Ciudad de México.- Me quedé reflexionando este lunes 12 de octubre en torno a la celebración del Día de la Raza, o el “Descubrimiento” de América. Y me dije: Seguro que los españoles del siglo XXI no le tendrán que pedir perdón a los indígenas de este “Nuevo Mundo”, por las atrocidades cometidas por los bárbaros que vinieron a atracar, asesinar, contagiar de pestes, esclavizar, explotar, expoliar a los habitantes de estas tierras, hace casi 500 por lo que respecta a estas tierras meshicas. (1521-2021)
Sin embargo, la historia, que es la maestra de la vida, nos hizo desconfiados, algo resentidos unos, muy rencorosos otros y más, cuando se está repitiendo la historia, que algunos llaman la Reconquista, en la que grupos de empresarios, banqueros, contratistas, comerciantes neoliberales, en complicidad con criollos y mestizos malnacidos, se agandallan del mercado e imponen sus leyes de explotación de la fuerza de trabajo y engañan, ahora con espejitos cibernéticos, a los consumidores.
En España, celebran esta fecha como el Día Nacional o el Día de la Hispanidad. Pero entre nosotros, los indios de América; los prietos como nos llaman en la península, esta fecha tiene un significado diametralmente opuesto: es un día de conmemoración, de dolor y de resistencia, porque marcó el inicio de siglos de despojo y saqueos. ¿Y acaso se ha acabado el saqueo? Le pregunto a Santander, a BBVA, a Repsol, a tantos aventureros que han venido a chupar la sangre de los trabajadores y los consumidores mexicanos.
“Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron: 'cierren los ojos y recen'. Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia”… Palabras muy sabias de Eduardo Galeano
El arribo de los aventureros españoles, que habrían desembarcado en estas tierras por equivocación, creyendo que habían llegado a las Indias marco una gran desgracia para los pueblos indoamericanos. Acabaron con las cuatro quintas partes de la población indígena, masacrada, maltratada cruelmente y por epidemias traídas de Europa en las galeras de los gambusinos que se adueñaron de la vida y haciendas de los indios, a costa de lo que fuere. Arrasaron e impusieron una religión ajena, extraña, sin sentido para los indígenas a fuer de la espada e inclusive quien no aceptaba era quemado en la hoguera de la “Santa Inquisición”.
Ah, y el oro y la plata de América enloqueció a los aventureros españoles. Dicen que con los metales preciosos robados por los españoles habría podido tenderse un puente desde Potosí a España, o un puente de huesos de muchísimos indios que murieron en las minas de oro y de plata, que despertaron la ambición y la lujuria de Isabel La Católica, la sanguinaria.
La verdad, la llamada conquista sólo fue barbarie. Los pueblos americanos, en honor a la verdad, eran más avanzados en muchos asuntos que los europeos medievales, que creían en embrujamientos y quemaban a las brujas, o que vivían en villas y ciudades poco vivibles por inmundas.
En 1521 vinieron a México y su llegada significó destrucción y muerte. Para ellos, los indios no eran seres humanos, sino seres peores que animales. No tenían alma. Y se impusieron gracias a la traición de varios pueblos que sólo cambiaron de amos.
A 500 años de la conquista y colonización de la nación meshica, si acaso celebrar el mestizaje, producto en general de la violación de las indias. Y hay que reconocer que, aparte de la destrucción de los vasallos de La Católica, hubo frailes que colaboraron para humanizar un poco la relación de los castellanos con los pueblos de la ahora República Mexicana.
Como lo registró Macky Arenas, para nadie es un secreto que muchos colonizadores en el Nuevo Mundo veían a los indios como salvajes, por lo que sus métodos para con ellos eran brutales. Los trataban y vendían como esclavos. Bartolomé de las Casas, fraile de la Orden de los Dominicos, cumplió un papel fundamental en la denuncia de los excesos y en la defensa de los indígenas, subrayando que eran personas y que como tales debían ser respetados. Sus alegatos, inteligentes y bien fundamentados, condenando frontalmente los abusos, han hecho historia.
Fray Bartolomé de las Casas, también conocido como el “apóstol de los indios”, estaba interesado en la cultura de los habitantes del Nuevo Mundo. Estudió sus costumbres, tradiciones y les predicó el Evangelio. En su obra “Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias”, condensa sus teorías, sus prácticas y registra las atrocidades de los conquistadores españoles hacia los indígenas.
Una somera pincelada de ese contradictorio episodio de lo que muchos llamamos encuentro brutal entre dos mundos. No fue una conquista. Fue la llegada de los bárbaros del otro lado del charco. Pero, así como de una mujer violada nace un ser humano pleno y capaz de llegar a ser un grande, así ocurrió entre la violadora España y la violada América. Aquí se los dejo. Sólo para la reflexión. Sólo para que quede anotado que América es un gran continente, que ha aportado mucho al mundo. Y que también ha recibido mucho, beneficios culturales, científicos, de Europa, aunque el espíritu gambusino de algunos aún siga imperando. Siempre hay una basura, un cabello sucio, en el arroz.
Pero a 500 años, nadie tiene que pedir perdón.