GOMEZ12102020

ANTOLOGÍA DE AUREO SALAS
Manera#125 - Muerte Submarina
Ara C. N. Ofóbico

Monterrey.- Luka Sokolov era un soldado ruso venido a menos, pero su pericia con las malas jugadas lo habían llevado a ser parte de la tripulación de un submarino nuclear clase Thypoon. Su hora favorita era la hora de comer y las misiones cortas. Era 1987 y la guerra fría estaba por terminar. Por lo tanto, el trabajo en aquel submarino nuclear TK-208 eran como vacaciones con paga permanente.

     ―¡Luka ―le gritó el sargento Yurenko―, hay un problema!

     ―¿Qué no es problema con estas naves? ―dijo Luka― ¡Ésto es un monstruo, ni siquiera cabe en la base! ¿A quién se le ocurrió semejante cosa?

     Luka era el encargado de las escotillas de mantenimiento del compartimiento del reactor, así que mucho trabajo que digamos, no tenía. Pero le gustaba quejarse y politizar las situaciones.

     El submarino era tan grande, que bien podía haber entrado un oso y tal vez nadie se lo toparía adentro. Lo que sí, es que había una extensa fauna de insectos dentro. Cucarachas, grillos, hormigas… y miles de arañas en cada rincón. Fue una de esas arañas, la que estuvo, como Luka, en el lugar y momento equivocado. Esa araña tenía un pasado truculento, había sobrevivido a un ataque de hormigas, casi se quema electrocutada entre los circuitos y una vez por poco muere ahogada mientras limpiaban el piso. Por eso ahora su hogar estaba ahí, junto a las escotillas de mantenimiento del reactor, donde se sentía segura y podía atrapar insectos para cenar sin mucho esfuerzo.

     ―Estábamos limpiando el reactor ―dijo el sargento Yurenko―, y hay una fuga de radiación ¡Te necesito aquí ahora mismo!

     Luka fingió esa tarde un trastorno alimenticio y se quedó en un compartimiento acondicionado como enfermería y bajo prescripción médica para no ir a lo de la fuga. Pero su futuro ya se estaba entretejiendo. La fuga fue considerable, hubo personas envenenadas de radiación. Pero eran rusos, esas cosas pasan a menudo y tan solo minimizan los hechos como potencia inequívoca que son. Así que, entre tanto desparpajo, la araña que vivía por las escotillas de mantenimiento, sufrió los embates de la fuente radioactiva. Hasta brillaba la condenada. Varios de la tripulación comenzaron a vomitar las papas de en la mañana. Sellaron el puente y estudiaron otras posibilidades de arreglarlo. En ese lapsus, la araña brillante se había subido en un carro de almacenaje y salió de ahí, se encaramó a uno de los tripulantes, que lo llevó a la parte superior, a medio camino cayó por una escotilla, esquivó cientos de pisadas y se metió a la primera puerta que encontró, lo cual no era otra cosa más que el compartimiento de Luka.

     Mientras tanto, a los enfermos los llevaron al compartimiento que servía como enfermería, junto a Luka, quien salió corriendo de ahí. Unos vomitaban, otros tenían la cara tan roja que parecía que escurrían sangre. Luka tan solo se tapaba las narices, salió de ahí echando madres en ruso. No quería estar con aquellos contaminados. Así que salió para salvar su vida, lo que no supo fue que esos tripulantes, gracias a las pastillas de yodo, al día siguiente, estuvieron como nuevos.

     La araña encontró refugio en el techo del compartimiento de Luka, parecía un foquito con patas, como si se hubiese tragado una luciérnaga entera. Luka entró a su compartimento asustado, se tendió en la cama y miró a la araña luminosa caminar por el techo. De inmediato lo supo, era una araña radiactiva, como la araña que mordió a aquel súper héroe de mallas afeminadas de Estados Unidos que se llamaba el Hom… Luka pegó un grito, la araña se soltaba del techo y caía sobre su frente (porque así son las arañas) propinándole una épica picadura.

     Luka se levantó, azorado. Se sacudió la cabeza y la araña cayó al suelo, apagada, muerta. Luka comenzó a sentirse mal. Se mareó. Sentía la contracción de todos sus músculos. Sentía que algo cambiaba adentro, que se trasformaba en algo poderoso.

     Al día siguiente, Luka seguía en cama, muy apenas se levantó. Sentía su cuerpo machacado. Se acercó al espejo y se vio todo deforme, con escoriaciones y abultamientos grotescos sobre el rostro. Murió dos minutos después. Pobre Luka iluso, pensó que treparía las paredes tan alto como la Perestroika de Gorvachov siendo el próximo Spiderman Ruso, pero solo terminó con tumores cancerígenos y abscesos purulentos en cada parte de su cuerpo.