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MUROS Y PUENTES
En Texas, White contra Perry

Raúl Caballero

En Texas, Rick Perry, luego de heredar de George W. Bush la gubernatura estatal, lleva 10 años gobernando un estado que en las últimas décadas se ha distinguido por ser de lo más republicano.

Desde los años de Ann Richards (entre 1991 y 1995), el estado de Texas ha estado pintado de rojo, pero de un rojo bastante conservador, signo de la dupla W. Bush y Perry, puesto que aquél le arrebató la silla a la demócrata para dejársela luego a quien era el vicegobernador.

La gestión de Richards es recordada por su carácter de liberal y progresista, así lo marcan politólogos como Roberto Calderón, de la Universidad del Norte de Texas, en Denton, quien recuerda que “abrió el gobierno” a las minorías, principalmente a las mujeres.

Vencida Richards por W. Bush, éste cede el gobierno de Texas para irse a la Casa Blanca en el 2000, lo que propicia grandes reflectores hacia el estado y sobre el Partido Republicano, lo que reforzará la presencia de Perry en Austin.

Así entonces, Perry ha cabalgado en caballo de hacienda desde que dejó de ser vicegobernador, para ocupar la silla que le dejó W. Bush en el 2000; siendo un político carismático, se ha dedicado en buena medida a afianzar las bases republicanas y a impulsar el espíritu conservador en la educación, el tema de la seguridad y en la promoción del libre mercado; es lo que presume en esta nueva campaña, su énfasis en los negocios y su postura de reforzar la frontera pretextando la inseguridad nacional. Luego de completar el periodo que dejó Bush, Perry lleva dos periodos al hilo (en 2002 y 2006) y está buscando el tercero... pero ya le salió gallo demócrata: Bill White está resultando el político que le ha movido el tapete al gobernador republicano.

Si bien cuando White anunció sus intenciones de contender, había una gran distancia entre las preferencias de los votantes para uno y otro, pero en estos días la distancia se ha acortado; en diferentes mediciones correspondientes a septiembre (la encuesta de la Texas University, por ejemplo, muestra siete puntos de distancia antes de que White alcance a Perry, pero la de Zogby muestra sólo 3 puntos porcentuales).

Desde hace días Perry se ve mal rehusándose a debatir con White, con una justificación que parece pretexto: dice que no debatirá mientras el demócrata no declare sus ganancias (obtenidas según Perry durante el periodo en que White trabajó en la administración de Bill Clinton como secretario de Energía); sin embargo, es público (por lo menos para todo el que quiera confirmarlo en los expedientes públicos de la oficina electoral) que las declaraciones necesarias están hechas... de hecho si no las hacen, nadie podría registrarse como contendiente en ninguna elección, pues son obligatorias. Por eso digo que Perry se ve muy mal y eso no pasa desapercibido, al parecer “le saca al bulto”, como diríamos coloquialmente, para no atender el reto de un debate.

En lo que respecta a sus respectivas plataformas políticas y, de lo que en ellas han expuesto, lo que me llama la atención que puede ser de interés para la comunidad latina que vive en Texas, sobresalen varias cosas que entre un candidato y otro hay diferencias, matices y contrapuntos.

Perry ha señalado que para él es importante no ahuyentar a los inversionistas extranjeros y de otros estados, por lo que maneja el problema de la economía estatal (postrada al igual que la nacional) asociándolo al temor de que la inmigración indocumentada, la seguridad fronteriza y la violencia generada por los cárteles mexicanos de las drogas perjudiquen sus metas.

Para Perry la prioridad, antes que cualquier reforma migratoria, es la seguridad fronteriza... así lo puntualizó en una entrevista, la semana pasada, para La Estrella en Casa.

Por su parte White, quien viene de ser alcalde de Houston desde el 2004, se ha mostrado más flexible en las labores policiacas, al anunciar que de ganar la gubernatura los policías no distraerán sus obligaciones persiguiendo residentes y delincuentes sin distinciones, como sucede en distintas partes con la ley 287g que permite a las autoridades de migración trabajar en conjunto con policías locales, convirtiéndolos en “policías migratorios”.

White, también entrevistado en La Estrella en Casa, se declara opositor de la ley de Arizona SB1070 y ha dejado claro que la reforma migratoria es una responsabilidad del Congreso, así como el hacer cumplir las leyes de migración sólo le compete al gobierno federal, no a los estados.

En fin hoy, a cuatro semanas de las elecciones, el ganador proyectado por el reconocido portal de Proyecciones Electorales (electionprojection.com) es Rick Perry por 5.2 por ciento... pero nada puede garantizar que esa proyección se mantenga hasta el día de la elección, sobre todo cuando es sabido que los miembros de los partidos viven un proceso de deserción; se puede apuntar que abandonan las filas de ambos partidos (hartos de las políticas electoreras) pero uno puede indicar que los republicanos tienen más razones para dejar su partido debido a los coqueteos de las fuerzas más conservadoras de esa institución con los partidarios del llamado Partido del Té, un grupo acrecentado y ubicado en el ala más radical de la derecha y de quienes al parecer ya no pueden o no quieren prescindir.

De tal manera que ya se habla de que esas deserciones engordan las filas de los votantes independientes, antes que ser tránsfugas sin partido o del todo apolíticos, así las cosas serán los independientes y de una cierta manera los nuevos votantes (entre estos últimos muchos, muchos latinos) los que decidirán a la hora buena las elecciones.

Mi punto de vista –al margen de predicciones oficiales o elucubraciones imparciales– es que Perry, efectivamente, ya tiene mucho tiempo en esa oficina... es tiempo no sólo de que alguien mejor lo releve sino que además es un inmejorable momento para que el estado de la estrella solitaria se transforme y recupere su color azul, el de los buenos tiempos de Ann Richards, el color de los demócratas representado por Bill White.

Director editorial de La Estrella en Casa y La Estrella Digital, en Dallas-Fort Worth, Texas.

 

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