Monterrey.- El próximo sábado se cumplen 52 años de la matanza estudiantil del 10 de junio de 1971, la brutal masacre de los “Mártires de San Cosme”, cuya memoria honraremos con una marcha luctuosa masiva por las céntricas calles de Monterrey, con la participación de Gerardo Fernández Noroña.
La protesta de aquel jueves 10 de junio coincidió con la festividad católica de Corpus Christi y representó volver a tomar las calles de la Ciudad de México después del sangriento 2 de octubre de 1968, cuando militares y policías dejaron cientos de estudiantes muertos, heridos, desaparecidos y detenidos en la plaza de Tlatelolco o de las Tres Culturas.
La manifestación convocada por estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), del Instituto Politécnico Nacional (IPN), de la Escuela Nacional de Chapingo y otras más, en apoyo al movimiento estudiantil de Nuevo León en lucha por la autonomía de la Universidad, declarados en huelga y movilización contra la Ley Orgánica de la UANL promulgada por el gobernador Eduardo A. Elizondo, quien renunció el 5 de junio de 1971 por el conflicto político y la abierta presión del presidente Luis Echeverría.
Aunque la autonomía universitaria ya había sido reconocida y la huelga ya se había levantado, los colectivos estudiantiles se mantuvieron firmes en la fecha del 10 de junio para la marcha de protesta, ya que también retomaron las demandas del movimiento estudiantil del 68, como la liberación de presos políticos y la democratización de la educación pública.
Más de diez mil jóvenes universitarios concentrados en el Casco de Santo Tomás, uno de los campus del IPN, iniciaron la marcha masiva a las 4 de la tarde, con estudiantes de la UANL a la vanguardia. Se dirigían al Zócalo de la Capital de la República a sabiendas de que era una marcha “no autorizada por el gobierno”. Granaderos y policías antimotines bloquearon calles para impedir el avance de la marcha u orillarlos a tomar otras calles.
Tras marchar pacíficamente un kilómetro, cerca de mil hombres armados con pistolas, fusiles M-1 y kendos (varas de bambú) atacaron sorpresiva y violentamente al contingente estudiantil en el cruce de Calzada de San Cosme y Avenida de los Maestros, para romper y disolver la protesta.
Eran "los halcones", grupo paramilitar financiado y adiestrado en artes marciales por el Distrito Federal, siendo regente Alfonso Martínez Domínguez y apoyado por granaderos de Ciudad de México, agentes de la Dirección Federal de Seguridad de la Secretaría de Gobernación, elementos de la Policía Federal de Caminos y soldados del Estado Mayor Presidencial del Ejército Mexicano.
Se estima que “los halcones” asesinaron a cientos de estudiantes y de pueblo que se unió a la marcha. Testimonios de agredidos refirieron que muchos vecinos de las colonias aledañas los salvaron de la muerte al refugiarlos en sus casas, ya que la persecución se extendió varios kilómetros a la redonda. Otros heridos identificados como participantes de la marcha, fueron rematados o desaparecidos por los “halcones” y los agentes de la Dirección Federal de Seguridad, incluso mientras eran atendidos en hospitales cercanos.
La masacre del 10 de junio fue parte de la “Guerra Sucia” desatada desde el poder presidencial contra la supuesta “conjura comunista” del movimiento estudiantil, mediante asesinatos, detenciones ilegales, maltratos, torturas, persecuciones, desapariciones forzadas, criminalización, homicidios judiciales, represión, campañas de desprestigio y desinformación.
A 52 años de la masacre nadie ha sido sentenciado ni encarcelado, a pesar de crearse una Fiscalía Especial y una Comisión de la Verdad. De crimen de Estado o genocidio fue clasificado como homicidio simple y, por lo tanto, prescrito por ya haber transcurrido 30 años.
Por ello, desde hace 52 años, quienes integramos el movimiento urbano-popular, que confluyó de manera natural con el movimiento estudiantil-popular, fundamos la Colonia “Mártires de San Cosme”, como un digno acto de justicia social en memoria de aquellos jóvenes caídos en la Calzada San Cosme.
La Colonia situada en el valle del Topo Chico, al norte de Monterrey, entre las avenidas Rodrigo Gómez, Juan Andrew Almazán y San Martín, dio origen a la Colonia Tierra y Libertad, al Frente Popular “Tierra y Libertad” y al Partido del Trabajo con el correr de los años, a través de las cuales se emprendió la tarea de construir poder popular bajo la línea de masas, para forjar nuevas formas de organización de la gente y de participación para reivindicar los derechos a la vivienda, a la salud y a la educación popular.