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900 6 Octubre 2011

ANÁLISIS A FONDO
Inseguridad creciente
Francisco Gómez Maza

El miedo no anda en burro
Reporte mensual del INEGI

Ciudad de México.- Si ya en el diario vivir “normal”, los ciudadanos se andan cuidando de no ser robados, asaltados, secuestrados, imagine usted lo que sienten los seres humanos en situaciones extremas. Y la que están viviendo los mexicanos es una situación extrema. No hay jornada en que los medios informativos no den partes de guerra. Asesinatos, decapitados, colgados. Los periódicos de ahora están más amarillistas que aquella clásica revista de nota roja, Alarma, que en sus tiempos fue incluso prohibida por sensacionalista y que desapareció en la segunda mitad de los años 80.

De acuerdo con Luis de la Barreda S. y Cecilia Sayeg Seade, del Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad (Icesi), es obvio que la percepción no crea la realidad, pero la proposición inversa, que parece evidente, no necesariamente es cierta en todos los casos: la percepción no siempre se basa exclusivamente en los datos que aporta la realidad.

Así, en un problema tan delicado y tan sensible como el de la inseguridad, no son solamente la prevalencia y la incidencia delictivas los factores que hacen sentir a la población que los niveles de seguridad son deficientes.

El espacio y el tratamiento que los medios de comunicación conceden al tema, los relatos de amigos y familiares, las propias aprensiones e incluso los rumores más descabellados inciden de manera importante en la visión sobre el tema.

El miedo es la primera de las emociones experimentada por nuestros ancestros. Vivían en considerable riesgo cuyas fuentes eran los predadores, el hambre, la enfermedad y las fuerzas de la naturaleza.

Los peligros eran constantes y omnipresentes. Las mujeres y los hombres de hoy tememos sobre todo a la probabilidad de sufrir un acto de violencia que afecte de manera grave nuestra vida.

Un accidente de tránsito, terrestre o aéreo; una caída o un problema de salud pueden producir ese efecto; pero nada nos provoca tanta desazón como prever que podemos ser víctimas de un acto criminal que lesione alguno de nuestros bienes más apreciados; quizás se deba a la conciencia de lo injusto que resulta que un semejante, contrariando la vocación del ser humano a la vida gregaria, nos provoque intencionalmente un daño.

Contra lo que podría pensarse por ciertos encabezados de los diarios, no todo el país vive un magno problema de inseguridad. Ésta se concentra principalmente en algunas áreas urbanas. Sin embargo, la percepción sobre la seguridad pública de las personas y del país en la actualidad y la confianza para caminar solos por la cercanía de casa se deterioró en septiembre pasado, en relación con el mismo periodo de 2010, de acuerdo con la más reciente encuesta del INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía.)

El Índice de Percepción sobre la Seguridad Pública (IPSP), por segundo mes consecutivo, registró una baja en el indicador, baja que manifiesta una idea menos favorable ante los hechos de violencia que se suceden cotidianamente en diversas ciudades del país como Veracruz, Monterrey, Acapulco, Ciudad Juárez, el estado de México y esporádica pero dramáticamente en el Distrito Federal.

Pero qué tan seguros se sienten los ciudadanos en comparación con el año 2010. Pues seis de cada diez respondió al INEGI en la encuesta correspondiente a septiembre pasado que peor o mucho peor. Únicamente una de diez, despistadamente, respondió que mejor o mucho mejor. Tres de cada 10 estimaron que las cosas en ese rubro permanecen igual.

En referencia al país y la seguridad que en septiembre hubo respecto a hace 12 meses, 66.7 por ciento de los encuestados aseguraron que la situación está peor o mucho peor y sólo 6.2 por ciento indicaron que mejor o mucho mejor. El restante 26.9 por ciento tuvo una apreciación de que las cosas permanecen similares.

El otro componente que presentó un deterioro fue el relacionado con la confianza de las personas para caminar solas por el rumbo donde viven entre las 4 y las 7 de la tarde, donde sólo 3.2 por ciento manifestó que se siente mucho mejor confiada, contra 41.2 por ciento que dijo que es mucho peor. Dos de cada 10 estimaron que su seguridad será mejor o mucho mejor dentro de 12 meses, y para tres de cada 10, será peor o mucho peor.

Así que la percepción de los ciudadanos refleja el miedo a todo, en estos días de la ira.

El retroceso medido a tasa anual del IPSP en el mes de septiembre se debió a los descensos en los componentes que dan cuenta de la seguridad personal en la actualidad, respecto de la de hace 12 meses; la seguridad pública en el país hoy en día, comparada con la que se tenía hace 12 meses, y del grado de confianza del entrevistado al caminar sólo por el rumbo donde vive entre las 4 y 7 de la tarde.  En cambio, aumentaron los referidos a la seguridad personal esperada dentro de 12 meses respecto a la actual, y a la seguridad pública en el país dentro de 12 meses con relación a la situación actual.

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