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La muerte de Juan Camilo Mouriño ayudó a esconder, a desaparecer, un desplante más de autoritarismo por parte de Felipe Calderón, quien exigió al propietario del periódico El Universal la remoción inmediata e inapelable del Director General del rotativo, por haber dado a conocer los detalles de la infiltración del narco en la PGR, en la SSP, en la AFI y en el Ejército Mexicano.

Al concentrarse el interés público y el esfuerzo editorial y periodístico en la desaparición del titular de Gobernación, la destitución de Raymundo Riva Palacio (quien fue sustituido por Jorge Zepeda Patterson) pasó totalmente inadvertida. Sin embargo, esa manifestación de intolerancia y de prepotencia quedará registrada en la columna de las deudas pendientes de cobrarse por quienes han hecho de la defensa de nuestras libertades tema central de sus preocupaciones y de su actividad política.
 
Sueltos y aislados, los clavos resultan piezas pequeñas, incluso inútiles; para armar y cerrar ataúdes esos clavos se vuelven indispensables.
 
No sé si al avión de Mouriño lo bajaron o si se cayó, pero me parece incuestionable que la muerte de Mouriño le resolvió un problema al presidente Calderón. Mouriño le servía poco y mal al presidente y éste, por razones de amistad o por falta de agallas, no se atrevía a relevarlo. Antes de su muerte física, Mouriño estaba políticamente muerto, víctima del tráfico de influencias, aherrojado por la cínica sobreposición de intereses, impedido de negociar con quienes representan o forman parte de esa mitad de los mexicanos que lo habían descalificado.
 
La desaparición física de Camilo Mouriño deja el camino libre para que el presidente Calderón escoja y nombre a quien debiera darle a su equipo el oficio político y el manejo estratégico del que ha carecido hasta hoy, a dos años de haber tomado posesión del cargo. Desde luego, el presidente puede insistir en el criterio que ha seguido hasta ahora y mandar a gobernación a otro amigo, que le asegure lealtad personal en su desempeño, que sirva a la necesidad de controlar las cosas para un grupo cerrado, a costa de la eficacia política y de la salvaguarda de los intereses del país.
 
Más le valiera a Felipe Calderón y más nos valiera a los mexicanos que, esta vez, se pensara en el interés general y se actuara con la mira puesta en lo que la sociedad reclama y necesita. El desorden y la ineficacia que privan en materia de Seguridad se deben, en buena medida, a la bola de amiguitos incapaces que rodean a Felipe Calderón y en los que él confía a pies juntillas.

Si a las matazones y al trasiego masivo de drogas y de dinero “negro”, si a esos factores de descomposición se agregan los recortes y las medidas draconianas que exigirá la crisis económica en ciernes, si a los problemas de inestabilidad social y de regresión económica se añade un proceso electoral “sucio” en julio próximo, se tendrán en el escenario nacional todos los elementos para conformar la tormenta perfecta.
 
Esto es lo que está en juego, lo que podría activarse o desactivarse en los próximos días, tan pronto se conozca la identidad del nuevo secretario de Gobernación, la persona que FCH escoja para sortear los tiempos que vienen.
 
Los políticos no tienen remedio. Todavía no se apagaban las llamas que envolvieron al avión en que murió J.C.Mouriño y ya se había enaltecido a éste al Altar de los Héroes. Lo hicieron “mexicano ejemplar”, a pesar de su acta de nacimiento madrileña. Hablaron de su “patriotismo”, de su espíritu de sacrificio y de su entrega, haciendo a un lado el litigio pendiente por tráfico de influencias y la sentencia popular por enriquecimiento más que explicable. El colmo, las declaraciones de Manlio Fabio Beltrones, que ayer pidió su remoción por inepto, y que hoy le atribuye el éxito de todas las negociaciones emprendidas por el gobierno de Calderón. Yo pienso que, si no quieren hablar mal de un muerto, pos más mejor resulta quedarse callado. Así de simple, no hay por qué decir burradas.
 
La caminera (la haach, en maya): verdaderamente, la frivolidad y la torpeza de Ivonne Ortega no tienen límites. Miren que seguir con las costosas operaciones estéticas–ahora fue una rinoplastía- (“lo que photo shop non da, cirugía te lo presta”, Tony Peraza dixit); y lo más pior, pensar que yucatecos y yucatecas somos una bola de tarados para creer la gravedad de una sinusitis inexistente.

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