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HACIA UNA TRADICIÓN
DE CULTURA UNIVERSITARIA

Roberto Guillén

alerelogoEn algunas ocasiones que he tenido la oportunidad de presenciar eventos presididos por el rector José Antonio González Treviño, he observado que al final se recita una especie de himno universitario. Quiero entender este gesto como una intentona por forjar la solidez de una cultura universitaria. En ese sentido, si bien la directriz es propicia, considero oportuno señalar los claroscuros de lo que considero la gran empresa universitaria.
Por cierto, esta inquietud surge a raíz de ir observando el rompecabezas de actividades que cotidianamente ofrece la Universidad Autónoma de Nuevo León a la comunidad en general. Y quizá estemos hablando de esfuerzos que por no tener el marketing de un Daddy Yankee, obviamente pasan desapercibidos. Como es el caso de los estudiantes de la Facultad de Artes Visuales, quienes actualmente exponen su arte en las estaciones del metro, bajo el título de “Metrópolis”. Los universitarios que participan en esta muestra son: Bernardo Ramonfaurd, Héctor García, Eduardo Vázquez, Daniel García y Monserrat Carrión, quienes exponen graffiti, mural, dibujo y foto digital.
Otro gran ejemplo es la unidad que la Facultad de Agronomía fundó en la comunidad conocida como “La Chona”, N.L., donde ya se graduó la primera generación. ¿Pero quién se entera de esto? ¿De qué manera la universidad comunica y hace extensivos sus logros a la comunidad? Y lo más inquietante, ¿de qué manera la universidad transforma las comunidades y la calidad de vida de sus habitantes?
El caso más reciente lo presenciamos el viernes 21 de agosto en el Centro Cultural Universitario Colegio Civil, donde se presentó el libro-catálogo del pintor Geroca, con una Sala Zertuche abarrotada. Esta política de posibilitar la coedición de obras, en este caso con el Café Nuevo Brasil, de Moani Compeán, sitúa a la universidad en el epicentro del quehacer cultural que le debe corresponder y por el cual tiene que multiplicar sus esfuerzos.
Pero es preciso multiplicar los colegios civiles y no reproducir el eterno centralismo que tanto daño le ha hecho a la cultura en todo el país.
Sí, culturalmente la UANL está marcando la pauta en la ciudad. No, la cultura no debe estar aislada en el programa universitario. Porque de pronto se percibe una cierta timidez o una especie de autocensura en sus profesores frente a lo que ocurre socialmente, ya no digamos hacia el interior de la misma universidad. Y esto provoca que sus actividades se desarrollen bajo un manto de automarginalidad. Es decir, todo se queda en los mismos planteles universitarios, cuando la universidad no se agota en una aula de cuatro paredes. Si bien es cierto que la función inmediata es la enseñanza, esto no obsta para que la universidad asuma un compromiso social, dado que en su ejercicio de participación libre ensaya su máximo valor: la autonomía.
Como un ejemplo formidable basta mencionar a la Universidad de Guadalajara, institución que creó la Feria Internacional del Libro de Guadalajara y el Festival Internacional, que año con año convoca a grandes figuras del séptimo arte. Dos eventos de calidad mundial. Amén de contar con Radio UdG, una de las estaciones más escuchadas en todo el estado de Jalisco, dado que cuenta con siete repetidoras en todo el territorio.   
Y una vez más el pero… difícilmente nos enfilaremos a forjar una cultura universitaria, mientras la cultura del debate siga siendo soslayada.

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