No. 151 Miércoles 12 de Noviembre de 2008

Sobre el nombramiento de Fernando Francisco Gómez Mont Urueta como titular de la Secretaría de Gobernación, deben hacerse algunas precisiones, que demanda la información.
En contra de la proclividad de Calderón para las designaciones, dejó en el camino a una serie de amigos y cuates de aquél, aunque Gómez Mont no le sea precisamente un desconocido. Es cierto, no forma parte del círculo interno de Los Pinos, aunque sí es pupilo de Diego Fernández de Ceballos y por tanto se nota la mano que mece la cuna, la de Salinas de Gortari, quién fintó con Natividad González Parás, porque traía el as bajo la manga con Fernando. Lo peligroso del asunto es que siendo del establo de Diego, las mañas de éste, en el tráfico de influencias y el uso de información confidencial, privilegian las dudas acerca de su actuación.
No debe olvidarse que Fernando es panista de prosapia, su padre fue fundador e ideólogo del PAN y por tanto pertenece al grupo de los fundamentalistas, que por definición están en contra de los ultraconservadores, léase yunkistas, y por tanto a Fox-Sahagún-Espino, esta designación no les debe haber agradado. En esos datos se inserta el conocimiento de Calderón y Fernando. Tampoco a los chuchos les debe parecer agradable el nombramiento, porque los fundamentalistas no hacen causa común con los arribistas, como Acosta Naranjo, Navarrete, Ortega, et. al.
Los tratos que presumiblemente se llevaron a cabo en lo obscuro,  entre los mencionados y Mouriño, dieron paso a acuerdos para aprobar por ejemplo, la reforma petrolera, que aunque no es la que deseaba Calderón, sí creará problemas, como ya se empieza a ver. Las declaraciones de Kessel Martínez en el sentido de que “la reforma abrió un régimen especial de contrataciones”, así lo explica y además que “las leyes recién aprobadas recogen los objetivos de Los Pinos”, son prueba irrefutable de que el petróleo mexicano peligra. Se insiste en que esos acuerdos se dieron gracias “a los buenos oficios” de los citados.
Desde luego y como algunos analistas lo han señalado, los panistas-panistas, es decir, los fundamentalistas, sienten que han recuperado la joya de la corona, la titularidad de la dependencia, desde la que se hace política. También debe decirse que al designar a un abogado, así sea de la Libre de Derecho, se privilegia el quehacer político, porque se requiere en ese lugar a quien conozca de leyes, de constitucional, de teoría del derecho, de derecho comparado y de historia, y esos conocimientos no los puede tener un ingeniero, un actuario, un economista, un licenciado en administración, como los que estaban en la lista y algunos de los que han pasado por esa secretaría.
Para Calderón, Fernando le resuelve un problema, pues con Ramírez Acuña y con Mouriño, a pesar de la cercanía de este último, no existía bien a bien, un problema resuelto, dadas sus vulnerabilidades, que más bien constituían bombas de tiempo para el país. Dije para Calderón, lo que no implica que  necesariamente lo sea para México. En el primer caso habrá que recordar que Ramírez Acuña es un paladín de la represión, como se pudo constatar en Jalisco y en Gobernación. El segundo, por su apego a los contratos para beneficio de la parentela.  Con los antecedentes de Fernando-Diego-Salinas, el futuro no es precisamente promisorio.
Por otra parte, Fernando se ha desempeñado los últimos años (¿12?), en el área de los abogados independientes, con especialización en derecho penal, lo que lo sitúa en un sitio ideal para detener las dificultades que han aflorado entre Medina Mora, licenciado corporativo de negocios y García Luna, ingeniero, por sus ambiciones personales. Ninguno de los dos, en realidad, tiene algo que ver con asuntos de seguridad y jurídicos en esas áreas de competencia. A pesar de una supuesta experiencia ganada en el trabajo diario, su origen los niega. 
Otros datos importantes lo constituyen los hechos de que “tuvo un pleito a morir” con Ricardo Salinas Pliego-TVAzteca; en tanto debe tener excelentes relaciones con Carlos y Raúl Salinas de Gortari, Jorge Lankenau, Carlos Cabal Peniche, Napoleón Gómez Urrutia, Rogelio Montemayor, Javier Moreno Valle y Tomás Peñaloza, por mencionar unos cuantos. 
A la luz de lo expuesto, una de las primeras declaraciones de Fernando fue excesivamente desafortunada: “soy un hombre sin grupo político”. Lamentable cabría decir. 
Hasta aquí con los datos a la mano.
 
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