Me gustan esos versos de la canción de Reily que, palabras más, palabras menos, dicen: Mi padre me dijo: pégale a la pared, pero nunca a una mujer. La mujer, por su constitución física, es más débil físicamente que el varón y muchos varones se envalentonan contra la mujer, aunque no con sus pares. Y ni cuenta se dan que cuando maltratan a su esposa, a sus hijas, están maltratando a su madre, la que los parió con los dolores más intensos que cualquier ser humano puede soportar. Este 31 de octubre, jefes de Estado de 16 naciones iberoamericanas se adhirieron a la campaña "Di No a la Violencia contra las Mujeres", que encabeza la UNIFEM, el Fondo de las Naciones Unidas para la Mujer. Lo líderes se pronunciaron por esta causa al cabo de la Cumbre Iberoamericana celebrada en la centroamericana San Salvador. Puede ser que la declaración de los tales ediles nacionales sea sólo una postura demagógica, insustancial, de labios para afuera, pero las sociedades deben tomarlas en serio y reclamarles a sus gobiernos el que no hagan nada por detener la violencia que se ejerce sobre las mujeres., cuyo extremo es el asesinato como ocurre en Ciudad Juárez, en el estado de México, en Michoacán, en Chiapas y en todas partes del mundo, porque el machismo no es privativo de ninguna sociedad subdesarrollada, sino que se da más y más intensamente, con más saña, en países industrializados, "civilizados".
Pero, bien por el esfuerzo, loable, hay que hacer algo. No podemos quedarnos callados ante la brutalidad. Pero, como arriba dije, es difícil y parece imposible cambiar a cada individuo enfermo que se lanza a agredir a la mujer. Por ejemplo, el 25 % de las mujeres latinoamericanas son madres antes de cumplir los 20 años, de acuerdo con un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Y la mayoría de tales embarazos son producto de violaciones cuya mayoría queda impune, porque las niñas y sus padres tienen miedo de denunciar a los violadores, por esa cultura de la incredibilidad hacia las autoridades, que generalmente absuelven al violador, argumentando que no hay mujeres violadas sin su consentimiento, un sofisma que sólo una mente enferma puede formular. Esta situación se debe también a que los programas de educación sexual en las escuelas son insuficientes, además de que falta acceso a métodos anticonceptivos. La tasa de fecundidad entre las menores latinoamericanas de 15 a 19 años es del 75%, comparada con la tasa global del 53%. En los países desarrollados las adolescentes suelen usar anticonceptivos desde que inician su vida sexual. Pero en América Latina, la distribución de anticonceptivos comienza después de que las menores tienen su primer hijo, porque existen aún muchos tabúes religiosos que van contracorriente de la verdadera ética de las relaciones sexuales. Los sacerdotes condenan la relación sexual fuera del matrimonio y prohíben el uso de preservativos, sin tener en cuenta que la moral religiosa generalmente no tiene nada que ver con la realidad cotidiana que viven las sociedades, porque lo que puede ser "pecado" en un país rico, puede ser una "virtud" en un país pobre, o a la inversa. Y además, los sacerdotes, creados precisamente para controlar las conciencias, siempre dicen: haz lo que yo hago, cree en lo que yo creo. Pero muchos comienzan, como el Credo, con el "Creo en Dios Padre"… y terminan con "la resurrección de la carne"… Y esto está comprobado en los múltiples casos de pederastia que se dan entre los hombres de las jerarquías eclesiásticas. No me refiero sólo a la Cristiandad. También en otras religiones se cuecen habas. La relatora sobre la violencia contra la mujer, de la ONU, ha destacado que los Estados deben establecer indicadores que midan el fenómeno con exactitud. Pero sólo dice "deben". En la práctica sus palabras se las lleva el viento, porque los gobiernos generalmente sólo están preocupados por su silla, agarrados con garras en ella para que nadie se las quite porque el periodo en que ellos están en el poder es la gran oportunidad de su vida para enriquecerse y vivir como reyes el resto que les quede de vida, atesorando bienes económicos a costa del pueblo y a costa de los sectores más desprotegidos; en el caso a que nos referimos, por esta vez, las mujeres y las mujeres desde niñas. Un famoso pederasta poblano libanés, de cuyo nombre no quiero acordarme, dijo hace meses en entrevista con un periodista, que se "derretía con una niña de cuatro años"… La Encuesta Nacional 2006 sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares revela que, en promedio a escala nacional, 43.2 por ciento de las mujeres han sufrido algún tipo de violencia de pareja en su relación más reciente o en la actual. Los estados de México, Jalisco y Colima son las entidades con porcentajes superiores a 50 por ciento. Nuevo León, Baja California Norte y Sur, Coahuila, Chiapas y Guanajuato, son las de menor índice de violencia, con niveles de entre 33 a 35 por ciento. En cuanto al porcentaje de mujeres unidas o casadas que han sufrido violencia a lo largo de su relación, México, Jalisco, Colima, Durango, Puebla y Tabasco encabezan las cifras nacionales. ¿Desea dar su opinión? |
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