PEREZ17102022

Yasmín, o lo que pasa
Samuel Schmidt

Austin.- Se dice que en México nunca pasa nada ni cuando pasa, y por eso impera la impunidad y otros males mayores.

La ministra Esquivel se sorprendió al hacerse público que había plagiado su tesis de licenciatura; ella posiblemente pensó que si después de tantos años nadie se había dado cuenta, entonces el plagio surtió el efecto deseado. Ante la fuerza de las pruebas, solamente se hizo a un lado para la presidencia de la Suprema Corte y realizó una muy torpe defensa, no obstante que el delito había prescrito.

El rector de la UNAM se esquivó tratando de evadir su responsabilidad ante la comisión de un delito; el código penal federal en su Artículo 427 dice: “Se impondrá prisión de seis meses a seis años y de trescientos a tres mil días de multa, a quien publique a sabiendas una obra sustituyendo el nombre del autor por otro nombre”.

El rector, como es costumbre ante temas peliagudos, se escudó en la autonomía universitaria, que no es extra territorialidad ni refugio ante la ilegalidad. Así por ejemplo justifican la prohibición a la acción policiaca en el campus frente al narcotráfico. El peso de las pruebas y la resistencia del gobierno a no caer en su maniobra, lo dejó sin más remedio que crear un procedimiento tortuoso para determinar el castigo.

Este caso evidenció la estructura de corrupción que se ha tolerado en la UNAM, para no alterar el equilibrio entre grupos políticos dentro de la institución. Esto le da la razón al presidente López Obrador, al denunciar el manejo neoliberal y corrupto de la universidad, que no lo es de ¡todos! los que la han hecho una institución de relevancia mundial.

Le llegó el turno a la Universidad Anáhuac, cuando el diario El País denunció que la plagiaria consuetudinaria plagió la tesis doctoral; eso ratificó su condición de universidad patito y se negó a actuar; pero la Universidad Complutense, con quien se supone se otorgaba conjuntamente el grado, negó que la ministra haya cumplido con sus obligaciones.

En esta historia hay varias instancias responsables del ascenso de una mujer que reincidió en la comisión de un delito, que se avientan la papa caliente y tratan que el escándalo le pegue a los otros; destaca la incapacidad o falta de voluntad del senado para revisar las candidaturas a puestos de larga duración y con relevancia sistémica.

La consejería jurídica de la presidencia falló al no revisar una propuesta presidencial de esta envergadura. Y surge la duda: ¿acaso AMLO la apoyó por influencia del empresario esposo de la ministra?; ¿o no estaba enterado? En ambos casos el caso es muy delicado. La respuesta presidencial ante la acusación del plagio fue errática, generando la noción de que protegía a una delincuente.

Las universidades son centro de conocimiento y deben ser ejemplos de conducta ética, pero el caso Yasmín sacó a la luz las prácticas de corrupción para titulación: venta de tesis, plagios estimulados por la directora de tesis, dirigiendo una cantidad inaudita de ellas. Esto reclama sanciones ejemplares para los que violentan la naturaleza de la institución; evadir esa parte de la responsabilidad ayuda a degradar el gobierno de la institución.

La UNAM y otras universidades han evadido su responsabilidad para castigar severamente el plagio; ahora aducen que no tienen normas para tal efecto. ¿Por qué no generaron esas normas? Si el plagio generalmente se da en el mundo de la academia, es inconcebible la abulia de la UNAM, aun frente a casos graves de plagio.

El senado, institución que la ratificó, no hizo un análisis detallado de la historia de la abogada, lo que cuestiona la calidad en el trabajo de selección de un puesto de esa envergadura. Una ministra de la corte toma decisiones trascendentes de importancia nacional, porque pasan a formar parte del cuerpo legislativo y afectan a toda la población. El senado debe realizar un voto de censura e iniciar un juicio político en contra de la ministra delincuente.

La Suprema Corte debe iniciar un procedimiento de sanción en contra de la ministra, que además de haber violado la ley ha continuado mintiendo. ¿Qué credibilidad pueden tener las sentencias y actuaciones legales de esta persona, o de los ministros que la arropan?

Muchos sostienen que si lo que pasa en México sucediera en otro país, las consecuencias serían muy fuertes. En Alemania dimitieron la ministra de educación y el ministro de defensa por un plagio; aquí no renunció Peña Nieto, la UNAM despidió al plagiario de mi libro porque era mal maestro y los alumnos protestaban, y la ministra se aferra al puesto y actuó con todo el peso de su investidura, en contra de procedimientos de transparencia y rendición de cuentas a las que está obligada una institución de educación superior.

Como siempre, mucho ruido y pocas nueces, el gatopardo reina. Y sí, se ratifica que en México nunca pasa nada. Es tierra de impunidad.