“Victor, Mike, Charlie, ¿me escucha?”, repitió dos veces el controlador aéreo. Los reporteros, reunidos en rueda de prensa con las autoridades de Comunicaciones y Transportes, escuchaban y veían las grabaciones que sin cortes o edición de ningún tipo, presentaron los responsables de Aeronáutica Civil, en un hecho sin precedentes en nuestro país. En esas grabaciones de audio y video, así como en las transcripciones facilitadas a la prensa en este inusual encuentro, la fría voz del profesional de la radiocomunicación no disminuyó el impacto que produjo la reiterada pregunta, que ya no tuvo respuesta. La historia En muchos países, esta matrícula se integra con números y letras. En México todas las aeronaves ostentan su matrícula conformada por cinco letras, y todas comienzan con una X, que va seguida por una letra A, si se trata de un avión comercial, una B si es de un particular (persona física, o una empresa o industria, que no se dedique a la aerotransportación con fines comerciales), y una C para los aviones propiedad de alguna entidad gubernamental. En todos los casos, enseguida aparecen otras tres letras que son las que identifican a esa aeronave en particular. Por otra parte, las necesidades de seguridad derivadas de la radiocomunicación en la aeronáutica, han llevado a utilizar un alfabeto llamado “fonético” que sirve para evitar errores en la interpretación, y que se usa para deletrear nombres, direcciones, y prácticamente cualquier cosa. Con este alfabeto fonético, el Learjet 45 de la Segob, protagonista de la tragedia del martes, era identificado como “Victor, Mike, Charlie”, correspondiente a su matrícula XC-VMC. Los vuelos comerciales ordinarios son identificados por el número de vuelo, por facilidad. De esta manera, los reporteros pudieron observar en las imágenes de radar las trayectorias de todas las aeronaves enfiladas en su acostumbrada ruta de aproximación hacia la pista 05 izquierda del siempre saturado aeropuerto de la Ciudad de México. En realidad, en estas grabaciones son pocas las cosas que quedan en claro, pero todas son importantes. El avión de Gobernación venía detrás de un jet comercial de Mexicana y en los diálogos se escuchan las instrucciones a ese y otros aviones, como las órdenes para disminuir su velocidad y altura. Todo esto de manera absolutamente normal. El director de Aeronáutica Civil (de la SCT), ingeniero Agustín Arellano, detalló y explicó lo que se veía y escuchaba en palabras más accesibles para quienes no están familiarizados con esta jerigonza técnica. El punto crucial se dio precisamente en el momento en que el controlador del tráfico aéreo entrega el mando de la operación a la torre de control, que es la encargada de la última parte del trayecto. De repente, “Victor, Mike, Charlie” dejó de responder, y segundos después su espectro desapareció de la pantalla del radar. “Victor, Mike, Charlie” ya no respondió. Y no habrá respuestas todavía hasta dentro de algunas semanas más. ¿Qué sucedió con ese avión que sobrevolaba la ciudad a una altura de unos 700 u 800 metros sobre el suelo, y que de pronto perdió todo contacto con el radar y la radiocomunicación? Es el misterio que debe ser esclarecido de la única manera posible: con la verdad y el resultado de una investigación en la que ya colaboran expertos internacionales, y donde la llamada caja negra aportará datos sin duda muy relevantes. Será fundamental precisar también, por medio del estudio de las piezas destrozadas del aparato, si explotó antes de chocar en tierra, o si ello ocurrió como consecuencia del brutal impacto. El silencio en la cabina del avión es un factor hasta ahora inexplicable. En la grabación no se escucha ningún indicio sobre fallas, averías o la razón para la pérdida de altura. Por lo pronto, es justo señalar que al presentar ante la prensa este testimonio directo con las únicas evidencias disponibles hasta ese momento (durante la conferencia de prensa se anunció el hallazgo de la llamada “caja negra”, en la que se graban los registros de los instrumentos de navegación a bordo del aparato), las autoridades demuestran voluntad política para actuar con celeridad y con transparencia. Esperemos que la investigación siga adelante en ese mismo tenor. Esta tragedia ha cimbrado a la opinión pública del país, y lo menos que esperamos es saber qué pasó exactamente y para ello se debe hacer uso de toda la tecnología disponible. Ante las circunstancias tan agitadas que vive nuestra nación esto es exigible. Nada más, pero también nada menos.
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