“Amanecí de bala/amanecí bien magníficamente bien todo arisco/hoy no cambio un segundo de mi vida por una bandera roja….Sin embargo deseo que este día me sobreviva”
El poema “Amanecí de bala” del entrañable Víctor “El Chino” Valera Mora, se me vino a la cabeza a mí y a otres venezolanes hace justo una semana, después de aquellas imágenes desde el este de Caracas, en el bastión de Altamira, que sacudieron al mundo con la noticia de un “levantamiento cívico-militar”. No fue ni lo uno ni lo otro: fue el intento fallido de un golpe de estado que apenas apoyó un puñado de militares y en que el mismo –y ahora único- dirigente opositor, Juan Guaidó, reconoció que hubo gente que no le cumplió su promesa de unirse a la fase final de la “Operación Libertad”, que tampoco lo es. Es la continuación de una operación de asfixia con el patrocinio del gobierno acostumbrado a extorsionar, Estados Unidos.
Como siempre, acá en México, iniciaron los análisis respecto a la “realidad de Venezuela” que la mayoría de les especialistes basan en informes sesgados, mentiras y mitos. Y enlisto:
*Maduro es un usurpador: No: el presidente Nicolás Maduro fue electo en comicios presidenciales el 20 de mayo de 2018, en los que la oposición decidió llamar a la abstención al considerar que eran elecciones ilegítimas. Perdieron antes de iniciar el juego para así descalificarlo y sostener el plan que ya tenían listo para preparar las condiciones hacia un “gobierno de transición”.
*Guaidó es presidente encargado: No. Juan Guaidó es presidente de la Asamblea Nacional, declarada en desacato por el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela. No existieron nunca las condiciones establecidas en el artículo 233 de la Constitución de Venezuela para declarar la ausencia de un mandatario, las cuales son “muerte, renuncia, destitución decretada por sentencia del Tribunal Supremo de Justicia, incapacidad física o mental permanente certificada por una junta médica designada por el Tribunal Supremo de Justicia y con aprobación de la Asamblea Nacional; abandono del cargo declarado por la Asamblea Nacional y la revocatoria popular de su mandato” así como la “falta absoluta del Presidente electo o Presidenta electa antes de tomar posesión”. La oposición nacional e internacional (la misma que validó votaciones con fotocopias de boletas, como en Colombia o comicios con decenas de candidatos asesinados, como en México) considera que las elecciones presidenciales fueron ilegítimas por lo que el nombramiento de Maduro, en enero, no sería válido. La ruta fue política, no legal. Pero a nivel periodístico, hay hechos: un presidente sentado en la silla del Palacio de Miraflores y uno “autoproclamado” el 23 de enero, en la calle.
*Maduro solo es apoyado por un montón de militares en Miraflores: No. Y eso explica la falta de convocatoria de la oposición y la cada vez más creciente dificultad que encuentra el gobierno de Estados Unidos para lograr sus objetivos políticos, económicos y diplomáticos en Venezuela; incluso, en un anuncio que demuestra el grado de desesperación ante las fallas del plan de derrocar a Maduro, el vicepresidente Mike Pence anunció más sanciones a personalidades chavistas así como incentivos a militares para que se sumen al proyecto que, en la calle y pese a la crisis económica y social, no han logrado. A Maduro lo apoya una base chavista que está dispuesta a defender con su vida los logros de la Revolución Bolivariana iniciada por Hugo Chávez. Y lo apoya, aunque en grado mucho menor, el ala disidente que se asume “chavista, no madurista” que busca un cambio de gobierno que resuelva la crisis desatada en 2013 y que está en contra de la intervención militar auspiciada por Estados Unidos. Esta población existe, aunque en muchos medios de comunicación que se asumen “objetivos e imparciales” su punto de vista sea sistemáticamente invisibilizado.
AP_19121683622785-1*El fin de la “usurpación” está cerca: …desde 2014, más o menos. Dirigentes opositores (cuya fuerza se ha ido diluyendo conforme pierden credibilidad entre sus bases), han pronosticado que “ahora sí está cerca, ya viene la hora cero, ha iniciado la fase definitiva, prepárense que mañana es el día” que nada más no llega. Por ese callejón de promesas no cumplidas han pasado María Corina Machado, Antonio Ledezma, Henry Ramos Allup, Henrique Capriles , Julio Borges, el mal llamado “poeta” Gustavo Tovar….Y hoy quien sigue sentado en Miraflores es el excanciller Nicolás Maduro Moros.
*Operación Libertad: Debería llamarse, más bien, “operación no pacífica colonizante”. La estrategia no es la “recuperación de la libertad y la democracia” sino la imposición del proyecto estadunidense sobre el país con las mayores reservas de petróleo del mundo. Ya hay toda una ruta jurídica que incluye la amnistía a militares que estén con Guaidó; disolución de la Asamblea Nacional Constituyente (chavista) y el inicio de una junta de transición que convocará a elecciones. Todo esto es diseñado en la Asamblea Nacional en desacato (la opositora) mientras que el proyecto ejecutivo, que abarca hasta obras públicas concretas, está mostrado en las cuentas en redes sociales de la “Presidencia” guaidoísta. Y, si la situación así lo amerita, Guaidó y sus aliados nacionales e internacionales contemplan la intervención militar: “Gracias por la opción, la evaluaremos y probablemente la consideraremos en el Parlamento para resolver esta crisis. Y si es necesario, tal vez la aprobemos”, dijo Guaidó respecto a las declaraciones de John Bolton de mantener esta carta bélica sobre la mesa. Recupero aquí la frase que me dijo una militante chavista cuando la entrevisté en enero en alrededores de la Plaza Bolívar: “las balas no distinguirán entre chavistas y escuálidos”. A esto se suma la denuncia del embajador de Venezuela ante la ONU, Samuel Moncada, en el sentido de que el Erick Prince, dueño de la empresa de mercenarios, BlackWater, propuso a Donald Trump “la formación de un ejército con cinco mil asesinos para invadir a Venezuela desde Colombia”. Según Moncada, ese sería el “evento dinámico” que iniciaría la guerra, con un costo inicial de 40 millones de dólares provenientes de Citgo, la filial de Petróleos de Venezuela en Estados Unidos
*Toda la culpa de la crisis es del gobierno chavista. En una primera y sesgada lectura, las serias dificultades de una gran cantidad de venezolanes para tener acceso a medicamentos o alimentos que antes sí podían comprar, se atribuye a una lenta o insuficiente capacidad del gobierno madurista para resolver la crisis económica. Hay una hiperinflación que consume vorazmente la capacidad adquisitiva de la mayoría y que, cada día más y a pesar de las estrategias del gobierno, no ha impedido que la economía se vuelva cada vez más dolarizada. Pero hay un responsable clave que muchos de los que se dicen “especialistas sobre Venezuela” dejan de lado, con dolo o sin él (que al fin y al cabo, la desinformación es la misma): el bloqueo económico, financiero y comercial impuesto por Estados Unidos y aliados, que asciende a más de 4 mil 500 millones de dólares y que buscan aislar diplomáticamente a Venezuela hasta asfixiarla. No es cosa menor el hecho que recuerdo hasta el cansancio: el exmandatario estaunidense Barack Obama declaró el 5 de marzo de 2015 a Venezuela como “amenaza inusual y extraordinaria” a la seguridad nacional de aquel país. La Siria latinoamericana, la república más asediada del continente. El mal ejemplo.
En este contexto, para cualquier analista resulta complicado determinar qué pasará en Venezuela, sobretodo si está siempre presente la opción de la intervención militar, que derivaría en una conflicto civil. La crisis en Venezuela es una pelea más allá de nuestros conceptos de democracias y libertades: es una confrontación de dos proyectos de mundo, donde les peleadores mayores están afuera y el saldo más duro lo pagan los de adentro, los que no están en las lecturas bañadas de ingenuidad ni en los planes de “alzamiento, levantamiento, rebelión, fase final de dictadura” que han terminado en una ficción con objetivos criminales no enunciados.
Nos vemos la próxima semana
Con café y tal vez, un moribundo cigarro
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