Ciudad Juárez.- Las legiones de enemigos del presidente de México encontraron a su héroe: es un vendedor multimillonario de montajes y farsas que hace pasar como noticias e información. Hasta destacados académicos, de impensables ignorancia o estulticia, colgaron en sus muros de las redes el cartelito: “Todos somos Loret”. Varios declararon a la denuncia que hizo AMLO sobre los ingresos del comunicador de marras, como una agresión al periodismo mexicano, que dio lugar a un momento “fundacional”, a un parteaguas en su historia, considerando al protagonista de la comedia un Francisco Zarco redivivo.
A toda esta cohorte de comunicadores, opinadores, lectores de noticias, analistas, por más que pueden tener diferencias entre sí, los une el odio al ocupante del Palacio Nacional. Estando siempre a la caza de argumentos y recursos para combatirlo, no desaprovechan oportunidad alguna y a veces, comidos por las ansias o la precipitación, caen en pifias, montadas por especialistas contumaces. Esto les ha sucedido en esta larga serie de inconsistencias, calumnias y farsas que hemos visto en la semana. Con medias verdades, equivalentes a mentiras, han intentado construir “un caso” de corrupción en torno al hijo del presidente de la república, casado con una ciudadana norteamericana y residente en Estados Unidos.
Presentaron las imágenes de una casa rentada por la esposa de José Ramón López Beltrán, y luego de otra adquirida por esta misma persona mediante un crédito hipotecario. Lo hicieron como si fueran mansiones de magnates; hasta las compararon e igualaron con la tristemente famosa Casa Blanca, valuada en siete u ocho millones de dólares, en México. Obviamente no revelaron en su reportaje de “investigación”, que tales fincas habitacionales son comunes en las clases medias norteamericanas, y al alcance de quien por sus ingresos pueda acceder a un préstamo de los bancos.
¿Y qué tienen que ver estas actividades de Carolyn Adams, la nuera del presidente, con el gobierno de México? Nada, pero había que conectarlas de algún modo, e inventaron una hipotética relación del ejecutivo de una empresa petrolera que tiene negocios con PEMEX y el hijo del presidente.
Éste reside y trabaja en Norteamérica, está casado con una mujer que recibe altos ingresos por su trabajo como ejecutiva. Le vaya bien o mal en sus negocios, se enriquezca o no, es un asunto ajeno a su padre, quien se ha cansado de repetir que sólo responde por su hijo menor de edad, como debe de ser.
¿Seguirán remachando su consigna de que “Todos somos Loret”? Pues así les va a ir. Ya la adoptaron varios intelectuales y por supuesto legisladores y políticos de la oposición. Incapaces de articular un movimiento o una organización que ofrezca algo más que críticas a la superficie de este gobierno, los integrantes de este mazacote que comprende a ultra reaccionarios panistas, académicos resentidos y amantes de los berrinches, líderes corruptos, empresarios abusones, entre otros, no llegará más allá de los escándalos en los medios.
No se requiere estar de acuerdo en todo con el Presidente para apoyar lo sustancial de sus políticas públicas. En especial sus dichos en las famosas mañaneras, con frecuencia son a mi parecer desacertados. Pero, ¡ah!, cómo hemos ganado los mexicanos con un estadista que expone y se expone, que opina y rebate, presenta a sus altos funcionarios, para que respondan a los cuestionamientos, e informa a detalle de las obras públicas. ¡Cuánto hemos ganado, frente a los contubernios de las anteriores administraciones, fraguados en la oscuridad para desfalcar al pueblo!
¿Todos somos Loret? No. Serán ustedes.