PEREZ17102022

Una crisis que nunca se fue
Carlos M. López Hernández

Monterrey.- Tal parece que el estado de Nuevo León enfrenta, nuevamente, graves problemas con el agua. Sin embargo, entre todos estos problemas, quizá el más complicado sea tener que lidiar con el mundo imaginario que creó su gobernador y que actualmente parece haberse olvidado por el consciente colectivo: “nuevo Nuevo León” (o “Nuevolandia”, para algunos).

Y es que resulta que el año pasado, tras una intensa lluvia un día domingo, Samuel García, muy alegre, comunicó a los ciudadanos que la crisis (sic) hídrica se había terminado.

Pero no bastó con eso, ya que aseguró que el tema del agua, a raíz de los programas como la Presa Libertad o “El Cuchillo II”, no volvería a ser problema, al menos durante 10 años.

Por supuesto, tal acción se agregó a su registro de hazañas como político, las cuales tal parece que también son imaginarias.

Anteriormente, ya se ha opinado en este medio, acerca de Nuevo León y el multiverso, de cómo Samuel García, titular del ejecutivo de este estado, no parece dimensionar la realidad, sino que pareciera que vive en otra parte.

Por lo mismo, sus palabras no hayan, en la mayoría de los casos, sentido para el mundo en el que el resto de los habitantes de Nuevo León viven.

Hace unos meses, se dijo que para este año se tendría el verano más fresco en los últimos tantos años. No obstante, cada semana los termómetros siguen registrando temperaturas entre 38 y 42 grados centígrados.

Después, hace unas semanas, para justificar la deforestación del Río Santa Catarina, se dijo que las posibilidades de llegar un ciclón a Nuevo León eran preocupantes, motivo por el cual era necesario intervenir en el río para evitar una tragedia.

Hernán Villareal, secretario de Movilidad y Planeación Urbana, llegó a decir que se deberían prender veladoras para evitarlo. Pero, al día siguiente, Samuel García pidió quitarlas y poner unas nuevas para que llegaran las lluvias al estado. Una manera sutil de aceptar que el problema del agua no fue resuelto.

Hace unos días también, Juan Ignacio Barrán, director de Agua y Drenaje de Monterrey, reconoció que la autoridad se equivocó en decir que la crisis del agua fue resuelta. Esto significa que la situación hídrica en Nuevo León sigue siendo un problema central, a pesar del negacionismo de su gobernador, quien insiste en que todo está resuelto (aunque quizá sea en una realidad distanta).

Por último, en este espacio siempre se defendió la hipótesis de «no es sequía, es saqueo», pues las restricciones más serevas han sido cargadas a los ciudadanos, por ejemplo: al tener que pagar cuotas más altas; sufrir cambios en sus medidores; registrar cortes del servicio; ser objetivo de campañas en contra como bañarse en tres minutos, o bañarse una vez al día, o ser catalogados como “ciudadanos de 100”. Pero a las empresas no parece haberse exigido nada severo.

Nuevamente, el que suscribe esta opinión insiste en la misma hipótesis, ya que no es posible que ante una crisis severa, embotelladoras, refresqueras y cerveceras no se vean afectados en su producción. Además, habría que agregar otro factor, como la obsesión del gobernador en atraer inversión extranjera.

En su momento, aquí también se analizaron los posibles problemas que atraería Tesla a Nuevo León. Naturalmente, aún no opera, pero para poder aceptar quedarse en el estado, se debía asegurar que no tendría problemas con el vital líquido.

Así lo ha admitido Samuel García esta semana pasada, al decir: “gracias a dios, hemos podido resolver temas como la luz, como el agua, migración, entre otros, que son los que piden estas grandes empresas transnacionales cuando se instalan”. Esto se podría considerar como un descuido, pero que está dentro de lo racional.

Análogamente, la misma situación se presenta con las personas. Uno busca vivir en una zona donde estén todos los servicios, haya seguridad y tenga buena comunicación vial, entre otras cosas importantes.

Sin embargo, cuando el objetivo del gobernador es insistir en atraer grandes empresas (ahora chinas) las posibilidades de terminar con la crisis hídricas son nulas. Pero nulas para los ciudadanos.

Con otras palabras, en Nuevo León tal parece que no hay ni habrá agua para los ciudadanos, por más lluvias, tormentas o huracanes que lleguen a la entidad. Pero para las grandes empresas, está más que garantizada.