Monterrey.- Ante los problemas para aprobar diversas reformas constitucionales del ejecutivo federal, la 4T desde hace tiempo viene cocinando un llamado “Plan C”.
Tal cual, este plan consiste en votar todo Morena, en las elecciones federales del próximo año, con el fin de lograr mayoría calificada en el Congreso de la Unión.
Por una parte, esto viene a ser el principal obstáculo para probar algunas reformas importantes. Hay que recordar que para reformar la constitución se requiere de mayoría calificada en el Congreso de la Unión. Además, debe aprobarse por las entidades federativas
Por otra parte, y recientemente, la 4T se ha visto en un nuevo problema para que sus propuestas legislativas causen vigencia, ya que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ha declarado inconstitucional varias reformas importantes, entre las que se encuentran modificaciones en temas como la seguridad pública y electoral.
Por tal motivo, desde ya se planea realizar una reforma constitucional para que los ministros de la SCJN sean elegidos mediante sufragio. No obstante, al carecer de mayoría calificada, tal reforma ha de esperar. Sin mencionar, por supuesto, que todo depende del éxito de las elecciones federales del próximo año.
Al momento, no hay nada definido. Hay que esperar hasta el próximo año. Sin embargo, se espera que de las elecciones del presente año en Coahuila y el Estado de México, sea un reflejo de qué esperar en 2024.
No obstante, si esto es así, entonces el plan a ejecutar no es algo que dependa de un partido político, sino que se hace un llamado ciudadano para que se tenga la oportunidad de éxito.
A como están las cosas, es muy fácil denunciar que la intención de todo esto no está respaldado con una buena argumentación, sino que parece una opción poco estudiada.
En argumentación se le llama falacia ad populum, es decir, las reformas restantes se tratarán de justificar con el respaldo de la gente; con el deseo expreso de la mayoría.
Y esto suele ser muy riesgoso. Por algo es una falacia, ya que el respaldo de las mayorías, históricamente, no es algo racional, sino volátil.
Hay que sentarse y acordar los asuntos. Porque reformar, por ejemplo, el proceso de selección de los ministros de la SCJN no es algo insignificante; no es algo que vale hacer a la ligera, así como tampoco lo son los cambios a la legislación electoral.
Por todo, existe la necesidad de analizar propiamente si el “Plan C” es una buena apuesta realmente. Al final, de darse, marcará un antes y un después en la historia del país.