Mazatlán.- Los aspirantes presidenciales del llamado “Movimiento de Regeneración Nacional”, están cada día más fuera de la conversación pública, producto de un diseño formulado para difundir las “conquistas” del gobierno de López Obrador, las “debilidades” de la oposición y, mostrarse por el país, con la cara sonriente de la “continuidad con cambio” de la Cuarta Transformación.
Primero, son seis los aspirantes, diciendo casi lo mismo y algunos con el mismo tono tabasqueño. Segundo, ninguno se puede salir del guion establecido que es un verdadero corsé discursivo. Tercero, hablan en la plaza pública viendo, a cada momento, la reacción del presidente y, cuarto, tienen que guardarse sus opiniones, porque solo hay una, la del presidente López Obrador.
Y ahí radica la debilidad de este andar por el país durante 70 días porque al estar sujeto a la observación presidencial y a un guion prestablecido -pautado por el presidente y controlado por Morena, el INE y el TEPJF- están acotados so riesgo de que si lo violan quedan fuera de la jugada más por una decisión política, que jurídica o ¿acaso hay razones sólidas para pensar que el INE de Taddei se atreverá a sacar tarjeta amarilla o roja a quien se salte las reglas? No lo ha hecho, hay medidas cautelares.
Lo que hemos visto estas en semanas de ese largo caminar en medio de oleadas de calor, es la reiteración del lugar común, la exaltación de resultados que chocan con la realidad cotidiana, la falta de recursos persuasivos, los acarreos para hacer bola, las fotografías a modo y, sobre todo, la imposibilidad de decir está boca es mía.
O sea, cualquiera que asista a un evento de Claudia Sheinbaum no encontrara mucha diferencia con uno de Ricardo Monreal y, el que va a uno de Adán Augusto López, es como si fuera a otro de Gerardo Fernández y, quien asiste a uno de Marcelo Ebrard, no hace gran diferencia con cualquiera de Manuel Velasco.
Entonces, el resultado en términos de proselitismo es magro, es un discurso en el mejor de los casos para los de “casa”, los que ya saben por quién van a votar que son en su mayoría los que asisten a los actos de Morena y sus aliados porque además ¿no es para decidir quién es el candidato del Movimiento si no para ungir por el llamado “método democrático”. ¿Y el mensaje para el resto? Aquel 75 por ciento que está con la oposición, en las filas del abstencionismo o la desafección partidaria.
El guion del “Movimiento” no sirve para dar visibilidad a las capacidades que sin duda tienen cada uno de ellos. Y es que está decidido desde antes, en Palacio Nacional, para procesar “democráticamente” una decisión al puro estilo del Maximato callista. A Claudia se le cargaron los apoyos desde el principio con un dispositivo de seguridad de “úsese en caso de emergencia” de manera que si caía Claudia por falta de discurso, carisma, empatía, estaría listo Adán Augusto el señor de los relojes.
De no haber sido así, lo que esperaría es que el método de selección del candidato hubiera sido ajeno al presidente y que los aspirantes a “Coordinador Nacional de Defensa de la 4T” expusieran sus ideas libremente sobre el país. Su proyecto político más allá del dogma de la 4T. Incluso, que criticaran “con ánimo constructivo el proyecto de nación”.
Pero eso, no era posible, bajo el guion establecido. Y, ahora, que aparece la figura de Xóchilt Gálvez en el escenario de la oposición y cuando con extraordinaria rapidez captura la atención pública, relegando mediáticamente las “corcholatas”, el presidente se han vuelto rehén de ella, como vemos que no deja de hablar mal de su aspiración y eso, ya sabemos, provoca victimización del objetivo. O sea, pega a las “corcholatas”.
Claro, se podrá decir, con cierta dosis de verdad que el cuarto poder está en manos de la oligarquía y eso explica todo. Me preguntaría, ¿y antes? Cuando solo hablaban del presidente López Obrador y las “corcholatas”. Al margen de los propietarios, los medios generan información, es su razón de ser y en eso están.
El presidente cuestiona mal a Xóchitl y lamentablemente se repite la crítica al unísono. Y eso está provocando una reacción contraria. El presidente inconscientemente se ha convertido en el jefe de campaña de Xóchilt y las “corcholatas” el eco sextuplicado. Estamos, entonces, ante el fracaso de un método de selección de candidato (a) que de momento no se ve cómo pueda revertirse por los mismos mecanismos de control.
Y faltan todavía muchas semanas de “campaña” de los presidenciales. ¿Seguirán repitiendo el mismo guion, habrá un cambio de relato, debatirán entre ellos? ¿Qué van a hacer en esta circunstancia que no estaba prevista y que partía de la idea de que la oposición no tenía manera de tener un candidato medianamente competitivo? Y que todo, era un mero trámite, para alzar con el triunfo interno a Claudia Sheinbaum.
Xóchilt, todavía ni siquiera es candidata de la oposición y ya provocó un cisma en la Presidencia y la dirigencia de Morena, al grado que lo único que se les ha ocurrido es la desacreditación por razones machistas y “sumisión a la oligarquía” expresadas por el Presidente López Obrador, las de su origen indígena, como lo vemos con algunos moneros irritados, las de clase con aquello de que “no cualquier mujer puede ser presidenta” de Claudia Sheinbaum y, hasta, los que afirman que será una mercancía con huipil como antes fue Peña Nieto y La Gaviota.
O sea, están enojados y, peor, desconcertados lo que llama a la mesura a la inteligencia política. Y ahora, López Obrador necesita un plan B, que le permita retomar el control de la narrativa, porque el votante promedio que tiende a hacer cálculo racional, de costos y beneficios, empieza a ver que la máxima triunfalista de “este arroz ya se coció” no parece claro y vendrán unas elecciones más competitivas de lo previsto.
En definitiva, la campaña interna del “Movimiento” están llegando a su techo de movilización y la oposición con Xóchilt ya capturó la conversación política, algo que hace unos días se veía como imposible.