GOMEZ12102020

¡Yo acuso!
Ernesto Hernández Norzagaray

Mazatlán.- A Miguel Torruco Márquez, secretario de Turismo del gobierno federal; a Rubén Rocha Moya, gobernador de Sinaloa; y a Luis Guillermo Benítez Torres, alcalde de Mazatlán, por los contagios y muertes que se va a producir como resultado de la celebración del Carnaval Internacional de Mazatlán.

El engaño concertado en marcha de que se están ponderando distintas variables para la decisión, entra en contradicción con todo el operativo que se ha montando para algo que “no se sabe” si ocurrirá y que son evidencia de que siempre estuvo considerado la realización del Carnaval.

Ya el alcalde de Mazatlán busca deslindarse, luego de que ha sido el principal promotor de la insensatez, diciendo que es el gobernador quien tiene la última palabra; si en la víspera el semáforo de la pandemia se encuentra en verde (y si está en amarillo), le corresponde al gobierno municipal tomar la decisión; pero aun así, estaría en manos del gobernador la decisión.

Pero la decisión del centro está tomada, y por eso Miguel Torruco vino a Sinaloa a dar la orden de que se celebre el Carnaval, que es la voluntad de Palacio Nacional, para que sea parte de las acciones de recuperación y no se detenga la economía.

Entonces, con está papa caliente, tanto el gobernador y el alcalde han hecho malabarismos penosos con las fechas; y no tomar la decisión, que recomienda la lógica de los contagios y muertes, para no quedar mal con el presidente López Obrador.

Pero sin duda habrán de quedar mal con el pueblo de Sinaloa; será este el que sufra los contagios y muertes; las pérdidas de empleos e ingresos, incluso como lo recordaba esta semana Helena Larsen, la dirigente de la Canacintra Mazatlán, que en las distintas olas las empresas de esta cámara empresarial se han visto afectadas agudamente en sus trabajos y proyectos por las incapacidades médicas y el ausentismo, que conlleva los contagios y, peor, la multiplicación de casos y muertes.

Nos dice el gobernador y el alcalde de marras, que si se cancela el Carnaval, se verán afectadas las empresas hoteleras, que ya recibieron anticipos; y las preguntas que asaltan ante tamaño despropósito son: ¿Se impone el interés de un selecto número de empresarios hoteleros por encima del interés general? ¿Vale más el beneficio económico que la salud y vida de los habitantes y visitantes? ¿De qué tipo de Estado social estamos hablando, que promueve una y otra vez el morenismo con el gobernador a la cabeza? ¿Otro engaño más que se revela con la disposición de organizar el Carnaval?; y todo para luego salir a decir, como sucedió en la primera ola, que “no existen apoyos estatales para las empresas y trabajadores”.

De buena fuente me dicen que la idea es bajar o manipular el semáforo, para que “continúe la economía” operando como si no existiera el sentido común y las tendencias de la pandemia que son al alza.

El mismo Héctor Melesio Cuén Ojeda, como secretario de Salud en el estado, está en contra del manejo político de la pandemia; y con cifras en mano, demuestra por qué no es recomendable la celebración de la llamada fiesta de la carne.

Y que de celebrarse podría transformarse en uno más de los contagios y muertes, como fueron la megafiesta de fin de año en Mazatlán, el playoff y la serie final de beisbol; y el concierto masivo del cantante Marco Antonio “Buki” Solís, que dicho sea de paso, nadie en los gobiernos se ha encargado de su efecto en la salud pública.

Entonces, con estos antecedentes, alguien todavía duda sobre la celebración del Carnaval, con este nuevo engaño pautado que indudablemente lleva a la gente a convencerse de que la “fiesta de los mazatlecos” habrá de celebrarse con bombo y platillo, como lo vimos el fin de semana pasado en una plazuela Machado abarrotada de música, reinas, alcohol, fiesta, papaquiz; todo ello convocado por la autoridad municipal.

Por eso yo acuso a Miguel Torruco Márquez, secretario de Turismo del gobierno federal; a Rubén Rocha Moya, gobernador de Sinaloa; y a Luis Guillermo Benítez Torres, alcalde de Mazatlán, por los contagios y muertes que se va a producir como resultado de la celebración del Carnaval Internacional de Mazatlán.

Por el engaño en que incurren de manera velada y en obediencia de una directriz criminal ajena a Sinaloa, ajena al discurso humanista de que se hace gala en las conferencias mañaneras en Palacio Nacional, al discurso del propio gobernador Rocha Moya, que obtuvo 624 mil votos en las pasadas elecciones hablando de un giro a la izquierda y a un Estado social.

¿Y qué decir del Congreso del Estado?; que está convertido en testigo de piedra ante este tipo de desatinos; y las distintas fracciones sólo hablan cuando se lo autorizan sus jefes políticos y en temas mediáticamente irrelevantes; pero dirán, peor, el alcalde Benítez Torres, de quien podríamos decir que es el único que no engaña, porque está en la línea de siempre, haciendo lo políticamente incorrecto, en esta y otras materias.

El futuro del Carnaval está en manos de los tres niveles de gobierno, es una decisión tomada, repito, desde el centro del país, donde el gobernador y el alcalde de marras son simples operadores y engañadores; la decisión no es de ellos, eso significaría reconocerles el peor de los méritos.

Por eso, quien decidirá sobre el futuro del Carnaval, es y será el pueblo mazatleco, quien estará en el dilema de acudir o no a las concentraciones que conlleva con su estela de contagios y futuras muertes; no hay que esperar mucho, después de lo ocurrido a fin de año, cuando la gente se volcó sobre Olas Altas y bailó, cantó, abrazó, besó.

Se dirá que es la naturaleza del patasalada promedio, y si a eso le agregamos el marketing con el paisaje, la estética, la música, el oropel, el confeti y los chorros de cerveza, está dicho todo.

Pero eso no exime de responsabilidad a los tres niveles de gobierno, porque estando en capacidad de contener el “ser” del mazatleco, son los que con el engaño ridículo promueven las concentraciones.

Reitero: yo acusó a Miguel Torruco Márquez, secretario de Turismo del gobierno federal; a Rubén Rocha Moya, gobernador de Sinaloa; y a Luis Guillermo Benítez Torres, alcalde de Mazatlán, por los contagios y muertes que se va a producir como resultado de la celebración del Carnaval Internacional de Mazatlán.

Al tiempo.