Pachuca.- Xóchitl Gálvez es hidalguense, ahora candidata para la presidencia de la república. En Hidalgo es harto conocida, aunque se podría decir de ella el refrán: “Nadie es profeta en su tierra”, ya que los triunfos en su carrera política electoral se han dado fuera del terruño hidalguense y los intentos por posicionarse en Hidalgo fueron fallidos, y atropellados por el dominio priista, ahora su aliado de ocasión.
La primera vez que se le conoció en Hidalgo, a través de los medios de comunicación, fue cuando Xóchitl Gálvez fue incluida en el gabinete de Vicente Fox (2000-2006), como titular de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas. Antes fue una gran desconocida, ni en su pueblo la recuerdan. Hoy embona completamente que “vendió” la idea de su origen indígena y que hablaba la lengua otomí, algo completamente inexistente, ya que el municipio Francisco I. Madero no es considerado indígena y no se habla la lengua otomí (Hñahñu).
Felipe Calderón (2006-2012) no la llamó para ningún cargo en su gabinete, empero ella siguió contactando a los liderazgos y comunidades locales. Desde 2007 se destapó como candidata a la gubernatura de Hidalgo, lidiando con la conformación de una alianza opositora, pero con personajes del viejo régimen, como José Guadarrama Márquez, el cantante Francisco Javier y Gerardo Sosa Castelán, entre otros; en ese momento la influencia del PAN fue mayor y más cerrada y solo aceptaron a Xóchitl.
Finalmente se conformó la alianza “Hidalgo nos Une” entre PAN, PRD y Convergencia; Xóchitl se enfrentó a Francisco Olvera Ruiz con “Unidos Contigo”, del PRI, PANAL y PVEM, en una lucha sin cuartel y mediante una guerra sucia implementada desde el gobierno local, utilizando todas las instituciones y la prensa a su servicio. A pesar de contar con el gobierno federal en su apoyo, de programas y recursos que se dieron, no pudieron con el viejo priismo y el corporativismo del SNTE, movilizando a su favor al profesorado.
Francisco Olvera ganó con el “voto verde”, es decir, de los distritos y municipios rurales donde la compra del voto fue abusiva; se convirtió en gobernador, dejando a Xóchitl en resultado muy cerrado, con instituciones parciales, mediante operativos de viejas prácticas de siempre. En el PRD también incurrieron en deslealtad. La gran contradicción es que los verdugos de ayer de Xóchitl, son los aliados de hoy.
Gálvez descubrió que tenía un capital político en Hidalgo, que no podía desaprovechar y nuevamente se fue a la carga en las elecciones federales de 2012, cuando se postuló como candidata a senadora, pero en un momento en que el PAN cayó de las preferencias nacionales ante el regreso del PRI, y fue el PRD quien ocupó la segunda fuerza, y por consiguiente, obtuvo la posición de representación proporcional, gracias el empuje de la votación por Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Ante sendos descalabros del viejo sistema político hidalguense, del PRI, Xóchitl Gálvez dejo por la paz a la tierra que la vio nacer. Su verdadera fuerza era vender su narrativa de “emprendedora” y esto lo hizo en la ciudad de México, ganando en 2015 la Jefatura delegacional de Miguel Hidalgo. En 2018 entró sin hacer campaña como senadora de representación proporcional en el PAN.
En sus incursiones por Hidalgo, aunque tuvo contactos con diversos liderazgos, dejó la sensación de que no conoció a fondo la entidad, pues apoyó, conscientemente o no, ya sea por conveniencia y oportunismo fue aliada de grupos como José Guadarrama, Daniel Ludlow Kuri, Gerardo Sosa y la familia Charrez, encabezada por Cipriano, quien se convirtió en un verdadero cacicazgo, entre otros, de la misma calaña.
Hoy como candidata a la presidencia, Xóchitl no “jala”, ya se le conoce en Hidalgo. Y no solo es por dos de sus puntos que ha “vendido” ante los políticos que no la conocen: que es indígena, que sabe hablar lengua indígena y que vendía gelatinas, sino por su lejanía y ausencia de los principales problemas de la entidad. Y finalmente, por cuestión de congruencia, observada inclusive desde el mismo panismo, está aliada y se sienta a comer con quienes la ofendieron y atropellaron, una y otra vez.