GOMEZ12102020

AL BORDE
Pinches viejas EXAGERIVM
Jorge Castillo

Monterrey.- Las campañas electorales están en marcha y nos muestran lo que somos como Sociedad, no lo que queremos llegar a ser según esas idílicas promesas e imágenes que promocionan con sus pegajosos jingles y eslógans. Antes de ‘darse con la cubeta’ las y los candidatos primero le sacan las excrecencias que contiene para usarlas como municiones estratégicas en su guerra sucia de contracampañas.

     A falta de plataformas y propuestas de fondo, las cuales se compensan con exceso de superficial imagen y con ‘frases hechas’, lo que importa es manchar o romper el cartel promocional del adversario, para vencerle por medio de la descalificación moral. Esas manchadas prácticas constituyen nuestra cultura de deportivismo electoral y nuestra idiosincrasia de civilización a la mexicana. La cual se caracteriza por ese ímpetu de ganar alcanzando la soleada cima del triunfo mediante la exhibición de la propia superioridad moral al señalar las faltas y las bajesas de los demás con nuestro purificado y sanitizado dedo acusador.

     Esa misma estrategia discursiva e ideológica de “éxito” fue usada por Keith Raniere en su selecto y selectivo grupo NXIVM, enfocado en promover aptitudes de liderazgo, crecimiento personal y desarrollo humano conforme un esquema piramidal de organización y niveles de ascenso. Y cuyos cursos y métodos fueron promovidos en México entre miembros de las élites política, empresarial y del espectáculo.

     Narrativas de superación y empoderamiento personal muy emparentadas con esa “cándida” añoranza autoritaria expresada por ciudadanos y candidatos, la cual, con renovada inspiración, coquetea con la idea de restablecer aquel viejo orden perdido que era garantizado por ese discrecional y voluble paterfamilias grande, tenaz, sabio y fuerte, quien desde arriba (verticalmente) se daba a respetar hacia el interior de su grupo doméstico y en su comunidad. Y para lo cual, inclusive, ejercía un tipo de violencia moralmente benéfica, disciplinaria y hasta compasiva, con la cual contenía los disfuncionales, casi berrinchudos, impulsos primitivos de satisfacción y placer de unos cuantos, los cuales atentaban contra el bienestar y la tranquilidad de todos.

     Microvisión doméstica y modernista –plagada de métodos, técnicas y pragmatismo– mezclada con vagos y ambiguos criterios morales y de atributos personales, la cual, además, concibe a la violencia como una esterilizada herramienta que solo es buena o mala según la intención de quien la ejerza, y de cuando y como lo haga; y desde la que se justifican y legitiman esos discursos y acciones de noble “dominio moralmente bondadoso”.

     Perspectiva de convenenciera simplificación moral y de ambivalente posicionamiento individualista que ya fue imputada por el sistema judicial estadunidense, el cual condenó a 120 años de prisión al mismo Raniere por haber denigrado y violentado sexualmente a varias mujeres dentro de su ejemplar y elitista organización.

     Mujeres que en la pretendida microvisión de totalidad doméstica o de comunidad planteada por Raniere cumplían, ideal y materialmente, la orgánica función de ser consideradas como bienes de propiedad y de uso sexual sujetas a su caprichoso gusto y placer de hombre; y a grado tal de hasta marcarles la piel como si fueran ganado.

    Esa es la imagen de idealizada y envidiable Sociedad vertical que las y los candidatos “bienintencionados” nos muestran en esta reciente salpicada de sus defecaciones. Mostrándonos los infantilizados sueños perdidos de sectores sociales profundamente autoritarios que se sienten amenazados por el desorden y el caos ¿inmorales? que provocan aquellos otros desorientados que promueven la construcción de una Sociedad más igualitaria y horizontal.

     Y son esos los grilletes materiales y mentales que, también como vendajes, no nos permiten ir ni ver más allá de aquellos restringidos y parciales modelos históricos y culturales de Sociedades selectivamente igualitarias –como la antigua Grecia, la del “formativo” juego de golf del macho Samuel, la del venerable paterfamilias de Clara Luz, la del apellido dinástico y de raigambre de Adrián o la del perverso Raniere– y de las que aún no podemos romper nuestros viejos «nexus».

     Pues hasta la imaginación del pseudogenio Raniere estaba encadenada a su idea personal de un glorioso pasado civilizatorio de tipo corporativo e impositivo y del que probablemente retomó aquella antiquísima noción romana del NEXUM para dar nombre y forma a su draconiana organización, la cual era una figura legal contractual de empeño o hipoteca, con la que un deudor, el nexi –casi siempre un campesino–, se sometía hasta con fórmulas rituales al poder de dominio de su acreedor; y quien además de exigirle servidumbre también podía venderlo, esclavizarlo y hasta matarlo.

     Y sin exagerar el punto, mientras unas y otros luchan por ser investidos con el aura victoriosa del Sol conforme lanzan sus excrecencias y esquivan o se limpian las recibidas para ver quien resbala, los impactos que atinen dar con sus cubetas ya vacías solo darán ruidos huecos ante una Sociedad escandalosamente insensibilizada.

     Y tal vez por esta ‘hueca normalidad democrática’, de pensamientos y de actos, es que no nos damos cuenta del absurdo de querer medir a alguien como la mejor candidata o el mejor candidato según la consistencia o pestilencia de las heces morales que lanza y recibe en pos de preservar sus privilegios de entrañable y ennoblecida vida triunfadora pero malentendidos como derechos.

     Así como cualquiera tiene aciertos en su vida también la excreta, y en ello no hay virtud o vileza alguna de carácter excepcional. En todo caso, y según lo hecho, debieran asumirse las consecuencias legales o estatutarias del asunto que se trate en el correspondiente ámbito judicial o político de competencia; aunque también se deslinde de ello uno que otro órgano regulador de la “honorable” vida interna partidista, afirmando que el contenido de la cubeta del ‘toro’ Salgado Macedonio no es cuestión propia de su estercolero institucional.


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*Imagen: Composición de fotogramas de Blade Runner (1982) y Election (1999).