CRÓNICAS PERDIDAS
La ley de Murphy
Gerson Gómez
onterrey.- Terminé de tender la ropa.
Tomó toda la mañana y parte de la tarde.
El sol secará la humedad.
Usé suavizante olor lavanda.
Todo un hombre de casa, desempleado.
Descorrí el ventanal que da al parque.
Grite: ahora sí, a chingar a su madre.
Arrojé la gata desde el segundo piso.
Mi mujer sabría quién manda en casa.
Saqué el six de cerveza. Abrí todas las latas. Prendí un cigarro.
Sentado, sudoroso, veo ¡Acábatelo!
Qué buenas tetas y nalgas tienen las morras.
La próxima vez, cuando mi mujer discuta, la empujaré del balcón.