Voy a dejar el análisis sobre de la memoria colectiva para otro momento. Sin embargo, no quiero dejar de apuntar la importancia que este ejercicio reflexivo sobre la memoria tiene como combustible para la táctica y la estrategia en el actual periodo de la lucha de clases.
Contrario a lo que presupone el sentido común, el rescate de la memoria de los proyectos políticos que le plantaron cara al Estado mexicano (entiendo el Estado como una herramienta de clase), es un asunto vertebral para entender nuestra actualidad y poder plantear las acciones necesarias para alcanzar la victoria. Resumiré esta innegable importancia en una sentencia: sin memoria, no hay justicia.
Dicho esto, permítanme comenzar con el tema central de esta breve intervención.
Independientemente de la posición que podamos tener respecto al actual gobierno federal, la autonombrada cuarta transformación y Morena, tenemos que reconocer dos cosas. La primera, a pesar de que un número nada despreciable de comunistas (voy a utilizar este término para referirme a la posición de la izquierda mexicana más avanzada) se sumaron, impulsaron, construyeron y le dieron vida orgánica al proyecto encabezado por Andrés Manuel, en la actualidad se encuentran relegados (si no vetados) de cualquier espacio dentro del gobierno o de la organización política que fundaron.
Segundo. Incluso si nuestro balance sobre lo hecho en este gobierno es positivo, debemos reconocer que este no puede ser el final de camino. No solo porque sería una aberración dialéctica y una renuncia fáctica del marxismo como herramienta de explicación y transformación de la realidad social, sino porque simple y sencillamente, nuestro país en la actualidad dista mucho de ser un espacio libre de la explotación entre seres humanos.
Dejaré para otro momento el debate sobre los avances, retrocesos, críticas o loas que se le puedan hacer a López Obrador, a Morena y a la autonombrada Cuarta Transformación.
En lugar de centrarme en lo que hacen bien o mal, tanto Andrés Manuel (quien no es comunista), como quienes se han apoderado de Morena y del proyecto político de la 4T (que tampoco son comunistas), voy a limitarme a puntualizar algunas reflexiones sobre lo que, quienes sí somos comunistas, debemos hacer para alcanzar una victoria contra nuestro enemigo histórico: la burguesía en todas sus formas y en todas sus modalidades.
Es importante que iniciemos entendiendo el porqué los comunistas estamos en la marginalidad del espectro político nacional. Es curioso que sean justamente nuestros enemigos, la derecha más rancia, inhumana y fascista, quienes revivan el epíteto de comunista como un insulto que es profesado justo contra quienes no son comunistas. Es notable, como sigue siendo vigente, la aseveración que Marx y Engels hacían en las primeras líneas del Manifiesto del Partido Comunista.
El hecho de que el comunismo siga siendo un fantasma que atemoriza a panistas, priistas, morenistas, perredistas y demás aberraciones electoreras, plantea que, al igual que en 1847, el proyecto histórico del comunismo sigue vivo y es más vigente que nunca.
Pero si el proyecto histórico comunista es vigente, ¿por qué no somos los comunistas un actor de primer orden en la lucha por la transformación del país? ¿Por qué somos una marginalidad cuasi anecdótica? ¿Por qué vamos a la cola de los procesos? ¿Por qué no somos la posición hegemónica en la izquierda? ¿Por qué no somos una fuerza definitoria?
Me aventuraré a dar una respuesta. Primero, no somos la fuerza que debemos ser, porque carecemos de una organización partidaria que encause los esfuerzos que, heroicos pero aislados, se dan en todo el territorio nacional.
Segundo, no somos un actor preponderante porque hemos renunciado a asumir la dirección de diferentes procesos de lucha, en diferentes espacios. Por ejemplo, en el terreno electoral no tenemos una propuesta propia. Nos sumamos a esfuerzos en los que participamos de manera muy digna, pero secundaria. Y ni siquiera es que perdamos el debate al interior de esos esfuerzos, sino que simplemente no lo damos. Perdemos porque no nos presentamos al juego.
En honor a la verdad, hay que decir que no hay una explicación convincente del porqué renunciamos a la lucha electoral desde una perspectiva comunista. Algunas voces dicen que no hay una conciencia dentro de las bases populares que asuman el proyecto histórico del comunismo; otras dicen que no es el momento de plantear esa propuesta, sino de avanzar con formaciones más afines a la socialdemocracia. Puedo asegurar que estás lecturas están equivocadas.
Vale la pena preguntarse: ¿por qué no apostarle a la formación nacional de una propuesta político electoral comunista? Es evidente que no hemos ganado nada del lado de la socialdemocracia, o de la burguesía nacionalista. Por más democráticas que sean estas propuestas, nosotros siempre terminamos perdiendo. ¿Qué tendría de malo perder con una propuesta propia, con una organización construida a imagen y semejanza de nuestros ideales, de nuestros principios?
En el Movimiento de Izquierda Revolucionaria nos cuestionamos esto y decidimos impulsar la constitución de una propuesta político electoral: el Frente de Izquierda, en el estado de Michoacán de Ocampo. Espacio en el que proponemos converjan las expresiones organizativas populares, campesinas, obreras, feministas y ecologistas revolucionarias que luchan por un mundo mejor.
A eso justamente, camaradas, he venido hoy. A invitarles a debatir la pertinencia de esta propuesta, para impulsarla desde una perspectiva nacional.
Por esta razón, proponemos acordar una fecha (puede ser en la próxima sesión del Proceso de Reflexión Raúl Ramos Zavala), en la que le dediquemos un espacio considerable al debate sobre la táctica y estrategia de las y los comunistas en el actual periodo de acumulación de fuerzas, y la pertinencia de consolidar una organización político electoral de carácter nacional, que represente y conjugue los ideales de la izquierda revolucionaria mexicana.
Desde el MIR estamos convencidas y convencidos de la unidad, pero de una unidad entre iguales, entre camaradas que profesamos los mismos principios, los mismos valores, las mismas aspiraciones. Si conseguimos esto, nuestra victoria será una realidad y no un anhelo.
Camaradas, muchas gracias.
* Texto presentado para su lectura en el V Proceso de Reflexión Raúl Ramos Zavala, realizado en Morelia, Michoacán, el 15 de octubre de 2022.