En aras de lo que pudiera ser un asomo de nuevo humanismo, entre la voracidad del capital neoliberado, es muy válido esperar que a los mexicanos y al resto del mundo le resulte más benéfico un Obama que cualquier Bush; pero sin olvidar que Barack es norteamericano estadounidense, por lo tanto, su país -con intereses de expansión e imperio- es primero frente a los demás. No tendría que ser de otra manera. Sin embargo, es incuestionable que durante el tiempo de campaña mostró un rostro humano, sensible e inteligente. Lo más reprochable sería tal vez su falta de caballerosidad, haber sido incluso rudo, con su contrincante y correligionaria Hillary. Pero eso quedó atrás, y mientras no se trate de un asunto de complejos, discriminación o misoginia en la recóndita conciencia, sino mera rivalidad política, está bien. Es sorprendente, de todos modos, la estatura con que se enfrentaron durante las últimas semanas los candidatos; hasta McCain, se vio cuerdo en su discurso ante sus seguidores en Phoenix Arizona, al aceptar el triunfo del que será el nuevo presidente de Norteamérica. Ya de por sí, no cabe duda, es realmente significativo que se votara por un hombre de raza negra, considerando los brotes de racismo en ese país y en el resto del mundo. Es antojable que la decisión de los norteamericanos se deba a algo más que la desesperación que traen las crisis económicas o el castigo a los republicanos. Siendo así, estaríamos ante el renacimiento de una promesa con mejores expectativas para el mundo global, desde arriba, del Norte, de donde pueden surgir formas de vivir más dignas, para los olvidados de este planeta. ¿Será tanto? ¿Desea dar su opinión?
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