492 9 de marzo de 2010 |
DIARIO DE CAMPO El Día de la Mujer Luis Miguel Rionda La conmemoración del día internacional de la mujer ha ido cobrando cada vez más importancia en nuestro país, a partir de haber sido instituida por la ONU en 1975, el “año de la mujer”. México, bajo el régimen de Luis Echeverría, buscó y logró un destacado protagonismo en este tema, por lo que se consiguió que la ONU designara a la ciudad de México como sede de la primera Conferencia Internacional de la Mujer, primera de cuatro se han realizado -la última en Pekín en 1995-. La conferencia se desarrolló del 19 de junio al 2 de julio de 1975, bajo la conducción de un hombre (!): el procurador Pedro Ojeda Paullada. Yo era un adolescente, pero el asunto me entusiasmó tanto que durante años conservé un cartel de la conferencia pegado en la pared de mi habitación. El logo era hermoso: un rostro femenino estilizado en el que se adivinaba una paloma y un signo de igualdad, referencias al lema del coloquio femenino: “Igualdad, desarrollo y paz”. México era -y es- un país identificado por su machismo inveterado. Por eso era tan significativo que se albergara a una conferencia de este tipo, con delegaciones de mujeres procedentes de 133 países. Pero el clima político se prestaba: un gobierno con banderas progresistas buscaba integrar a las mujeres mexicanas al desarrollo y a los espacios de poder; bueno, al menos en lo declarativo. La conferencia venía a sumarse a otras medidas que reconocieron derechos antes negados a las mujeres, en particular en lo que respecta a su cuerpo y la reproducción. Un ejemplo fue la reforma del artículo 4º constitucional el último día de 1974, que a partir de entonces rezó “El varón y la mujer son iguales ante la ley. Esta protegerá la organización y el desarrollo de la familia.- Toda persona tiene derecho a decidir de manera libre, responsable e informada sobre el número y el espaciamiento de sus hijos.” 35 años después pareciera que las cosas involucionan. Los avances logrados por las mujeres en los años setenta y ochenta, así como las conquistas consolidadas en el Distrito Federal en fechas recientes, son amenazados por una ola conservadora y neomachista que busca imponer una concepción unívoca y simplista de lo que es la “familia” humana y el denominado “derecho a la vida”. Y en los espacios de la política también vemos esa involución cuando se burla el espíritu de la ley electoral para permitir la separación de sus curules por parte de las diputadas “juanitas”, para que sus lugares sean ocupados por los machines oportunistas. Ojalá que los derechos de las mujeres no sigan siendo moneda de cambio entre nuestra clase política. Lastima constatar el hecho de todavía persisten prácticas de discriminación, de explotación y de violencia contra las mujeres de México. Ciudad Juárez sigue siendo una herida abierta. Por eso, la liberación definitiva de ellas pasa por la liberación masculina de sus atavismos culturales.
Antropólogo social. Profesor investigador de la Universidad de Guanajuato, Campus León. luis@rionda.net – www.luis.rionda.net - rionda.blogspot.com Para compartir, enviar o imprimir este texto,pulse alguno de los siguientes iconos: ¿Desea dar su opinión?
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