No. 149 Lunes 10 de Noviembre de 2008

De turbulencias y helicóptero
Nuevamente felicidades (por el texto de Alfonso Teja del viernes). Comentaba con un ingeniero que asegura que la turbulencia sí es suficiente para detener las turbinas de un jet, pero el detalle que nos brindan del helicóptero nos da mejores elementos.
Ramsés Ancira

Está confuso
Pregunta: al ver la imagen del radar, que tiene esa nota (ver la referencia del texto de Alfonso Teja), se ven los puntos del Learjet en zigzag, mientras que el de Mexicana van en línea recta; ¿significa esto algo?; es decir, empezó a zigzagear y el piloto no reportó? Porque el zigzag empieza como 30 segundos antes de que desaparece, suficientes hasta para decir un pequeño discurso. Está confuso.
Juan Cantú

Más respeto
El colmo de la estupidización de los políticos aferrados al poder, aun violentando cínicamente la Carta Magna y exhibiendo asquerosamente sus contradicciones (ver artículo de José Luis Sierra del viernes). Nuestra inteligencia merece respeto.
David Esqueda

100 años de perdón
Primeramente saludarte (Tomás Corona), me dio gusto encontrarte en el espacio de maestros de secundaria. En segundo lugar, espero te encuentres bien y espero que ya relajado al día siguiente y como consecuencia de la adrenalina segregada, no te hubiera ocurrido el accidente digestivo que comentó tu sobrino (ver texto de Corona el viernes). Yo había escuchado esa historia del familiar detenido en el aeropuerto con dinero incautado por la televisión, desgraciadamente, la gente que como tú o yo trabajamos desde muy temprano y raramente escuchamos las noticias, pues no nos enteramos. A una amiga maestra de Doctor Arroyo le pasó lo mismo, también localizó a su familiar, ese mismo día lo denunció a la policía de allá; ¿y sabes qué le dijeron? Que como no había depositado ningún dinero, pues ¡no había delito que perseguir!; ¡qué estupidez! Y bueno, lo que se le ocurrió decirle a los chantajistas para que ya no la molestaran por teléfono, fue fingir la voz y decirle que a la señora de la casa le había dado un infarto del susto y la iban a dejar internada en el hospital, que a lo mejor no sobrevivía. ¡Ja!, una sopa de su propio chocolate (“mentiroso que miente a un mentiroso, tiene 100 años de perdón”, parodiando el refrán). Saludos.
Aleida Arizpe

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