Ya que el ínclito Bejas anticipa la gloria que, según él, derivará de la presentación de la magna edición en dos tomos de una obra sobre el padre Mier que lucirá lo que “jamás se ha intentado, con un muy extenso aparato crítico y un largo estudio preliminar en el que este humilde servidor hace cera y pabilo prácticamente a todos los editores anteriores”, acepto en primer término la invitación para asistir a tan destacada ceremonia. Faltaba más.
Yo también invito. Te propongo que cotejemos publicaciones: tus escritos frente a los míos, pues yo no me limito a prólogos y “ardores polémicos”, y lo que hago es producto de convicciones profundas, reales, y no deriva de contratos o compromisos, eso sí, de gran oportunidad y conveniencia. Por cierto, ¿tienes algún libro publicado, o de perdis algún ensayo, en una editorial nacional, o una universidad como la UANL, de pasta dura o rústica, que a tus años corresponda con lo que te ufanas que eres, para irlo revisando mientras aguardamos la llegada del “extenso aparato crítico” que cambiará la historia?
Porque pareciera que desde ahora quien merece la estatua no es el ilustre nuevoleonés, a quien sus inquietudes intelectuales llevaron a cuestionar incluso a la jerarquía eclesiástica y otras instancias del poder establecido, sino este tan digno representante del método heurístico (Benjas dixit) que, como claramente señala la Real Academia Española es “la manera de buscar (en algunas ciencias) la solución de un problema mediante métodos no rigurosos, como por tanteo, reglas empíricas, etcétera”.
Me queda claro que esos “métodos no rigurosos”, en el caso del vocero del statu quo de la Facultad de Filosofía y Letras, se extienden y aplican a conceptos como la dignidad, el rigor científico y hasta la honradez.
Para este tipo de espécimen siempre es más fácil decir: ¡No fui yo, fue mi clon!
¡Ánimo y adelante!
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