APUNTES DE UN HINCHA

Se jodieron las canchas

Gerson Gómez

Te juro compadre que cuando se vino el agua, dije, ahora sí, esto ya valió madre. Se va a llevar a los que están abajo.

Nomás me asomé, y desde el puente del Obispo se escuchaba el tronido, las llamaradas cuando cayeron los postes de luz.

Se fueron desgajando las porterías, los puestos, la ciclopista. ¿Dónde vamos a jugar las finales, si está quedando puro mugrero? Ahí voy con mi señora y con mis hijos, a asomarme a los lados del río.

Nomás se escuchaba el golpe de las olas, todas de color chocolate. ¿Así es el mar?, me preguntó Rebeca, la menor de mis hijas.

Mi esposa me abraza, y me dice: ánimo Erasmo, ya verás que con la ayuda de los de la colonia vuelven a armar el campo de futbol. Si te digo que en la madre.

Qué chinga nos arrimo el aguacero. Apenas se apaciguó un poco la lluvia, y nos vinieron a hacer compañía los niños, las mujeres y los maridos, nuestros vecinos.

Me daban el pésame, porque soy el presidente de la liga de futbol dominical, de la desaparición de nuestro espacio de futbol.

Ya no podré cobrar por el campo, el arbitraje, y hasta por las paletas de hielo y las papitas que todos los domingo vendía. Se llevó el agua el puesto, las mercancías que había adentro.

Sí, pensé, tienen razón. Que chinga me arrimó el agua. Pero al rato nos ponemos al tiro.

Al cabo, a los del Parque Río, a los de las canchitas bonitas, con luminaria de lujo, a ésos también se los chingó el agua.

Por lo menos el agua es pareja, y no distingue al jodido o al rico.

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