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Cuando ya nada es noticia
Héctor Franco Sáenz
En recuerdo de René Alonso, amigo, artista, periodista e intelectual, al año de su partida.
Hace ya varias décadas, cuando el rector de la UANL era el doctor Luis Eugenio Todd, se nos quedó muy grabada su reflexión, acerca de que se estaba perdiendo la capacidad de asombro, con relación a los hechos que entonces sucedían.
Hoy, después de ya buen tiempo, lo que sucede en nuestro entorno cotidianamente, posee una dimensión tal que no es nada comparable a lo que en esos tiempos sucedía y movía a la reflexión. Ahora, a diferencia de la cita inicial, en una opinión extrema, pareciera que ya la capacidad de asombro se ha perdido, tomando con toda “naturalidad” distintos aconteceres, a pesar de la
gravedad de los mismos.
Será que el individuo de hoy se encuentra expuesto a un sinfín de mensajes, o estímulos informativos, en virtud de los grandes avances experimentados en el campo de las tecnologías, que se ha ido creando una coraza que lo lleva a la insensibilidad y a la vez una actitud que funciona como válvula de escape ante la impotencia que existe para enfrentar la realidad de manera consciente.
Elementos anteriores son los que nos llevan a afirmar, metafóricamente o de manera real para muchas personas, que “ya nada” es noticia, en virtud de que la intención de la misma es dar a conocer hechos novedosos o atípicos que ocurren en determinada sociedad, mismos que por su naturaleza deben darse a conocer.
Así tenemos, que el exceso de información, o los intentos de querer serlo (vr. gr., la conductora de noticias de Televisa Monterrey, que varias veces repitió que por la balacera del lunes en la mañana al sur de la ciudad, estaba bloqueado el cruce de Garza Sada y Félix U. Gómez) está teniendo un efecto terapéutico, actuando como una vacuna al inmunizarnos contra el dolor y la desgracia que provocan los hechos sangrientos.
Por estos efectos, la intención de la noticia se va perdiendo de tanto que se repite, siendo su vigencia plena muy corta, dependiendo de diversos factores, como son la hora en que se lanza, el que no aparezca otra información que la “tape”, su repetición constante ante la escasez de información y otros elementos por el estilo, de lo cual tenemos experiencias a diario.
Elementos que ayudan a que la noticia “viva”, tienen que ver con la primicia de la misma, entre más exclusiva sea ésta mejor para el medio porque así más tiempo puede explotarla y hasta “imprimirle” su sello, como con frecuencia se aprecia en fotografías de medios televisivos. En cuanto a eficacia informativa, relacionado con lo anterior, sin que sea “per se”, se encuentran las noticias de “última hora”, siendo las “joyas de la corona”, las relacionadas con hechos trágicos o sangrientos.
Bueno, pues a pesar de esos “soplos” de vida para las noticias, su existencia en sí es efímera, su impacto real, porque podrá seguirse trasmitiendo varios días hasta llegar a saturar el aprecio por parte de la audiencia, o porque a pesar de ser tan impactante pronto pasa a segundo plano al ser desplazada por otro hecho susceptible de ese manejo.
En todo este ir y venir de estrategias informativas, el peor papel es el que le toca jugar a los medios impresos, dado que en sus ediciones tendrán que publicar lo que ya es de amplio conocimiento por medios electrónicos, con notas que llegan a los lectores hasta con un día de retraso, o sea, 24 horas después de que sucedieron los hechos, salvándose un poco de su desfase real, si cuentan con edición electrónica, a la que por lo general, sus lectores no tienen acceso.
Ejemplo de casos recientes como los mencionados, lo tenemos en la semana pasada cuando un canal de televisión se llevó “la primicia” al dar a conocer a las 5:15 horas de unos muertos en Valle Oriente y el día de ayer, una balacera en la colonia “Las Brisas”, explotando el hecho todo el día, mientras los periódicos lo tratan hasta el siguiente, cuando ya no es noticia. Igual sucedió en el caso del accidente donde perdieron la vida funcionarios del gobierno de Coahuila.
Realidades como las anotadas obligan, o ya lo han hecho, a cambiar “las primeras planas” de los diarios, o los “titulares” de los servicios noticiosos, o inclusive las funciones clásicas de los mismos, así, las “noticias” ya no son materia de los medios impresos, dejando para sí la investigación y el análisis periodístico, cosa no deleznable y que hace mucha falta.
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