Los llamados a atender la problemática que enfrentan los mares del mundo son alarmantes, en algunos casos se calcula estar cerca del punto de no retorno.
Por razones de la pandemia del Covid, se aplazó la conferencia que, originalmente, estaba programada para el 2020 y que por fin pudo realizarse a partir del 27 de junio, para concluir el pasado viernes 1º de julio.
“Los océanos cubren el 70% de la superficie de la Tierra y son el hogar de alrededor del 80% de toda la vida en el mundo, convirtiéndolos en la biosfera más grande del planeta”, dice la ONU en el sitio web de la Conferencia.
Y continúa: “Generan el 50% del oxígeno que necesitamos, absorben el 25% de todas las emisiones de dióxido de carbono y capturan el 90 % del calor adicional que producen dichas emisiones”.
Son muchos los temas y las problemáticas que tratan de abarcar en esta reunión, que van desde el cumplimiento del Objetivo 14 del Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, hasta la implementación de la Década de las Ciencias Oceánicas, que inició el año pasado.
Comparto a continuación algunos datos acerca de la importancia de los océanos en la economía:
El 90% del comercio mundial utiliza el transporte marítimo.
La pesca y la acuicultura proporcionan a 4 mil 300 millones de personas más del 15% del consumo anual de proteína de origen animal.
Más del 30% del petróleo y el gas que se producen en el mundo se extraen en el mar.
El turismo costero es el mayor segmento de mercado de la economía mundial y representa el 5% del producto interno bruto mundial y entre el 6% y el 7% del empleo.
La ampliación de los conocimientos sobre la biodiversidad marina ha brindado adelantos muy importantes en sectores como los productos farmacéuticos, la producción alimentaria y la acuicultura.
Trece de las 20 megalópolis del mundo son costeras.
Las mareas, las olas, las corrientes y la energía eólica marina son fuentes de energía emergentes con grandes posibilidades de contribuir a la obtención de energía con bajas emisiones de carbono.
Más del 40% de la población mundial, alrededor de 3 mil 100 millones de personas, vive a menos de 100 kilómetros de distancia del mar en unas 150 naciones.
Los océanos representan más del 60% del producto nacional bruto (PNB) mundial.
Hasta aquí los datos de las Naciones Unidas.
Hay implícita en las temáticas abordadas por la ONU una ética utilitaria dominante, en la que se ve a los mares sólo como fuentes económicas, tal y como lo enunciara el filósofo inglés Jeremy Bentham:
“La mayor cantidad de felicidad a la mayor cantidad de personas en la mayor cantidad de tiempo”, decía Bentham.
El asunto es mucho más grave, parafraseando aquel viejo poema de Mario Bennedetti.
Es un asunto civilizatorio, pues es la misma supervivencia humana la que está en juego, de continuar con la explotación de los ecosistemas marítimos como hasta ahora.
El mar es para la vida no sólo para la economía.
Viene el recuerdo de una vieja melodía incluida en el repertorio de la famosa “Chanson Francaise”, La Mer de Charles Trenet y que popularizará mundialmente Ray Connif; cito la letra original:
El mar,
en el cielo de verano, se confunden
las nubes blancas
con los ángeles puros.
El mar, pastor azul sin límite.
Mirad,
cerca de los estanques,
esos grandes rosales húmedos.
Mirad esos pájaros blancos
y esas casas enmohecidas
El mar
los ha acunado a lo largo de los golfos claros
y de una canción de amor.
El mar
ha acunado mi corazón para la vida.