PEREZ17102022

50 AÑOS DE LA LC23S
Definamos el nuevo rumbo
Rogelio Raya Morales

Guadalajara.- Durante mucho tiempo, hemos estado insistiendo y clamando por espacios que nos permitieran retrotraer nuestra experiencia y comprometerla con los actuales requerimientos teóricos y políticos de nuestra realidad social. Se ha llegado ya el momento, para muchos de nosotros, en que no basta con la rememoración de pasajes de nuestra lucha, en libertad y en cautiverio, o de agudas e ingeniosas crónicas de anécdotas. Los tiempos actuales, que con felicidad hemos llegado a disfrutar, y que conforman una nueva etapa en el proceso de liberación de nuestros pueblos, nos obligan a sobrepasar las narrativas románticas y basadas sólo en el mero disfrute, en alguna medida necesarios, de encuentros anecdóticos.

Yo planteo aprovechar esta oportunidad en que recordamos a una de las muchas organizaciones que, en su momento, se plantearon el cambio social, la “Liga Comunista 23 de Septiembre”, para externar consideraciones, algunas de las cuales ya se hicieron en otros encuentros, con una clara intención de que podamos asumir nuevas tareas y superar las limitaciones de reuniones anteriores.

Algo que nunca se debe olvidar es que la lucha armada fue en su momento, una lucha obligada por las condiciones políticas y represivas, que no dejaron más alternativa que esa. Pero el movimiento armado era sólo el camino. La lucha por la que cayeron muchos compañeros y otros más cancelaron su libertad fue, en realidad, una lucha porque la sociedad capitalista, tan burdamente construida sobre la explotación humana, se transformara en una sociedad de igualdad, de libertad y de justicia. Fue una lucha por una sociedad mejor, por una sociedad socialista.

No llegamos al final de lo que pretendíamos, pero hoy muchas cosas han cambiado.

Algunas favorecen el desarrollo de la lucha en el presente y la favorecerán más aún en el futuro y, en ellas, está la contribución de todos los que, de una manera u otra, asumieron el deber que les imponía el momento.

Contribuimos a conformar una realidad en la que hoy los triunfos electorales se imponen, con algunos frutos en lo inmediato, pero, en el largo plazo será una contribución a la aspiración histórica de alcanzar una sociedad sin la explotación del hombre por el hombre.

Estas nuevas condiciones no se explicarían sin las gloriosas páginas de heroísmo que la lucha social armada nos dejó. Aunque avanzamos, hay signos que indican que las contradicciones se han exacerbado y hacen más difícil nuestra lucha.

La 4T, programa emblema del gobierno de AMLO, debe ser consolidada, profundizada y ampliada. No es un programa socialista, pero en la medida que contribuya a esclarecer y abrir la conciencia de clase, es un paso adelante. Son muchos temas los que aún no se tocan, pero con nuestra participación y la de muchos más, lograremos ir avanzando en la consecución de nuestro objetivo final, que es la instauración de una sociedad sin explotadores ni explotados. Como se ve, aún tenemos mucho que hacer.

No somos ni nos asumimos como víctimas. Fuimos y somos militantes sobre los que descargó el poder burgués toda su rabia, su fétido rencor porque se sintieron que amenazábamos lo que más les duele: las condiciones en las que se logra su cuota de ganancia a costa de explotar la fuerza de trabajo de millones de proletarios. El movimiento social armado, con distintas maneras de expresarse, nunca perdió el objetivo final: contribuir a librar a la humanidad de las relaciones sociales de producción que posibilitan la explotación del hombre por el hombre, es decir, de trascender dialécticamente la formación social capitalista.

Por eso fuimos radicales. Eso es ser radical. Y por eso la particularidad de nuestras formas de lucha. Jamás negamos que se pudieran dar otras formas de lucha; fuimos conscientes de que tanto en el ámbito económico como en el político y social, hay formas de lucha que contribuyen a mejorar las condiciones de vida y de trabajo de los jornaleros porque en ese proceso se adquiere conciencia de clase.

Eso enseñó el marxismo leninismo a los proletarios del mundo. Entre nosotros, siempre hubo la firme convicción de que esta era una lucha de masas, de la sociedad y nosotros somos sólo un destacamento (tomado de la ponencia del 15 de octubre de 2022 en el encuentro de Morelia, Michoacán).

Sin embargo, hoy reluce la forma por demás inexplicable, en que nos hemos replegado y, con mucha inquietud, vemos cómo nos hemos convertido sólo en observadores pasivos de los procesos políticos actuales, luego de haber sido promotores de la acción política en uno de sus más altos niveles de expresión: la lucha armada. Digo esto porque, aunque hay individualidades que sí participan activamente, no hemos sido capaces de plantearnos de manera organizada y como reducto del movimiento social armado, qué hacer en este momento.

Lo que se impone en las actuales condiciones es que, de frente a cambios y transformaciones en la manera de administrar el capitalismo que, de un neoliberalismo salvaje, altamente excluyente y generador de mayor desigualdad social, pasa a una especie de nuevo capitalismo de estado con elementos más o menos definibles del anterior estado de bienestar, tenemos que actuar de manera más activa y organizada, dado nuestro papel en un fenómeno político del que fuimos sujetos protagónicos en su momento.

Hoy no se trata sólo de reivindicar hechos delictivos de la guerra sucia, sin duda una acción necesaria por todo lo que implica para el futuro de nuestra lucha como clase social oprimida, pero no debemos quedarnos ahí.

Recordemos que una de las estrategias prioritarias de la Liga Comunista 23 de Septiembre, del Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR), y de muchas otras organizaciones era lograr la unidad de todo el Movimiento Social Armado, para dar la batalla contra la burguesía en mejores condiciones y, ahora, en otro contexto, se vuelve a imponer la necesidad de actuar unidos.

Logremos la unidad aquí y ahora. Construyamos el nuevo discurso bajo el marco de la ciencia social marxista, que nos dice que el comunismo o la nueva sociedad poscapitalista no es una idea a la que se tendrá que ajustar la nueva realidad, sino una necesidad llevada de la mano por el cambio de las condiciones materiales en que se produce y reproduce la vida material y espiritual de la sociedad. Es esta ciencia la que nos proporciona la concepción que nos hace regresar de nuevo, una y otra vez, a la lucha.

Hay mucho por dar todavía de nuestro contingente.

Hoy nos enfrentamos a una nueva era de neo nacionalizaciones, de rescate de nuestros recursos naturales y se impone la necesidad de establecer una nueva relación con la naturaleza que garantice su supervivencia y la nuestra al mismo tiempo, de rescate de nuestra soberanía y, todo, en el marco de un mundo que busca la multipolaridad, quizá como una forma más de alargar la vida y la supervivencia del mundo capitalista, pero que serán pasos hacia la sociedad socialista y comunista.

Es en esta circunstancia mundial en la que debemos plantear la solución a la deuda externa de los países que, como el nuestro, se encuentran anclados en la órbita de las financieras internacionales, es decir, problemas como el de la deuda o el de impedir la destrucción del medio ambiente y la naturaleza y, más profundamente, la lucha por el socialismo, no se pueden resolver de manera aislada de la nueva geopolítica que se construye en torno de la nueva propuesta de administración multipolar del capitalismo. La lucha contra el capitalismo, sus organismos financieros y sus trasnacionales debe ser en conjunto con toda la clase obrera mundial, pero donde cada organización nacional asuma, en atención a las particularidades de su entorno, sus propias demandas nacionales.

Pero a nosotros, nos corresponde organizar un nuevo destacamento que, con todos los demás que en la sociedad se generen, unos para luchar por objetivos inmediatos y otros por alcanzar transformaciones esenciales, tal como se plantea en el Manifiesto Comunista de Marx y Engels. El primer paso es la organización de nosotros, como parte del Movimiento Social Armado; y el segundo, discutir un nuevo programa de lucha que incluya: la situación crítica de nuestro medio ambiente o cambio climático, la deuda externa, el rescate de la soberanía, una nueva jornada de trabajo de 4 horas, o semana laboral de 4 días, un potente sistema de salud que nos permita una vida de mucho mayor bienestar, etcétera.

No es posible nuestra situación de excluidos en este proceso de cambio. Superar nuestra mentalidad de que nos devaluamos o nos disminuimos si exigimos ser parte de la administración de un gobierno que llega, con muchos atributos, gracias a las luchas desarrolladas por nuestros colectivos en el pasado y al que le podemos imprimir nuestra huella y, además, aprovechar para planteamientos de mayor profundidad en el futuro. Es decir, esto no significa que dejemos a un lado tareas que, como movimiento de transformación social radical nos corresponden y que le quitemos tiempo y valor al debate para definir el qué hacer en el futuro.

Sólo me resta proponer que esta reunión no se quede en un reencuentro, muy provechoso y necesario y vital para muchos, pero solo eso. Propongo que se busque darles forma organizativa a estos encuentros y que nos decidamos a participar más activamente en los cambios que ya se están dando en nuestro país, pero organizadamente, como un contingente recuperado de la historia, como un colectivo altamente consiente.


Propuesta
Propongo que de aquí surja la iniciativa de una comisión con la tarea de que, en un tiempo perentorio, nos proponga una ruta para la discusión y construcción de los planteamientos teóricos y políticos y de la organización que necesitamos y nos convoque a una ASAMBLEA CONSTITUYENTE, haciendo hincapié de no dejar a ninguno de los compañeros de MAS fuera de esta convocatoria. Es difícil que, por el formato y por tipo de reunión en que estamos, se alcancen aquí estos propósitos. Pero, si es factible, como tarea conclusiva de esta reunión.

¡Proletarios de todos los países, Uníos!