la nostalgia acumulada por nosotros los viejos, muy muy muy viejos ya, beatlemaniacos: “Hey Jude”, “For no One”, “Maybe I’m Amazed”, “Band on the Run”, “Live and Let Die”, “Uncle Albert” and “My Love”, et al.
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*Carlos Velázquez. “Paul McCartney for dummies” en «Despachador de pollo frito». Monterrey, N.L., Edit UANL / Sexto Piso, 2020. 127 pp. (Colec. Narrativa Sexto Piso). (p. 11-28).