665 10 Noviembre 2010 |
DIARIO DE CAMPO La monografía histórico-estadística del municipio de Doctor Mora, la circunscripción más joven de la entidad, fue escrita por el cronista local, el joven profesional del ecoturismo Marcos Valencia Espino. Lleva el sugestivo nombre de “Doctor Mora, el corazón joven del noreste de Guanajuato”. La publicación estuvo al cargo, como el resto de estas monografías, de la Comisión Estatal del Bicentenario, que busca dotar a todos los cabildos de su correspondiente memoria histórica. Todos los municipios jóvenes, que suelen ser poco poblados y desarrollados, son difíciles de historiar. Provienen de asentamientos, incluso antiguos, que no han preservado acervos documentales o archivísticos que permitan rescatar su devenir lejano. Como recursos para ayudar en la memoria comunitaria sólo están disponibles los testimonios vivenciales, que por razón natural son efímeros, o bien referencias secundarias que se pueden encontrar en textos referidos a otros municipios o estados. Este es el caso de Doctor Mora, un asentamiento que recibió su categoría municipal en dos ocasiones: una en 1935, y la siguiente, la definitiva, en 1949. La antigua congregación de Charcas tuvo raíces indígenas tanto Otomís como Chichimecas, inevitables para una locación de la Sierra Gorda de Guanajuato. Su cultura popular, como lo pone en evidencia el joven autor, mantiene muchos rasgos que la conservan cercana a esa querencia: su música, sus artesanías, sus pastorelas y las actividades tradicionales muestran un vigor popular que no es fácil encontrar en otros lares del estado. Tal vez su relativo aislamiento ha ayudado a preservar rasgos culturales originarios que nos facilitan otear en un pasado cultural vigoroso. Como el resto del norte de la entidad, en Doctor Mora se padecieron muchas de las calamidades de la revolución y luego de la rebelión cristera. El pequeño pueblo de Charcas debió defenderse con sus propios medios de ataques de cristeros, alzados, soldados y agraristas. No se arredraron en la defensa de su terruño, y con sus propias defensas civiles los vecinos pudieron defenderse, a veces con el apoyo de hacendados ventajosos o de militares huraños. Pero sobrevivieron para ver a su pueblo convertirse en rehén involuntario de la lucha entre “rojos” y “verdes”, los grupos dominantes en la política local. En 1935 el gobernador “rojo” Melchor Ortega facilitó el acceso de este pueblo a la calidad municipal, y la mantuvo por cinco años. Pero los vientos políticos cambiaron casi de inmediato: el 18 de diciembre de 1935 fueron desaparecidos los poderes del estado de Guanajuato, lo que representó el regreso de los “verdes” al predominio local, y en 1939 se le retiró la municipalidad a Charcas. Diez años después, con otro gobernador “rojo” -José Aguilar y Maya-, a la localidad se le reintegra su ayuntamiento, pero ahora bautizada con el nombre de un insigne liberal nacido en Chamacuero, que no tenía ninguna relación con Charcas. La monografía es solvente y tiene calidad. El joven cronista promete en alguna parte que en esfuerzos posteriores enriquecerá algunos pasajes. Ojalá sea así. Se nota el amor a su tierra natal. Dados los intereses profesionales del joven escritor, incluyendo su compromiso ecológico, es muy probable que lo continuemos leyendo con textos históricos. Además es un gran aficionado a las nuevas tecnologías de la comunicación, por lo que no dudo que sus siguientes aportes sean electrónicos. Antropólogo social. Profesor investigador de la Universidad de Guanajuato. luis@rionda.net – www.luis.rionda.net - rionda.blogspot.com
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