Barack Hussein Obama ya entró a la Historia. Es reconocido, antes de ganar las elecciones de hoy, como el innovador que establece modos y maneras para la nueva era política.

Obama ha sido llamado el candidato “post-todo”, porque sus rumbos ni siquiera son ideológicos. Es un innovador que, envuelto en una poderosa retórica de la esperanza, supo construir, sobre una línea biográfica impecable, un discurso perfectamente entendible por las nuevas generaciones. Nadie debe olvidar que la mitad de la población global es menor de veinticinco años.

Pero también los mayores están cansados de la estupidez que se adueñó, mañosamente, de la Casa Blanca. Y por eso, si no ocurre una tragedia, Barack Obama será el próximo presidente norteamericano, y con ello se convertirá en el primer afroamericano que llega a la presidencia de un país en cuya fundación pesaron decisivamente los grandes propietarios rurales esclavistas, que libró una guerra civil por causa de la esclavitud y que hasta la década de los sesenta mantuvo leyes segregacionistas.

No cabe duda que el salmón Obama ha tenido que remontar un río muy caudaloso. Y hoy podrá comprobarse que los viejos tiburones de la política tradicional del imperialismo estadounidense ya no sirven ni para una sopa china.

Lo mejor en este joven político viene de su capacidad para el diálogo, de su peculiar estilo dialógico que hasta a sus adversarios les abre espacios, confiado siempre en su idea de que la búsqueda de la fortaleza inicial, que nace de la unión, forma parte esencial del antiguo  pero siempre vivo “sueño americano”.

México y Latinoamérica
Sabemos que Barack Obama es partidario de revisar el TLC y en general de los términos del comercio internacional de los Estados Unidos. En países como Argentina, que mantiene un alto nivel de exportaciones hacia aquel país, la perspectiva de un Obama presidente es vista con cierto recelo. En México, igualmente se desconfía de algunas declaraciones no muy positivas de frente al fenómeno migratorio, por ejemplo.

Pero todo es cuestión de contexto. Lo que el senador por Illinois marca como prioridad es el reforzamiento de la economía (y el equilibrio social interno) en EUA. Si el hasta hoy candidato logra llegar a la Casa Blanca, esta circunstancia será el mejor aliciente para todos sus aliados internacionales, políticos y comerciales. El triunfo de Obama significará así una mejoría, si bien indirecta o a mediano plazo, pero consistente y determinante para México y Latinoamérica.

Obama ya advirtió que no cometerá el error de George Bush de relegar las relaciones con sus vecinos inmediatos (México y Canadá) tal como lo hizo el todavía ocupante de la casa en el 1600 de la Avenida Pennsilvania, en Washington. Ese es el estilo y la característica de este nuevo portador del sueño americano, quien ha demostrado gran habilidad como interlocutor aún con sus más aguerridos adversarios.

Es verdad que Obama ha señalado que fortalecerá el control en las fronteras. En una primera lectura, esto podría entenderse como una acción negativa para nuestro país; pero debe resultarnos evidente que la necesidad de mano de obra barata, en Estados Unidos como en cualquier otro país, debe supeditarse primero a las necesidades reales internas, y luego han de ser consideradas las circunstancias propias de los demás países (como México), que no han resuelto su propia problemática interna. Es absurdo exigirle primero a los gringos que resuelvan lo que nosotros no hemos sido capaces de resolver.

Pero si Obama, como se espera, triunfa en las elecciones y alcanza sus objetivos en el mediano plazo, es viable suponer que existirán entonces las condiciones para establecer los acuerdos comerciales y migratorios que lleven a un beneficio bilateral.

Por supuesto que todo esto parte de una serie de lucubraciones más o menos sustentadas. La realidad comenzará a concretarse en las próximas horas, pero sobre todo a partir del triunfo demócrata y que Barack Obama cumpla con lo que le ha prometido al pueblo estadunidense.

En lo particular, me parece promisorio el tono franco y directo con el que se ha comprometido a colaborar con nuestro país en la lucha contra el crimen organizado. Obama no es el típico polizonte americano, ese que tan bien encarna el governator Schwarzenegger que ya ni en el cine nos convence. Y Barack Obama reafirma el papel de liderazgo de México en el concierto latinoamericano. Tal promesa no es un simple canto de las sirenas. Es pragmatismo puro, en el mejor estilo de Obama. Acá, de este lado, lo que necesitamos es gente limpia, honesta y capaz, que no se venda al delito y tenga el talento para defender y negociar en bien de los intereses nacionales.

Yo tengo fe en este candidato de piel negra pero que muestra su alma blanca, sin ninguna carga racial. Lo han comparado con Martin Luther King y hasta con Abraham Lincoln. Ya veremos si todo fue una sobrevaloración. Sabemos que enfrentará serios obstáculos económicos para financiar sus planes sociales. Ya veremos.

Por lo pronto, hoy seguiremos atentos la marcha del proceso electoral estadounidense que, como sabemos, es bastante imperfecto. Más, sin embargo, creo que hay buenos indicios de que los tiempos han cambiado (ya lo dijo Bob Dylan) y si una negra de cuarenta años y madre de un hijo (Halle Berry) ya fue nombrada como la mujer más sexy del mundo (con el mismo criterio con el que hacen de su campeonato nacional de béisbol la  Serie Mundial), la verdad es que no tengo duda que hoy viviremos la culminación de esta historia de auténtico alcance mundial.

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