Historia de la familia Porras, que perdió hogar y negocios y pide asilo en Estados Unidos, y cómo un jefe de La Línea decide sobre la vida de ciudadanos ajenos a la delincuencia; las autoridades locales son disueltas
Ciudad de México.- Villa Ahumada es una ciudad de 8 mil 753 habitantes, localizada a 132 kilómetros al sur de Ciudad Juárez y a 247 al norte de Chihuahua capital; es también una estación de paso y su viabilidad económica se debe a que cuando la gente viaja hacia el sur, se detiene a comer burritos; y cuando vuelve al norte, compra queso y tortillas. Igual de importante es su ubicación para los narcotraficantes.
El crimen autorizado se instaló en la ciudad por la ubicación geográfica. Comunica a tres cruces fronterizos importantes: Ciudad Juárez, que conecta el este de Texas, Nuevo México y el corazón de Estados Unidos; Ojinaga conecta al centro de Texas y la costa este, y Puerto Palomas abre la puerta de la costa oeste. Por el lado mexicano abre la puerta de la sierra de Chihuahua, Sonora, Sinaloa y la costa oeste, y la ruta sur que viene de Chihuahua capital conecta con Durango y Coahuila, ambos estados sede importante de cárteles. No se crea que este control es pacífico. Mckinley reportó una masacre perpetrada por decenas de sicarios que se llevaron a 10 personas, solamente una apareció encobijada en Ciudad Juárez. Los cárteles aplastaron a la sociedad para controlarla, y lo hicieron a sangre y fuego. Villa Ahumada puede sintetizar lo que sucede en muchas partes del país.
La familia Porras fue parte de la vocación económica de la ciudad, abrieron cremerías, empezaron a producir su propio queso y tuvieron mucho éxito. Sus tribulaciones empezaron cuando en una reunión de panistas en una cantina la policía los agrede, Rodolfo Porras Luján interviene para ayudar a un amigo y la policía le fractura el cráneo, lesión que terminaría con sus días. Era el tiempo en que a los panistas se les perseguía, y llegaría el momento en que bajo la protección del PRI tendrían impunidad, lo que pagarían persiguiendo panistas.
El hijo Rodolfo Porras González continuó con el negocio; en una ocasión fue invitado a una pelea de gallos por un sicario; le pidió dinero a su esposa y ya no regresó; no obstante que pagó la extorsión, de todas maneras lo asesinaron; la explicación fue que se había alegrado por el suicidio del hermano de Jesús Salas Aguayo (alias El Chuyín), segundo de a bordo del cártel (La Línea) y que según El Paso Times, en 2015 fue detenido por ordenar el asesinato de un informante de ICE (Immigration and Customs Enforcement). Trascendió que a Rodolfo lo mataron porque era panista. Rodolfo fue regidor de 2007-2010; su hermano Héctor era un fuerte activista y funcionario panista; fue regidor de 2001-2004, y siendo encargado de las elecciones, visitaba las casillas llevando comida y bebida y era seguido y acosado por La Línea, que trabajaba para el PRI. Cuando Jaime Porras, el hijo mayor de Rodolfo, fue asesinado en el cementerio al visitar la tumba del padre. Posteriormente, en cuestión de días, telefónicamente amenazaron matar a la madre y a toda la familia, y entonces todos decidieron salir, literalmente, con lo que tenían encima. Huyeron así como lo hacen los refugiados de zonas en conflicto. En junio de 2012, 22 miembros de la familia Porras huyeron de la ciudad, y solicitaron asilo político en Estados Unidos. Desde la Revolución Mexicana no se veían familias enteras como refugiadas políticas.
Debido a que la ley de asilo solo permitía admitir demandas por familia inmediata, se presentaron 6 casos, o sea, las cabezas de familia. Los Porras no es un caso único de familias desplazadas. En aquel entonces, en Coyuca de Catalán, en Guerrero, 45 familias abandonaron el pueblo después que fueran asesinados la lideresa ecologista Juventina Villa y su hijo Reynaldo Santana; Ciudad Mier, en Tamaulipas, se convirtió en pueblo fantasma, después que la población huyó por amenazas de los Zetas. Amplias zonas de Guerrero y Chiapas reproducen el mismo fenómeno. Hay población expulsada entre otros en Guerrero, Chiapas, Chihuahua. El gobierno de Estados Unidos, en 2015 cerró administrativamente el caso de los Porras, pero de repente lo abrió, como para que tuvieran oportunidad de documentar que siguen en peligro.
A César Porras, el hijo de Rodolfo, las autoridades migratorias le han negado el asilo y lo han deportado en dos ocasiones; actualmente está escondido en diversas partes de México.
Recientemente nos llamó la atención el documental Guardián de la Memoria, dirigido por Marcela Arteaga en 2019, que ha sido premiado en Morelia, en el Festival DocsMx y en los Premios Ariel como Mejor Largometraje Documental; en un segmento aparece María del Carmen Salas García, viuda de Porras, que tiene un esposo y un hijo asesinados, con su hijo Héctor denunciando a El Chuyín, el sicario que asesinó a Rodolfo y que está entre los más buscados por el FBI, el documental está disponible en YouTube: (https://na01.safelinks.protection.outlook.com/?url=https%3A%2F%2Fwww.youtube.com%2Fwatch%3Fv%3DpMxXZetMbF0&data=05%7C02%7C%7C403f545a42904a10d9d208dc9ba300fc%7C84df9e7fe9f640afb435aaaaaaaaaaaa%7C1%7C0%7C638556371601578626%7CUnknown%7CTWFpbGZsb3d8eyJWIjoiMC4wLjAwMDAiLCJQIjoiV2luMzIiLCJBTiI6Ik1haWwiLCJXVCI6Mn0%3D%7C0%7C%7C%7C&sdata=aOz3fOG07j5WUaM5XMvAhsbEHqr7uYGVl0NrfETp5tU%3D&reserved=0).
(Continúa la segunda parte el lunes.)