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16 de marzo de 2010
15diario.com  


 

Alianzas y espectáculo

Juan Reyes del Campillo

En ninguna parte del mundo son comunes las alianzas entre partidos de izquierda y de derecha, pero su posibilidad en nuestro país ha causado ya bastante revuelo y puesto de cabeza a los priistas. En este caso, lo que argumentan PAN y PRD es el caciquismo y la falta de democracia en ciertos estados, aunque en su visión estratégica lo que buscan es hacerle un boquete electoral al PRI hacia el 2012, además de cuestionar la fortaleza y honestidad de los gobernadores que hoy se desempeñan como auténticos virreyes.

 

Los argumentos en contra de estas alianzas tienen que ver con el hecho de que las  ofertas partidarias se desdibujan y producen confusión entre la ciudadanía. Sin embargo, lo verdaderamente importante es que la decisión de enfrentar unidos al priismo, además de la polarización e incertidumbre que produciría la elección, podría resultar en alternancia en donde nunca la ha habido. En Durango, Hidalgo, Oaxaca y Puebla  (se pueden sumar Sinaloa y Quintana Roo), jamás ha gobernado la oposición y la política ha transitado siempre entre la opacidad y el atraso.

 

Este año habrá doce elecciones de gobernador y puede darse el caso de que en la mitad se establezcan estas alianzas. En otros estados sería muy difícil, como en Veracruz, en donde no hace muchos años el candidato del PAN, Miguel Ángel Yunes, metió a la cárcel al ex gobernador Dante Delgado, muy probablemente el candidato de los partidos de izquierda. En Zacatecas que gobierna el PRD o en Aguascalientes y Tlaxcala en donde lo hace el PAN, tampoco habrá alianza. Por ello, vale decir que no son una estrategia generalizada de los adversarios del PRI, sino particulares y localizadas para fortalecer la transición y el cambio democrático.

 

En todo este debate es necesario preguntarse respecto a cuál es el eje del conflicto. Lo cierto es que las estrategias nacionales de dos partidos políticos con diferencias profundas, pasan por la situación local de algunos estados, que tienen que ver con una coyuntura específica en la que la posibilidad de derrotar al PRI se vuelve una realidad cercana. Es un cálculo político que conlleva cierto riesgo, pero que están dispuestos a correr con tal de alcanzar la alternancia y terminar con años de corrupción, represión y antidemocracia.

 

Pero muy pronto todo este espectáculo tendrá sus propios damnificados. Son ya muchos los que han salido raspados, empezando con el mismo secretario Gómez Mont, quien renunció a su partido por el prurito de haber signado un convenio, acuerdo o compromiso (lo que haya sido) que establecía que no habría alianzas en el Estado de México para oponerse al PRI. Lo más extraño es que solamente quienes lo firmaron pueden saber por qué un acuerdo sobre una entidad, en donde habrá elecciones hasta el próximo año, tendría que extenderse a todo el país y armar todo este zipizape.

 

Llama también la atención que todo tipo de comunicadores han definido de antemano quienes son los culpables, los malos o los nefastos de esta representación que habrán perdido la gloria y las estrellas. Lo más increíble es que gentes tan contrapuestas como Manuel Espino y Andrés Manuel López Obrador, coincidan en sus argumentos para descalificar las alianzas. Cuauhtémoc Cárdenas tampoco se acuerda que en el año 2000 hizo alianza con el Partido Alianza Social que era un desprendimiento del PAN; o con los vividores del Partido de la Sociedad Nacionalista, quienes gracias a él usufructuaron tres años de millonarias prerrogativas políticas.

 

Pero la interrogante que toda la clase política deberá estarse haciendo en este momento es cómo saldrá del enredo el gobernador Peña Nieto. El hecho de haber recurrido a un extraño arreglo para proteger sus intereses no lo dejará bien parado, y si bien algunas ya le han reducido su amplia ventaja, su nivel de aceptación será una referencia obligada de las próximas encuestas. 

 

Sin embargo, aunque a veces no les salgan bien las cosas, los partidos ya han iniciado los operativos necesarios para tener cierto control de daños. Peña Nieto se pronuncia por darle vuelta a la página y Beatriz Paredes hace hasta lo imposible por hacer creer como que no pasó nada o que no tienen culpa alguna. Empero, diputados del PRI han llegado al ridículo de desconocer como interlocutor válido al dirigente del PAN Cesar Nava, lo cual resulta inaudito e inédito en la política mexicana.

 

A pesar de todo, las alianzas van y el espectáculo sube de tono. No cabe duda de que los priistas están nerviosos y algunos gobernadores hacen hasta lo imposible por posicionar a sus delfines. Lo mejor de todo es que el proceso electoral que en julio llevará a las urnas a la mitad del país se pone cada día más interesante.

 

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