PEREZ17102022

¿No que la ley es la ley?
Filiberto Pinelo Sansores

Mérida.- Muy disminuida, devenida en casi sucursal del extinto PRD, volvió a salir a la calle la Marea Rosa. Sus líderes nacionales más visibles, Guadalupe Acosta Naranjo y Fernando Belaunzarán, son conocidos promotores de un nuevo partido que busca sustituir al recientemente fallecido y todavía insepulto ex partido de la izquierda mexicana transmutado en lacayo de la derecha. En ese juego están y no en el de que les toquen más diputados a partidos, entre los cuales, por obvias razones, no está el suyo.

Acosta fue, durante toda la contienda electoral pasada, representante del PRD en el Instituto Nacional Electoral (INE); y Belaunzarán, desde hace más de 20 años era militante del difunto partido y fundador de una de sus corrientes, Galileos, cercana a los Chuchos de Jesús Zambrano. Castigado por el electorado, que vio en él un simple cabús de la derecha, a la que se pasó por su incapacidad de tener por sí mismo vida propia y crear en su interior un régimen democrático que le diera un rumbo acorde con sus orígenes, el susodicho casi no tuvo votos y perdió el registro.

Se quedaron, pues, sus usufructuarios, sin la fuente de los millonarios ingresos provenientes del erario con los que medraban y están queriendo recuperarla. Por eso es que aprovechan cualquier oportunidad para intentar volver por la puerta falsa a las ligas mayores de la política, aunque sea engañando a la gente con informaciones falsas sobre asuntos en boga, para engancharla en la búsqueda de su objetivo.

El sábado 6 de julio, desde un llamado Frente Cívico Nacional donde tienen su asiento, hicieron un primer llamado a todos quienes se visten de rosa en sus protestas a una reunión en Ciudad de México, con el objetivo declarado de formar un nuevo partido. Asistieron unas mil 600 personas en una gimnasio para 5 mil. Ahí acordaron organizar asambleas en todo el país, de cara a un congreso nacional que dicen celebrarán el 23 de noviembre, para determinar si lo integran “para competir en los procesos de 2027 y 2030”.

Ahora, los citados dos, ayudados por Claudio X. González, quien los conectó con la retacería de organizaciones civiles que maneja –a las que llama ONG–, convocaron a estos –y a otros ciudadanos– a salir a la calle a expresar su inconformidad con la forma del reparto de diputaciones plurinominales que dispone la Constitución de nuestro país, para integrar la Cámara de diputados del Congreso federal, engañándolos con que aquella se violaría si las autoridades electorales actúan conforme a lo que la misma dice. ¡Un absurdo!

Y como les pasó en su intento del 6 de julio, no les fue nada bien. Las multitudes que esperaban brillaron por su ausencia. En la ciudad de México, donde tuvieron su mitin principal, afuera de la sede nacional del INE, reunieron a alrededor de 400 personas; en Mérida, 200. Según el periódico La Jornada, “las protestas en 17 estados reunieron en promedio 100 personas cada una.” Una pobre asistencia. Se desmoronó su esperanza de lograr multitudes incautas que avalaran su proyecto escondido.

No consiguieron que la ciudadanía comulgara con sus ruedas de molino de que las autoridades electorales –léase INE o Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF)– violarán la Constitución si no la interpretan como ellos les exigen, y aplican lo que en ella está textualmente escrito cuando hagan el reparto de las diputaciones plurinominales.

Y es que muchos se preguntan: ¿Cómo es posible que haya gente tan deshonesta que no se muerda la lengua al decir que debe hacerse a un lado lo que expresamente dice a este respecto nuestra Carta Magna y hacerse la distribución de un modo que no está en ninguna ley, ni siquiera en una secundaria?

No les gusta que se cite, pero es preciso hacerlo las veces que sea necesario. El artículo 54 de nuestra Carta Magna dice en su fracción II: “Todo partido político que alcance por lo menos el tres por ciento del total de la votación válida emitida para las listas regionales de las circunscripciones plurinominales, tendrá derecho a que le sean atribuidos diputados según el principio de representación proporcional”; y en su fracción IV: “Ningún partido político podrá contar con más de 300 diputados por ambos principios”. Lo único que tienen que hacer tanto el INE como el Tribunal es aplicar estos dos preceptos y no andar buscándole tres pies al gato.

“Partido político”, dice nuestra Constitución, no coalición, agrupación, asociación, frente, alianza, bloque ni nada que se les parezca. La palabra coalición significa: “Unión transitoria de personas, grupos políticos o países con un interés determinado”. Y un partido no lo es, pues está hecho para durar mucho tiempo. El más joven de los que participaron en esta lid es Morena, y ya tiene 9 años, pues comenzó a concursar en 2015.

Sin embargo, la derecha es muy deshonesta y quiere hacer creer a la opinión pública que la Constitución dice lo que no dice. Una de las convocantes a la “concentración masiva” que se realizaría en Mérida, dijo en una rueda de prensa: “La ley es muy clara en cuanto a la interpretación de la Constitución. Es aplicable tanto para partidos políticos como para la coalición”. Pero no, la Constitución no menciona, en absoluto, la palabra coalición.

Así es que cuando afirman de que Morena se quiere “agandallar” más diputados plurinominales de los que le corresponden, mienten. Le tocarán, tanto a él como a los demás partidos, los que dicta nuestra Ley de leyes.

Otra prueba elocuente de su falta de honestidad es que quieren hacer creer que esta forma de distribución de plurinominales es nueva, que nunca había existido. Mienten también. Ha sido aplicada desde 2009, en todos y cada uno de los 5 procesos electorales anteriores, pues fue creada por ellos, cuando Morena aún no existía.

Así que este jugó con reglas que no creó, sino sus rivales. Si ellos las crearon, ¿por qué ahora las repudian? Porque fue tal la humillación que les causó el electorado que al aplicarlas quedarán muy lejos de impedir que Morena y sus aliados tengan en la Cámara de Diputados mayoría calificada; pero como ellos mismos frecuentemente dicen: “La ley es la ley”.