686 9 Diciembre 2010 |
ANÁLISIS A FONDO Los asesinatos de mujeres en el Campo Algodonero de Ciudad Juárez No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague. El viernes 10 de diciembre, el gobierno del presidente Felipe Calderón Hinojosa deberá, sin excusa ni pretexto, informar de su cumplimento de la sentencia dictada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en el caso de los asesinatos de las mujeres en el Campo Algodonero, en Ciudad Juárez. El 10 de diciembre de 2009, la Corte condenó al estado mexicano por no garantizar la vida y la integridad de las mujeres de Ciudad Juárez. Era la primera vez que un tribunal americano condenaba a un estado por violar los derechos humanos y por discriminación de género y condición social. El motivo de la condena fueron los asesinatos del Campo Algodonero, cuya descripción, realizada durante las sesiones de la CIDH, puede encontrarse en la página de Amnistía Internacional: http://amnistia.org.mx/contenido/2009/06/30/importantes-casos-de-violencia-contra-las-mujeres-en-mexico-ante-la-corte-interamericana-de-derechos-humanos-2/ como lo han reportado diversas organizaciones no gubernamentales defensoras de los derechos humanos y de las mujeres. El cuerpo de dos niñas y una joven mujer, Esmeralda Herrera Monreal, Laura Berenice Ramos Monárrez y Claudia Ivette González, fueron descubiertos en un antiguo campo algodonero en Ciudad Juárez el 6 y 7 de noviembre del 2001, junto con el cuerpo de cinco otras jóvenes mujeres. Al menos cinco de las víctimas tenían menos de 18 años de edad. Sus familias habían denunciado su desaparición en 2000 y 2001. Uno de los cuerpos nunca fue correctamente identificado. En 1993 había comenzado un patrón de secuestros, violaciones y asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, como lo denunciaron, entre otras, la organización Insumisas y Punto. De manera sistemática, las autoridades no tomaron en serio estos crímenes, señalando a menudo que las víctimas tenían la culpa por los crímenes cometidos en su contra y tratando a los familiares con desprecio. Pocos de los autores de estos crímenes fueron llevados a la justicia, lo que creó un clima de miedo e inseguridad para las mujeres. El caso del Campo Algodonero se hizo famoso al ejemplificar la manera en que las autoridades municipales, estatales y federales discriminaron a las mujeres víctimas de asesinatos, así como a sus familias se equivocaron al identificar los cuerpos y no lograron recoger pruebas forenses fiables ni llevar al cabo investigaciones eficaces. En cambio, recurrieron a numerosas prácticas irregulares, incluida la tortura, para obtener confesiones y fabricar casos. Uno de los que fueron condenados al principio apeló más tarde con éxito y fue liberado. Tras protestas nacionales e internacionales ante este patrón de asesinatos de mujeres e impunidad conocido como “feminicidio”, los gobiernos federal y estatal tomaron algunas medidas para mejorar los procedimientos de prevención e investigación; sin embargo, en muchos casos los responsables de los asesinatos, incluido aquel de las tres víctimas del Campo Algodonero ante la Corte Interamericana, no han sido llevados a juicio. A pesar de haber identificado a al menos 177 funcionarios estatales posiblemente implicados en investigaciones deficientes de mujeres asesinadas en la ciudad, las autoridades nunca llevaron a juicio a ninguno de ellos. No se han proporcionado reparaciones completas por los crímenes a muchos de los familiares de las víctimas, incluida una falta de reconocimiento adecuado del no cumplimiento por parte del Estado en respetar, proteger y cumplir sus derechos y los derechos de sus familiares asesinadas según las leyes internacionales sobre derechos humanos. La sentencia de la CIDH puede leerse en la siguiente página: http://www.campoalgodonero.org.mx/sites/default/files/documentos/Sentencia_Campo_Algodonero_0.pdf. Se trata de un extenso documento de 167 páginas donde, a parte de los razonamientos jurídicos y del análisis de los tres asesinatos que se juzgan, se hace una extensa descripción de los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez; se indica que el término de feminicidio es adecuado para calificar los asesinatos del Campo Algodonero y entienda que algunos o muchos de los asesinatos de mujeres de Ciudad Juárez “puedan haber sido cometidos por razones de género y que la mayoría han ocurrido dentro de un contexto de violencia contra la mujer”. Siguiendo la estela del novelista Joseph Conrad en El corazón de las tinieblas y del cineasta Francis Ford Coppola en Apocalypse Now, Roberto Bolaño consigue describir el horror ocultado de una época (la de la globalización) a partir de una manifestación paradigmática, en este caso, los crímenes de la ciudad mexicana de Santa Teresa, el nombre literario de Ciudad Juárez. Esta ciudad juega el mismo papel que Congo en la novela de Conrad y Vietnam en la película de Coppola. El propio Bolaño señaló que en su novela había un centro físico y un centro oculto. El primero es, sin duda, Ciudad Juárez, donde convergen todas las historias. Sobre el centro oculto sólo dejó pistas. Una de ellas el propio título, con la marca del diablo (666), el señor del infierno. Otra la cita de Baudelaire al inicio del libro: “Un oasis de horror en medio de un desierto de aburrimiento”. El mismo centro oculto que sugerían el Kurtz de Conrad y el de Coppola cuando exclamaban: ¡El horror! ¡El horror! http://analisisafondo.blogstpot.com/ ¿Desea dar su opinión?
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