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LA ADOPCIÓN EN PAREJAS DEL MISMO SEXO
Javier Flores
Se han aprobado cambios en el Código Civil del Distrito Federal que permiten el matrimonio entre personas del mismo sexo, a quienes se otorgan derechos que antes les estaban vedados, entre ellos, el de la adopción. Esto ha desatado, como era de esperarse, la oposición de los sectores conservadores del país, encabezados por la Iglesia católica. No es casual que sea así. En el núcleo de estas reformas, que colocan a la ciudad de México entre las regiones más avanzadas del mundo, se encuentra la transformación de un modelo de organización familiar en el que esta Iglesia se ha empeñado por siglos, para garantizar una estructura social dirigida al control.
La atracción erótico-sexual y la unión entre personas del mismo sexo son hechos que ocurren cotidianamente, con o sin la aprobación de la Iglesia o las leyes. La homosexualidad se expresa en todos los sectores, incluidos los grupos que ahora se oponen a estas uniones, como el Partido Acción Nacional o la Iglesia católica. El punto, más allá de las hipocresías, es si una sociedad decide la discriminación de una parte de sus miembros en función de su orientación sexual, privándolos de derechos, o asume la obligación de garantizar la igualdad entre sus integrantes. Pero si el tema del matrimonio entre personas del mismo sexo es de por sí polémico, lo es más el del derecho a la adopción.
Entre los argumentos que se hasta ahora se utilizan en México para oponerse a la adopción, destacan que esta modalidad produciría a los niños: a) daños sicológicos, b) daños en su identidad sexual, c) discriminación y d) daños morales. La pobreza de estas ideas, puede evaluarse si se considera que se trata de un debate de alcance mundial, que incluye aspectos mucho más amplios del desarrollo de los niños y adolescentes que viven en familias con padres del mismo sexo, y que han llevado en los últimos veinte años, a la realización de indagaciones científicas para aclarar la veracidad de estos y otros mitos.
En un estudio reciente (2007) de Charlotte J. Patterson y Jennifer L. Wainright de la Universidad de Virginia, titulado: Adolescents with Same-Sex Parents: Findings from the National Longitudinal Study of Adolescent Health, las autoras hacen una revisión exhaustiva de la literatura científica sobre este tema y dan a conocer los resultados de su propio trabajo, en el que examinan el desarrollo de adolescentes en 44 familias con padres del mismo sexo que comparan con el mismo número de núcleos familiares en los que los padres son heterosexuales.
Los parámetros que se analizan empleando instrumentos validados por la investigación en sicología y otras disciplinas sociales, incluyen entre otros: a) adaptación sicosocial, en el que se evalúan la presencia de ansiedad, síntomas depresivos y la autoestima; b) resultados escolares, que incluye el aprovechamiento en materias como matemáticas, inglés, estudios históricos y sociales y ciencias, así como conflictos en la escuela; c) relaciones románticas, atracción y conducta sexual; d) características de las relaciones familiares; e) relaciones e integración con sus vecinos, atención y cuidados por parte de adultos, maestros y amigos; f) autonomía; g) Consumo de tabaco, alcohol, drogas y participación en actos delincuenciales; y g) relaciones con sus pares, establecimiento de amistades y popularidad, entre otros aspectos.
Los resultados del estudio muestran claramente que, en todos los parámetros estudiados, no existen diferencias significativas entre el desarrollo de los adolescentes con familias formadas con padres del mismo sexo, respecto a los de familias con padres heterosexuales. Los datos que arroja este trabajo son similares en muchos aspectos a otros realizados previamente, no sólo en adolescentes, sino también en niños. En todos ellos se encuentra que la calidad de la relación entre los hijos y los padres, independientemente de su sexo, es el elemento más importante para el desarrollo adecuado de los menores.
Resultados de investigaciones como la citada han llevado a organizaciones científicas como la American Academy of Pediatrics a señalar en 2002 que : “Hay un cuerpo considerable de literatura profesional que da evidencia de que los niños con padres que son homosexuales pueden tener las mismas ventajas y las mismas expectativas de salud, adaptación y desarrollo que los niños cuyos padres son heterosexuales”. En el mismo sentido, la American Psychological Association, en 2004, manifestó su rechazo: “… a cualquier discriminación basada en la orientación sexual en materia de adopción, custodia, visita a menores, cuidados y servicios de salud reproductiva”.
Pero independientemente del peso aplastante que puedan tener los argumentos científicos, es probable que se exprese, como en el caso de la despenalización del aborto, la influencia política de la Iglesia católica. Esto lleva a pensar que, mientras en algunos medios intelectuales se discute si nuestro país debe orientarse hacia el Norte o hacia el Sur de nuestro continente; por el papel que juega hoy el dogmatismo religioso en las políticas públicas de México, en los hechos, nos dirigimos cada vez más a Centroamérica.
La Jornada
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